2 Capítulo Dos

Giorno se giró rápidamente sobre sí mismo, derramando su vómito por todo el lugar mientras tosía con fuertes arcadas. Le costaba respirar debido al espantoso olor de su habitación, una mezcla de secreciones humanas, moho y alguna otra cosa putrefacta irreconocible. Se limpió con la manga de su camisa sus labios y alzó la cabeza, lo primero que vio fueron cuerdas donde había ropa húmeda, su habitación era una caja de fósforos de no más de 3 metros cuadrados, no tenía ni siquiera una cama solo una improvisada cobija sobre el suelo. Los restos de comida desparramados por el suelo eran recorridos por cucarachas, un sonido familiar golpeó su adolorida cabeza, aunque no lo escuchaba hacía más años de los que podría recordar. El espantoso sonido invadió su sentido del oído como si apuñalaran su cráneo, la alarma de su reloj marcaba las 3:30 a.m., la apago torpemente... Mientras miraba a su alrededor.

No recordaba mi viejo cuarto tan sucio y maloliente, - dijo, para sí mismo, mientras miraba a su alrededor, no cabía duda de que había regresado. No estaba seguro, pero parecía que todo estaba tal cual lo había dejado. Sin querer pisó la comida sin terminar que había en el suelo, se tambaleo torpemente y cayó al suelo. Estaba completamente ebrio, poco a poco su mente se hacía más torpe, era la basura que había estado bebiendo antes de despertar en aquel caótico mundo. Sus ropas, mojadas por la lluvia, y sus fluidos corporales aún estaban húmedas, colgaban sobre la improvisada cuerda. Lo único nuevo era el sentimiento de tristeza que lo invadió.

Ese mundo caótico por el cual luchó con sus fieles camaradas durante siglos era su verdadero hogar, pero ahora estaba de nuevo en este horrible infierno al que llamaban realidad. Hubiera preferido morir cien veces a manos de cualquier héroe o alguna criatura salvaje que volver a su patética vida. Sin poder evitarlo hizo algo que llevaba más de 400 años sin hacer: lloro desconsoladamente, por un largo rato, era como un niño que había perdido a sus padres, su mente lo transportó al día que había llegado a ese mundo.

Cuando abrió sus ojos, por primera vez, en ese otro mundo, lo primero que detectó fue los gritos desesperados de cientos de pequeñas criaturas parecidas a medusas de ojos saltones, que levitando en el aire escapaban de lo que parecían lobos monstruosos que las cazaban. Giorno estaba confundido ¿qué tipo de pesadilla es ésta?, se restregó sus ojos, pero se sorprendió al darse cuenta que sus manos ahora eran tentáculos, como los de esas criaturas que eran cazadas por las bestias; justo en ese momento uno de los lobos lo atacó, con una de sus garras, lo golpeó violentamente enviándolo varios metros hacia un lado. Sobre su cabeza una barra verde apareció esta se consumía a más de la mitad hasta volverse de color amarillo, acto seguido, una voz llegó a su cabeza: "habilidad activada, regeneración nivel 1, al recibir daño no mortal tu cuerpo se regenerará el doble de rápido, las partes amputadas se regeneran a una décima parte de la velocidad de curación normal". El mismo lobo lo atacó de nuevo, pero esta vez Giorno lo esquivó, a pesar de su herida sangrante, su gelatinoso cuerpo aún se podía mover, nuevamente una voz llegó a su cabeza: "habilidad desbloqueada temple nivel 1, penalizaciones a la movilidad -1, disminución del dolor, se reduce una décima parte".

Giorno no entendía lo que pasaba, solo se dio cuenta que podía moverse con un poco menos de dificultad y el dolor ocasionado por la herida descendió un poco, pero el lobo seguía persiguiéndolo, Giorno sin tener más opciones corrió hacia un acantilado y se arrojó por él justo antes de que el lobo lo atrapara con sus mandíbulas, ambos cayeron por el acantilado, pero Giorno al poder flotar un poco por el aire prácticamente no recibió daño por la caída, a diferencia del lobo quien salió mal librado físicamente y ocasionó que varias rocas cayeran tras él golpeándolo para luego dejarlo atrapado.

Volvió a escuchar en su cabeza… "habilidad desbloqueada, levitación nivel 3, daño por caídas reducido a una tercera parte. Habilidad desbloqueada cuerpo gelatinoso daño contundente reducido a una tercera parte"

Giorno al caer busco desesperado al lobo que lo perseguía; lo vio atrapado bajo un montón de piedras, tratando de liberarse con desesperación. Giorno tomó entre sus tentáculos una roca bastante pesada y con ella golpeó la cabeza del lobo, sobre el cual aparece una barra verde como la de él, a pesar de todo el daño recibido la barra vida, que Giorno dedujo significaba su vida, tal como en un video juego, se había reducido apenas una tercera parte, pero al recibir el golpe de Giorno apenas si se redujo una ínfima parte. Sin embargo, si el permitía que ese lobo se liberara, estaría muerto, así que continuó golpeando sin parar, con el único objetivo de reducir esa barra a cero. No supo cuánto tiempo estuvo así, o cuántas veces había golpeado sin cesar la cabeza del lobo, pero la barra del peludo animal ya estaba en rojo y de repente nuevamente la ya familiar voz en su cabeza habló:

-Logro obtenido, golpeador imparable nivel 1, dar más de 1000 golpes contundentes en menos de una hora, daño contundente más 10

-Logro obtenido perseverancia, obtenido por completar un logro no contemplado para tu raza, experiencia obtenida multiplicada por 2

-Habilidad desbloqueada incansable nivel 1, tu estamina nunca bajará a menos de uno.

Giorno no entendía qué sucedía, y tampoco le importaba en ese momento, sólo quería matar al lobo que ahora tenía un aura morada a su alrededor y se veía aún más enojado y peligroso que antes. Ante los ojos de Giorno una alerta de color rojizo parpadeaba avisándole de un gran peligro. Entonces golpeó aún más rápido y con toda la fuerza que podía, afortunadamente sus esfuerzos dieron frutos, sus hasta ahora insignificantes golpes, causaban un daño mucho más grande. Tomó una segunda piedra con sus otros tentáculos y logró, por fin, reducir la barra del lobo a cero.

Esa mágica voz interna, dijo:

"Logro obtenido caza gigantes, has logrado derrotar a un enemigo, 20 niveles por encima de ti; sin ayuda, a partir de ahora cuando enfrentes enemigos que te superan en nivel recibirás una bonificación de +10 en todas tus estadísticas, por cada nivel que te superen."

Y agregó:

"Experiencia obtenida 526 habilidad perseverancia activada, experiencia recibida 1052, nivel alcanzado 23, todas las estadísticas subirán de acuerdo a los parámetros de tu raza, habilidades aprendidas:

*Curación, aplicas una leve curación en ti mismo o en otra criatura.

*Panacea nivel 1, alivio contra todos estados desfavorables, porcentaje de alivio 23% enfriamiento 10 minutos

*Inmunidad inmune al veneno

Giorno, no comprendía, estaba confundido, ¿qué tipo de sueño era éste? Sin embargo, notó cómo sus heridas habían desaparecido y su barra verde ahora era mucho más grande. Se llevó un tentáculo a lo que él creía era su nueva cabeza y pensó que, si de todas formas era un loco sueño, podría disfrutarlo tanto como quisiera. Deseó ver sus habilidades para tratar de entender de qué se trataba cada una, automáticamente frente a él aparecieron enlistadas.

Notó que todas habían subido dos niveles, pero la habilidad que le llamó más la atención fue:

"Levitación nivel 5, inmune a daño por caída, mientras tu peso no sea superior al peso total de tu cuerpo, podrás flotar a voluntad". Con solo pensar en probarla su cuerpo se elevó como un globo, en unos segundos estuvo fuera del abismo. Sin embargo, al salir lo único que pudo ver fue lo que parecía el hábitat de su raza totalmente destruida. Varios lobos devoraban a lo que seguramente eran sus camaradas, por algún motivo tal visión lo llenó de una ira incontrolable, descendió al suelo donde un par de esos lobos lo miraron gruñendo. Tomó varias piedras con sus tentáculos, por algún motivo sentía que ahora dominaba ese nuevo y extraño cuerpo mucho mejor, además las piedras eran mucho más livianas ahora, se abalanzó contra los lobos. Notó que sus golpes con un bonus de +30 causaban un daño significativo, pero el daño que los lobos le ocasionaron no era contundente, sus garras lo cortaban, ocasionándole un gran daño que lo obligaba a levitar fuera de su alcance para que su regeneración le permitiera curarse.

La batalla se extendió por horas, al final logró matar a los 6 lobos y al terminar tenía una lista de nuevas habilidades impresionantes. Además, su nivel ahora era 100 y un letrero apareció frente a él con una pregunta:

"¿Deseas evolucionar? conservarás tus habilidades, pero perderás todo el nivel y tus estadísticas serán reiniciadas con un pequeño bono".

Aunque de alguna forma ese cuerpo gelatinoso le gustaba, realmente quería ver qué pasaría si evolucionara.

De pronto una rata pasó frente a él y lo trajo a la realidad. Giorno se secó las lágrimas y se puso de pie, había llorado tal y como lo haría un niño pequeño,

"realmente no he madurado nada" -pensó para sí mismo- "En aquel mundo actúe con valor casi desde el inicio, por qué me daría por vencido en este mundo, al contrario, si logré ser el gobernante supremo de ese otro mundo, cuando menos debo ser el dueño de una mega corporación en este".

Salió de su habitación hacia el patio de la posada y caminó hacia el baño público. Tomó un largo baño, mientras trataba de recordar todo lo que podía de su vida antes de aquel mundo. Se sorprendió al darse cuenta que podía recordar todo como si no hubiera pasado realmente nada de tiempo.

Despejado, al regresar a su habitación, no pudo evitar asombrarse por el mal olor y el desorden, era un desastre. Así que lo primero que hizo fue ponerse manos a la obra para limpiar y ordenar las pocas cosas que tenía. Notó que ya estaba amaneciendo, y tenía claro que debía ir a trabajar. Buscó entre sus pertenencias y se vistió con la mejor ropa que tenía, realmente no eran más que harapos, pero ya resolvería ese problema durante el día, pensó. Aun así, vestía inusualmente elegante para sus estándares normales en éste mundo.

- Señor De Santoro... le dijo, una esquelética mujer de aspecto desaliñado y cara de pocos amigos salió a su encuentro, tan solo verlo poner un pie fuera de su habitación

- Veo que ha decidido salir temprano el día de hoy.

"De Santoro…"- hacía mucho que no escuchaba ese apellido. Su padre era un italiano casado con una mujer española; se habían radicado en América del Sur. Recordó su nombre completo: Giorno De Santoro y Vega, un nombre muy rimbombante para alguien tan patético, al menos hasta ese momento. En el otro mundo, donde fue un Rey Demonio, se referían a él como su majestad o su excelencia y quienes estaban más cerca de él le llamaban simplemente My Lord. Nadie solía llamarlo por su nombre.

Giorno se giró y contempló a la delgada y arrugada mujer, detalló la expresión de crítica en su cara, que de alguna forma le recordó de manera instantánea que era la casera y que le debía dos meses de renta.

- Espero no esté tratando de evitarme saliendo más temprano que de costumbre, continuó la mujer.

- No, respondió Giorno, de forma amable y tranquila- ¿por qué habría de hacerlo?, si cree que un De Santoro y Vega huye de sus deudas es porque no ha tenido la fortuna de conocerme, esta noche traeré el dinero de la renta madame.

- ¿Está ebrio? dijo la mujer, burlándose del patético hombre.

- ¿Desde cuándo habla con ese tono arrogante? O ¿es que ya convenció a su ex-mujer que le preste más dinero?

De golpe, lo recordó, él era separado y tenía una hija en este mundo. Su mujer lo había dejado hacía unos años, se habían casado muy jóvenes y mientras ella escalaba asensos en su compañía y acumulaba éxitos, simplemente él seguía en su mundo de adolescente. Con un trabajo mediocre y sin muchas aspiraciones, en algún momento ella lo dejó y se llevó a su princesa, él entró en depresión y su vida se vino cuesta abajo aún más.

No, ahora Giorno hablaba con un tono melancólico, conteniendo todo lo que podía la tristeza de su alma al ser consciente que su incompetencia lo había alejado de las dos personas que más amaba en este mundo.

- Yo asumo mis deudas y las pago, dijo de modo cortante, y se dirigió a la salida.

- ¡Ja! Como si un irresponsable, fracasado como usted cambiará de la noche a la mañana, dijo la altiva mujer.

Entonces, solo pensó que ella tal vez tenía razón, pero lo que aquella mujer ignoraba era que habían sido más de 500 años los que tuvo para cambiar.

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