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cap 46

La habitación era tranquilizadora, con sus paredes de un verde suave que parecía absorber la presión del mundo exterior. Naegi Makoto, aún confundido y desorientado, se despertó de un sueño inquietante, sintiendo cómo la realidad se desvanecía lentamente. La última vez que había cerrado los ojos, había sentido el frío abrazo de la muerte. Sin embargo, al abrirlos, se encontró de nuevo con Emilia y Beatriz, quienes lo miraban con preocupación.

—¿Estás bien, Naegi? —preguntó Emilia, con una voz suave que resonaba en su mente como una melodía familiar.

—No te preocupes, Emilia —respondió él, intentando sonreír, pero sintió que las palabras le salían entrecortadas. Algo no estaba bien. La forma en que la llamaba ya no era "Emilia", sino "Emilia-chan", como si una parte de él estuviera ausente. La preocupación en los ojos de las chicas creció.

Naegi recordó vagamente cómo había llegado allí. Había caído, lo sabía. La sensación de vacío mientras descendía por las escaleras de la torre Pléyades lo atormentaba. ¿Era un sueño premonitorio? Esa idea lo inquietó. ¿Podría ser que sus sueños le mostraran lo que estaba por venir? La confusión se apoderó de él; no podía recordar cómo había terminado en la biblioteca, pero la certeza de que había muerto le daba un escalofrío.

—Perdí mis recuerdos —dijo finalmente, con la voz casi un susurro.

Las miradas de las chicas se encontraron, llenas de confusión. Beatriz, con su habitual tono mordaz, le espetó que era un pésimo contratista, lo que hizo que Naegi se sintiera aún más perdido. Sin embargo, en el fondo, algo en él sonrió ante la familiaridad de sus interacciones. Y así, la mañana continuó como si nada hubiera cambiado, pero Naegi sabía que todo había cambiado.

La rutina matutina se desarrolló como un eco de su primera experiencia en este mundo. La charla en el desayuno, los comentarios sutiles de Julius y Ran, todo parecía en su lugar, como piezas de un rompecabezas que se ensamblaban sin esfuerzo. Pero Naegi no estaba en la misma sintonía. En su mente, la idea de que estaba atrapado en un ciclo, un bucle incesante donde la muerte lo acechaba, lo consumía.

Cuando Anastasia se desnudó frente a ellos, su reacción fue inusualmente pasiva. No había el rubor de la sorpresa, ni el titubeo típico. X, intrigado, lo observó con una mezcla de curiosidad y preocupación. Naegi, sintiéndose cada vez más como un extraño en su propia piel, confesó que no estaba tan calmado como aparentaba. Intentó explicarles que venía de otro mundo, pero la incredulidad en sus ojos era palpable. Equidna lo miró como si estuviera loco, y eso lo hirió.

Fue en ese momento cuando Naegi sintió que su mundo se desmoronaba. La confianza que había depositado en ellos se evaporó. Se dio la vuelta y salió corriendo, cada paso resonando como un eco de su desesperación. Los pensamientos se amontonaban en su mente; había arruinado todo. Ellos no creían en él, no confiaban en sus palabras. Necesitaba ser el Naegi original, el que ellos conocían, pero el miedo lo había consumido.

Mientras corría, las escaleras se alzaron ante él, y recordó la caída. El terror lo invadió. Pero antes de que pudiera procesar lo que sucedía, un empujón invisible lo lanzó al vacío una vez más. La sensación del aire desgarrándose a su alrededor lo envolvió, y él gritó, sintiendo cómo su cuerpo se impactaba contra las escaleras. El dolor lo atravesó como un rayo, llevándolo a la inconsciencia.

Despertar de nuevo en la habitación verde fue un tormento. El mareo y la confusión lo arrastraron al borde de la desesperación. Cuando Emilia le tocó la espalda, un instinto primitivo lo llevó a alejarse. Recordó la caída, el momento en que fue empujado, y el pánico lo dominó de nuevo. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo, golpeando las paredes con rabia, recordando cada hueso roto, cada grito de agonía.

Sus pensamientos eran un torbellino, y cuando se encontró con el extraño pelirrojo, la realidad se tornó aún más oscura. Reid lo miró con desdén, humillándolo con cada palabra. Mientras Naegi intentaba escapar, se encontró en el cuarto de Reid, el último lugar donde quería estar. La violencia era inminente, y antes de que pudiera reaccionar, el dolor lo atravesó, dejándolo en el suelo, impotente.

Pero en medio de la agonía, una chispa de lucidez iluminó su mente. Reid parecía leer sus pensamientos, instándolo a levantarse y luchar. La presión de la muerte lo empujaba hacia adelante, y algo dentro de él comenzó a despertar. La idea de que no estaba solo en esto, que había una fuerza dentro de él que podía levantarse y luchar, lo llenó de determinación.

Mientras colgaba de las escaleras, una sensación de familiaridad lo invadió. Recordó a sus padres, a sus amigos, y la idea de rendirse se convirtió en una opción inaceptable. La muerte podría estar cerca, pero él no permitiría que lo atrapara tan fácilmente. Con una rabia renovada, gritó a la muerte que no se rendiría. La oscuridad lo envolvió, pero él se aferró a la luz de su voluntad.

Cuando despertó de nuevo, rodeado de sus amigos, una nueva resolución brotó en su interior. Comprendió finalmente su habilidad, el "Retorno por Muerte". Era un poder que lo mantenía en la lucha, que le daba otra oportunidad. No se dejaría vencer. A pesar de que sus recuerdos estaban fragmentados, la esencia de Naegi Makoto seguía viva en él.

Su mente comenzó a trazar un plan. Tenía que escapar, tenía que encontrar la verdad detrás de las muertes, y más importante, descubrir quién era su enemigo. Cargó provisiones, sintiendo la urgencia de actuar. La puerta al mundo exterior se abría ante él, y aunque sabía que la amenaza estaba ahí, también entendía que debía enfrentarla.

Al salir al desierto, sintió el viento en su rostro, una mezcla de libertad y peligro. Pero antes de que pudiera dar un paso más, una sombra se abalanzó sobre él. La lombriz monstruosa apareció, y en un instante, su cuerpo se movió por instinto, esquivando el ataque. Había algo en su interior que sabía cómo actuar, algo que lo empujaba a sobrevivir.

A medida que luchaba contra la criatura, una luz brillante emergió de la torre, destruyendo a la lombriz y salvándolo de una muerte inminente. Caer sobre el cadáver de la bestia lo dejó aturdido, pero lo que realmente lo sacudió fueron las palabras que resonaban en su mente: debía actuar, debía luchar. Había tomado la decisión de no ser una víctima.

Naegi entendió que tenía que enfrentar la oscuridad, no solo del mundo que lo rodeaba, sino también la que latía en su interior. Se levantó, su corazón latiendo con fuerza, y en ese momento, supo que no estaba solo. La lucha apenas comenzaba, y él estaba listo para enfrentarse a lo que viniera. Con el cuchillo en mano, se preparó para el siguiente desafío, determinado a descubrir la verdad y proteger a aquellos que amaba.

Mientras el viento soplaba a su alrededor, Naegi Makoto, el chico de la mala suerte, estaba listo para convertirse en el héroe que nunca supo que podía ser.

Naegi Makoto había estado recorriendo la torre con un extraño sentido de urgencia, sus pasos resonando en el frío suelo de piedra. A pesar de su habitual amabilidad y su enfoque en ver lo mejor de los demás, había algo en su interior que había cambiado. Un oscuro miasma había comenzado a distorsionar sus pensamientos, haciéndolo sentir como si una sombra invisible lo estuviera arrastrando hacia un abismo del que no podía escapar. La última vez que había estado en este lugar, había sido un lugar de esperanza y amistad, pero ahora se sentía como un laberinto de muerte.

Al regresar al primer piso después de su fallido intento de abrir la puerta de la tela, fue recibido por el silencio. Pero no era un silencio tranquilo; era el tipo de silencio que se siente después de una tormenta, uno que presagia que lo peor aún está por venir. Con cada escalón que subía, su mente se llenaba de pensamientos oscuros. La sonrisa maligna que se dibujaba en su rostro no era realmente suya; era un reflejo del maná corrupto que lo rodeaba. Sin embargo, en su corazón, Naegi seguía siendo el mismo, el chico que siempre había buscado resolver conflictos con palabras y no con violencia.

Al llegar al segundo piso, el horror lo golpeó como un puñetazo en el estómago. Allí, en el suelo, yacía el cuerpo sin vida de Chawla, su rostro desfigurado y su cuerpo cubierto de sangre. La visión le hizo perder el equilibrio y se cayó de rodillas, su mente tratando de procesar lo que estaba viendo. Era la primera vez que se encontraba frente a un cadáver, y el impacto fue devastador. Con las manos temblorosas, se cubrió la cara, incapaz de soportar la brutalidad de la escena. "¿Quién podría haber hecho esto?", se preguntó, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba contra las ganas de vomitar.

Pero mientras su mente intentaba procesar la realidad, una idea comenzó a tomar forma. Si Chawla había sido asesinada, entonces no podía ser la única. La torre ahora estaba llena de peligros, y la única forma de sobrevivir era identificar al verdadero asesino. En su confusión, se dio cuenta de que todos en la torre eran sospechosos, y su propia vida estaba en juego. El asesino no solo buscaba acabar con él; quería eliminar a todos.

Las siguientes escaleras que subió lo llevaron a más horror. Cuerpos mutilados de sus compañeros estaban esparcidos por el suelo. Kita, Ram, Julius... todos habían caído ante la misma sombra que acechaba en la torre. Las heridas de Julius eran particularmente horripilantes, y la serenidad del cadáver de Male contrastaba con la brutalidad de los otros. "¿Qué ha pasado aquí?", pensó, mientras su mente se aferraba a la idea de que había algo más grande en juego.

Con cada nuevo encuentro, su corazón se llenaba de una mezcla de miedo y determinación. Sabía que debía encontrar a Emilia y Beatriz; eran las únicas que quedaban de su círculo cercano, y aunque las dudas lo atormentaban, no podía permitirse dudar de ellas sin pruebas.

Al llegar a una nueva habitación, se encontró con un lagarto gigante, una criatura que había visto antes pero cuyo nombre no recordaba. Un destello de esperanza lo atravesó al pensar que tal vez podría comunicarse con ella y obtener respuestas. Sin embargo, el horror se desató cuando, en un ataque de desesperación, se vio obligado a apuñalar al dragón. La criatura lo miró con ojos llenos de comprensión y resignación, y en ese momento, todo lo que había creído sobre sí mismo se desmoronó. Con un grito, cayó de rodillas, sintiendo que la oscuridad lo consumía.

De repente, la habitación fue invadida por una niebla oscura que parecía tener vida propia. Naegi recordó a la mujer que había visto colgando de las escaleras, y comprendió que esta niebla era un reflejo de esa oscuridad. En un momento desesperado, la criatura lo salvó, llevándolo a un balcón mientras la torre se retorcía y crujía bajo la presión de las sombras.

Aterrorizado, Naegi vio cómo la sombra devoraba a su compañero, el lagarto que había intentado salvarlo. La soledad y la impotencia lo abrumaron, y en un instante de desesperación, una voz desconocida lo llamó "héroe" justo antes de que su mundo se desvaneciera en la oscuridad.

Cuando finalmente despertó, la familiaridad de la habitación lo rodeaba, pero el horror de la muerte aún lo perseguía. Emilia y Beatriz estaban allí, y aunque su instinto le decía que podía confiar en ellas, las dudas aún lo atormentaban. Sin embargo, el abrazo de su amigo, el gesto de apoyo, le recordó la esencia de quien era. A pesar de los cambios que lo habían afectado, todavía había bondad en él.

"Tal vez solo fue el cansancio," murmuró, tratando de convencerse de que todo lo que había visto era solo un mal sueño. Pero en su interior, sabía que no podía ignorar la verdad. Tenía que averiguar qué había pasado en la torre y quién era el verdadero asesino. En su mente, una nueva misión tomó forma: no solo debía sobrevivir, sino también proteger a aquellos que aún le quedaban.

Así, mientras la incertidumbre y el miedo se entrelazaban con la esperanza, Naegi decidió no rendirse. En su búsqueda por la verdad, comenzaría a reconstruir su vida, no como el Naegi que había sido, sino como el héroe que necesitaba ser en este nuevo mundo de sombras.

La historia apenas comenzaba. Sin embargo, la siguiente revelación lo llevaría a enfrentar su mayor desafío hasta ahora, mientras se esforzaba por encontrar su camino en la oscuridad.

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