1 Prólogo

Hace mucho tiempo, la tierra estaba desolada y vacía. Lo que se conocía como suelo, sólo era un puñado de arena de color negro sin propiedad alguna, sin vida alguna. No existían lo que se conocen como cuerpos de agua, sólo un enorme desierto que cubría toda la faz del planeta.

Las "montañas" sólo eran enormes dunas de arena, cubiertas bajo la oscuridad de un cielo ennegrecido carente de luz.

El dios de la creación en un acto de soberbia para glorificarse también, creó con su sangre a los dioses menores, que lo ayudarían con la construcción de un nuevo mundo.

El dios del Sol crearía una gran estrella que iluminaría el cielo durante el día, mientras que el dios de la Luna crearía su propia estrella la cual iluminaría la noche.

A través de las lagrimas del dios del Agua, se forman los mares, ríos, lagos, lagunas, arroyos y cualquier cuerpo de agua existente; por otro lado, el dios de la tierra se encargaría de hacer los cerros, las montañas, los volcanes y diversos relieves que darían paso a nueva vida.

El dios del aire crearía el oxígeno para que cualquier organismo pudiera vivir sin peligro alguno; y por último, el dios de la hierba establecería los bosques, plantas, árboles y cualquier flora surrealista que pudiera inimaginarse. A partir de ahí, cada dios crearía sus propias espíritus que ayudarían a mantener el equilibrio ambiental en el mundo.

Con la vivienda creada, sólo faltaban seres que podrían habitarla y sojuzgarla, por lo que el dios de la creación, dependiente en las características de los dioses de menor rango, formó las diversas tribus que fructificarían la tierra.

Los dioses les brindaron el conocimiento necesario para subsistir como la magia, el fuego, las ciencias, la creación de herramientas, la caza, pesca, y diversas actividades que se continuarían desarrollando a lo largo de los años.

Todo pintaba bien para el nuevo mundo, el cual fue llamado Palgarion; pero poco a poco, dentro del corazón de los humanos se inició a albergar sentimientos negativos como la codicia, la envidia, la ira, lujuria, orgullo, pereza, gula, vanagloria, melancolía. Tales sentimientos, llevarían a los humanos a causar guerras, rebeliones, masacres, violaciones y demás actos aberrantes que acaban encubiertos por ellos mismos.

Durante años, las guerras raciales cobraron muchas vidas y todos pensaron que tarde o temprano el infierno acabaría, pero en realidad apenas comenzaba.

Tiempo después, un gran cataclismo ocurrió en Palgarion. Los cielos se rompieron, como si de un cristal recién forjado por un enano se tratara. Los cielos y la tierra se estremecieron como un niño al sentir un leve escalofrío. La tierra se partió en dos, un terremoto a gran escala sacudió hasta las mismas estrellas, un estruendo de trompetas violaron los oídos de cualquier ser vivo que se encontrara vivo en esa época.

Cuando las tribus presentes devolvieron la mirada a su anterior cielo azul, ahora sólo contemplaban el firmamento negro azabache acompañado de cumulonimbus carmesís y, por si fuera poco, múltiples brechas del tamaño de aureolas boreales surcaban sobre sus narices.

¿Qué eran esas extrañas brechas en el cielo? Se preguntaban los habitantes de Palgarion, aunque no tardarían en descubrirlo. Las brechas se hicieron más y más grandes conforme los segundos pasaban, después surgió el caos.

Monstruosas criaturas aberrantes atravesaban los cielos como si de un rayo se tratase. Eran bestias de un promedio de 5 metros de altura, aunque algunas lograban rebasar los 10 metros. Sus rasgos variaban desde dracónidos, hasta amalgamas de diferentes tipos de animales, una aberración para la naturaleza misma.

Cada monstruo arrasaba con todo a su paso, aldeas, pueblos, ciudades o incluso reinos enteros. Las múltiples razas dejaron sus diferencias, y se aliaron para combatir a las criaturas, pero el único resultado, fueron grandes masacres por todo el mundo. La más conocida, la "Masacre de Genvardon", donde un cuarto de la tierra fue destruido, arrasando con 2 reinos enteros.

No mucho tiempo, los dioses escucharon las plegarias de sus diversos seguidores por todo Palgarion, la mayoría pidiendo misericordia, otros pidiendo un héroe que los salvara de su aniquilación. Fue así, como los dioses intervinieron, y usaron su poder divino para traer todo un ejército de seres humanoides con habilidades extraordinarias, capaces de combatir uno a uno a los monstruos denominados "Requiems", un apodo en élfico que significaba "la muerte sin guadaña ".

Aunque las pérdidas fueron muchas, Palgarion fue salvado; el cielo fue restaurado, y los Requiems dispersos por todo el mundo continuaron siendo cazados hasta el día de hoy. Estos héroes están llamados "Slayers", los héroes del nuevo mundo.

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