2 1

Agustín

De apoco todo va quedando atrás, de apoco todo mi pasado se aleja, y siento la necesidad de encontrar cosas buenas. A los dieciséis años, no sabía que rumbo tendría mi vida, no sabía que estaría haciendo a los veinticinco años, pero aquí me encuentro hoy, con unas cicatrices garrafales, gente queriendo matarme, de todos lados, pero, ¿No he llegado aquí porque soy un puto hombre de piedra? No he pasado por tantas mierdas para venir a darme de baja justo ahora, que tengo el puto respeto al solo alzar mi mirada, que satisfacción.

Amo sentirme así. Amo el poder.

Acomode mi corbata, y camine mirando a todos lados, para corroborar que no hubiese nada ni nadie sospechoso, el día está nublado, como los odio.

Entré al elegante edificio "Morris", en el centro de Los Ángeles, tengo una hora para llevar a cabo mi plan, necesito ser lo más sigiloso y rápido.

—Buenas tardes, disculpe la recepción está por aquí si necesita buscar a alguien, esa entrada es solo para trabajadores.

Giro en mis zapatos, y veo a una chica, labios ultra rojos, vestida elegantemente, pelo liso.

—Disculpeme usted, bella dama, es primera vez que vengo, ¿Podría guiarme por favor?

La chica ríe nerviosa.

—¿Cuál es tu nombre? — pregunto con interés.

—Jessica, ¿Y el suyo? — me regala una amplia sonrisa.

—Agustín, Agustín Benedetti.

—¿Es usted...?

—Italiano, si — le regalo una sonrisa — Después de usted, señorita Jessica.

—Gracias — dice, ultra mega nerviosa. Eso es lo que provoca el encanto italiano.

Mientras sigo a Jessica, observo a mi alrededor, buscando a mi objetivo. Lo localizo bajando unas escaleras de vidrio, dando la mano a algunos hombres que pasan a su lado. Está solo, observo con discreción, cámaras, guardias, esto será fácil.

—Señor...

Miro a Jessica interrogante, luego le regalo una sonrisa tranquilizadora.

—Disculpe, ¿Podría ir al baño? — le pregunto, ella está muy distraída con mi encanto, miro de reojo a donde va mi objetivo.

Se me ocurre una brillante idea.

—Jessica, por favor, ¿Me podría llevar? Es usted una guía espectacular. — digo sonriendo ampliamente, necesito mantenerla extasiada.

Me mira medio extrañada, negación.

—Por favor, ¿No querrá que me pierda en este gigantesco edificio?

—N...no, por favor sigame.

—Con gusto. —sonrío.

La sigo y llegamos a un pasillo con cinco puertas, escucho a mi objetivo dos puertas más allá, está medio abierta. Jessica se asoma un poco en el baño a inspeccionar que esté todo en su lugar.

—Jessica, creo que la llaman desde esa puerta. — le digo con un tono de duda.

Se asoma, y me da una sonrisa de disculpa.

—Vengo de inmediato.

Camina rápidamente, y yo la sigo sin dudar, una vez en la puerta, ella me mira.

—Señor, ¿No quería ir al baño?

Sonrío son sorna.

—Pase, señorita Jessica, por favor.

—Señor...

—Pasa, Jessica — digo seco y serio.

Mira la puerta, sin hacer nada, y la impulso, poniendo mi antebrazo en su espalda baja.

—Vamos, no pasará nada si haces lo que te digo. — hablo en voz baja cerca de su oído. Paso mi nariz por su oreja, y luego mis labios. — Entra. — vuelvo a susurrar.

Ésta vez entra, sonrío, miro a ambos lados antes de entrar totalmente, y cerrar la puerta a mis espaldas con pestillo.

—Si...te he dicho que lo tengo, no Brandon, escucha mañana te mando el dinero y quedamos al día....

Mi objetivo se da vuelta, y pasa su mirada de Jessica a mi, varias veces, corta la llamada sin siquiera despedirse. Se levanta de golpe.

—Jessica, ¿Por qué haz dejado pasar a éste hombre? Voy a llamar a seguridad.

Hace el ademán de levantarse, pero se frena al momento en que lo apunto con mi pistola.

—Quieto... — se aleja despacio, Jessica tiembla en frente de mi. — Querida, ¿Por qué no te vas a retocar al baño mientras me pongo al día con el señor Veracruz? — sugiero sin quitar la mirada de Veracruz.

—Jessica, no te vayas, no te muevas. — le advierte el hombre en frente de mi.

—Querida, mírame — no hace ningún movimiento, empiezo a cabrearme — Mírame.

Gira en sus talones, con sus ojos llenos de lágrimas.

—No... por favor cariño no llores, escúchame, si tu haces lo que te digo, no te pasará nada, ¿Si? — le doy una sonrisa, para que se tranquilice.

Pero vamos, si estoy con un arma, y le sonrio socarronamemte, solo pensará que estoy desquiciado.

—Ve al baño — mi voz es neutra.

Ella prácticamente corre.

—¿Qué vas a hacer? — me pregunta Veracruz.

—Pues...— me encogí de hombros. —Matarte. La pistola está con silenciador.... La pistola está con silenciador — digo más fuerte, para que Jessica me escuche — Así que una vez que le dispare a Veracruz, vas a esperar Jessica, veinte minutos para salir y decir que hubo un robo, inventa lo que sea, si sales antes, te mataré, ¿Me oyes Jessica? Me encargaré de buscarte y de matarte, voy a estar vigilando desde fuera que sean veinte minutos los que pasen, así que si llegas a hacer alguna estupidez, voy a saberlo, y no dudaré en volarte la puta cabeza.

—Estás cometiendo un error — Veracruz, se trata de hacer el duro frente a mi, pero se le da fatal.

—El que cometió un error fuiste tú, cuando mandaste a matar a Boa Vista, con tus sicarios, a esto le llamo mano a mano.

—Él no...

No dejé que terminara, disparé con disgusto, ya que no sentí ese bello estruendo. Justo en el pecho.

—Veinte minutos. Fue un agrado conocerla, bella dama. — digo en voz alta, mientras guardo la pistola en mi ingle y me dispongo a salir.

avataravatar