1 00

12 de diciembre, 2015

Estoy asustada y lo veo en sus ojos, él disfruta observando mi miedo, entonces se acerca un poco más y yo ladeo la cabeza intentando disminuir la cercanía, casi adhiriendo mi cuerpo a la pared, lo escucho reír, es una risa baja y socarrona, él está burlándose de mi.

En un segundo veo como sus labios se separan y abre su boca, sus colmillos crecen, se hacen afilados  y sus ojos se tornan completamente oscuros, sin vida, hasta que no queda nada más que espesa negrura en sus cuencas y doy un gritito ante la imagen.

El no parece humano.

Parece un demonio.

Mis ojos se abren.

Él es-

Al siguiente segundo un dolor punzante se instala en mi cuello. Su cabeza está enterrada ahí, y siento sus colmillos enterrados en mi piel. Comienza a chupar la herida que ha abierto. Lo siento tomar la sangre que sale de la abertura en mi cuello y gritó aterrorizada, pataleo intentando empujarlo pero sus manos en mis hombros hacen mejor trabajo sujetándome firmemente. De repente me siento débil, mareada y enferma. No tengo fuerzas y mis piernas fallan, él pasa su brazo alrededor de mi cintura evitando que caiga al suelo. Sigue chupando y alimentándose de mi sangre y cuando siento mis párpados pesados, sé que posiblemente moriré allí, en manos de no se quién o mejor dicho, no se qué. Pero entonces él se detiene.

Saca sus colmillos de mi cuello dejando un insoportable dolor, la sangre que aún escapa de los agujeros se desparrama por toda la zona, él me mira y parece perturbado.

—Por favor — suplico llorando.

Gruesas lágrimas bajan por mis mejillas empapando toda la piel a su paso hasta caer por mi mentón a mi cuello. Mezclándose con la sangre. Nunca he sido de suplicar pero sé que es lo único que me queda ahora.

—Por favor, no me mates.

Sus ojos negros ya no están, ahora vuelven a ser cafés.  Él se aleja un poco y me mira con algo que no puedo identificar.

¿Sorpresa? ¿Clemencia? ¿Lástima?

No lo sé, pero ahora está acariciando mi mejilla y por primera vez le escucho hablar.

—Tu... —susurra pero al parecer no encuentra las palabras apropiadas para seguir—. ¿Eres tú?

No entiendo su pregunta pero tampoco tengo tiempo para averiguar a que se refiere. Mi vista se nubla y ni siquiera puedo sostener mi peso, la mano que aún sigue en mi cintura me sostiene con fuerza evitando que caiga. Le oigo decir algo que es imperceptible para mis oídos, segundos después caigo inconsciente en sus brazos.

Todo es silencio y oscuridad ahora.

Aquella noche cambió mi vida.

avataravatar
Next chapter