1 El comienzo

Me encontraba sentado en el fondo de mi casa, sentía el gratificante calor del sol sobre mi, la brisa acariciaba mi cabello, sentía el cesped suave entre los dedos de mi mano, estaba en paz, disfrutaba de ese momento tan espléndido... escuché unos pasos aproximarse hacia donde me encontraba, alguien se sentó al lado mío...

-¿No te cansas de estar todo el tiempo sentado aquí afuera? - preguntó una dulce voz

Era mi hermana, lentamente abrí mis ojos y la observé, me estaba sonriendo de la forma que siempre lo hacía, con ternura

-Deberias disfrutar mas de estos momentos, son increíbles, el día es hermoso, siente el como el calor del sol te llena de vida hermanita

-¡Ay ben siempre fuiste alguien tan raro! - dijo mi hermana entre risas- no digo que no sea agradable pero... al menos me sentaría a leer un libro, no solo cerraría los ojos

- Pero Sophie... te perderias de todo esto centrando tu atención a la imaginación!- dije indignado. Ella ladeo su cabeza, me sonrió y de un gracil moviento se levantó del suelo.

-ven, vamos. Nuestra madre nos espera

   Fue caminando en dirección a la casa y poco después la seguí desganado

La mesa estaba rebozando de deliciosos aperitivos, se podía oir como alguien tocaba espléndidamente una sonata de beethoven, sus dedos revoloteaban hábilmente sobre lasteclas de marfil, se veia relajada, copenetrada en lo que tocaba, ese alguien era mi madre, al vernos, dejó  de tocar, se levantó y fue directo hacia nosotros.

  Ella era una mujer muy agraciada, su pelo negro como carbón, su piel demasiada Blanca, unos ojos color esmeralda- increíblemente hermosos- su figura esbelta... ella era muy hermosa. A diferencia de Sophie que era rubia de ojos marrones, yo había heredado mucho de mi madre, tenia el mismo color de pelo y de ojos

-Los estaba esperando, vayamos a cenar, mañana nos espera un día atareado. Recuerda Ben que debes ir por un poco de leña, ya se están acercando los días frios, Sophie se encargará de las compras y yo estaré con el huerto. No hay que perder el tiempo, este invierno será muy crudo.

    A medida que ella hablaba nosotros asentiamos, ella era quien nos mantenia fuertes, con sus palabras de aliento, viendo como día a día se esforzaba al máximo por nosotros. Solo eramos nosotros tres y lo dabamos todo el uno por el otro. Ella nos inspiraba con su fuerza de voluntad, si ella hubiera bajado su brazos, nosotros hoy habríamos sido nada. Ella era nuestro pilar...

   Terminamos de cenar, juntamos la mesa y nos fuimo directo a dormir.

   Me encontraba en la ocuridad, a donde viera solo encontraba un vacio negro, una risa macabra se escuchaba portodo el lugar, pero no veía a nadie,  corrí lo mas rápido que pude queriendome alejar de aquella risa pero no servia de nada, no había salida, mi corazón palpitaba con fuerza, sudor me recorría la frente, sentí un aliento e mi nuca, giré rápidamente y fue allí cuando me encontré con una mirada demoniaca, llena de sed de sangre...

Grité del susto mientras me incorporaba en mi cama

-fue un sueño- suspiré aliviado

Me seque el sudor y mire hacia la ventana, ya era de día, me levanté poniéndome mi ropa, listo pars empezar mis quehaceres

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