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cap 13

**Capítulo: Vientos de Cambio y Decisiones Difíciles**

El eco de la batalla resonaba en la lejanía, un recordatorio constante de la terrible confrontación que había tenido lugar. Pack, en su forma imponente, había dejado un rastro de destrucción a su paso, y el frío que emanaba de su ser era un reflejo de la desesperanza que comenzaba a apoderarse de mí. La imagen de Emilia, su sonrisa iluminando mis recuerdos, se mezclaba con la brutalidad del momento. Mi mente estaba en un torbellino de emociones, y la última visión de Pack desatando su furia contra Petelgeuse me dejó con un vacío que iba más allá de la muerte misma.

Cuando la nevada me alcanzó, sentí cómo la vida se escapaba de mí. Era un final abrupto, un punto negro en un lienzo lleno de colores apagados. Pero, como siempre, el destino parecía tener otros planes. Desperté, no en un lugar de paz, sino en un mundo que se tambaleaba entre la esperanza y la desesperación. Mis pensamientos volaban hacia la imagen de Rem, su mirada, su determinación. 

Cerca del puesto de frutas de Kadomon, donde los colores vibrantes solían alegrar el día, tomé la mano de Rem. Era como si su presencia fuera el único hilo de conexión con la realidad que todavía podía entender. Corrimos juntas, alejándonos de todo, de la amarga verdad que nos envolvía, hasta que el paisaje se transformó en un desierto de incertidumbre cerca de la frontera de Lugunica.

"Detente, Naegi", dijo Rem, su voz firme y decidida. Su mano se aferró a la mía, deteniéndome en seco. Era el tipo de firmeza que siempre admiré en ella, y en ese momento, me sentí como un niño perdido en un mundo que ya no comprendía.

"Quiero escapar", murmuré, la desesperación ahogando mis palabras. "Quiero huir de todo esto. No puedo más. Estoy cansado de perder, de ser un inútil".

Rem me miró, y en sus ojos vi una mezcla de tristeza y comprensión. "Naegi, ya me lo he preguntado. He imaginado cómo sería nuestra vida juntos, cómo sería vivir en un mundo donde la felicidad no se ve ensombrecida por la muerte y la traición. Pero si te tuviera ahora, no sería el Naegi del que me enamoré, porque el Naegi que amo nunca se rinde".

Sus palabras resonaron en mi mente. ¿Era verdad? ¿Era simplemente un cobarde que no sabía enfrentar sus propios demonios? La ira y el dolor se entrelazaron en mi pecho mientras me devanaba los sesos.

"Soy un inútil", repetí, mi voz quebrándose. "No he hecho nada significativo en mi vida. Todo lo que he logrado ha sido un fracaso".

Rem no se desvió de su camino. "No, Naegi. Hay muchas cosas que me gustan de ti. Te admiro por tu compasión, tu valentía y tu capacidad de ver lo bueno en los demás, incluso cuando no lo ven en sí mismos. Eres mi héroe", dijo, y sus palabras resonaron en mi corazón. "Siempre estaré a tu lado para empujarte hacia adelante".

Recordé el momento en que ella había derretido el hielo en mi corazón. Su amor había sido el fuego que me había permitido seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros. "Recuerda cuando me salvaste. Ese fue el inicio de un nuevo camino para nosotros. Solo tienes que hacerlo de nuevo".

Sus ojos estaban llenos de esperanza, y en ese momento, volví a sentir la chispa de mi propia determinación. Pero la sombra de Emilia se cernía sobre mí, y no podía ignorar el hecho de que aún la amaba. "Rem... quiero regresar con Emilia", dije, sintiendo cómo el aire se hacía más pesado con cada palabra.

Ella me miró, y en su mirada encontré una mezcla de aceptación y tristeza. "Si eso es lo que realmente deseas, lo aceptaré. Pero prométeme algo, Naegi. Prométeme que serás el héroe que siempre has querido ser, tanto para Emilia como para ti mismo".

Con un nudo en la garganta, la abracé con fuerza. "Prometo que haré todo lo posible para ser ese héroe, Rem. Quiero que sepas que siempre estaré agradecido por ti, por tu amor y tu apoyo, sin importar lo que pase".

La brisa suave acariciaba nuestras mejillas, y en ese instante, sentí que mis decisiones, aunque difíciles, eran parte de un camino que debía seguir. Mientras nos alejábamos de la frontera, me di cuenta de que el futuro era incierto, pero la determinación que había encontrado en las palabras de Rem me impulsaba hacia adelante. No sabía qué me depararía el destino, pero estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en mi camino. Después de todo, ser un héroe no significaba no caer; significaba levantarse una y otra vez, sin importar cuántas veces la vida intentara derribarte.

Con la promesa de ser un héroe en mi corazón y la imagen de Emilia en mi mente, di un paso hacia adelante, listo para enfrentar el destino que me aguardaba.

### Capítulo 5: La Llamada del Destino

Las sombras de la noche se cernían sobre el campamento improvisado que había surgido cerca del Árbol Flugel. La atmósfera estaba cargada de tensión, un aire de anticipación que se podía cortar con un cuchillo. Tras la revelación de la llegada de Hakugei, la colosal criatura que había atormentado la región, la urgencia de prepararse para la batalla se sentía en cada rincón del lugar. Mientras me recostaba contra un tronco, mis pensamientos se entrelazaban con la confusión y la mala suerte que parecían seguirme a donde fuera.

Recordaba cómo, tras la llegada de Crusch, mi mente había hecho malabares entre las posibilidades. La compra de armas y armaduras, el repentino interés de Anastasia, y la reaparición de Russell por motivos de minería no eran simplemente coincidencias. Algo grande se estaba gestando, y yo, como siempre, me encontraba en medio de un torbellino de eventos que podía terminar en desastre.

De repente, mi celular vibró en mi bolsillo, rompiendo el silencio. Miré la pantalla, la hora brillaba intensamente: **06:37 AM**. El mismo momento en que Hakugei había hecho su aparición por primera vez. La ansiedad se apoderó de mí, y antes de poder reflexionar sobre el significado de esta coincidencia, un grito rompió la calma de la noche.

"¡Naegi!" Era Rem, su voz resonó con una mezcla de determinación y urgencia. Al girar, la vi acercándose con un semblante decidido. "Es hora de prepararnos. Hakugei está cerca."

El caos se desató rápidamente. Crusch había reunido a sus caballeros y, junto a algunos de los soldados de Anastasia, se alistaban para enfrentar a la bestia que había traído terror a la región. Mientras los guerreros ajustaban sus armaduras y afilaban sus espadas, un sentimiento de camaradería se formaba entre nosotros. No éramos solo combatientes; éramos un grupo unido por un objetivo común.

Felix se me acercó, su mirada seria en medio de la agitación. "Wilhelm está decidido a acabar con Hakugei", me dijo, y su tono implicaba que había más en juego que solo la supervivencia. "Su esposa, Thearesia, fue asesinada por esa bestia hace años. Este es su momento de venganza."

Mis pensamientos se desbordaron. ¿Podría Wilhelm encontrar el cierre que tanto necesitaba? Pero la vida no era tan sencilla, y la batalla que se avecinaba prometía ser brutal. Miré hacia el horizonte, donde la luz del amanecer comenzaba a asomarse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados. Era una imagen hermosa, pero tan efímera como la calma antes de la tormenta.

La mañana llegó con una mezcla de nervios y emoción, y, cuando comenzaron los preparativos, decidí que necesitaba un compañero confiable. Recordé al dragón negro, Patrasche, que había visto antes. Al llamarlo, me sorprendió su mirada fija y seria al ver a Rem. Era como si el dragón entendiera que la batalla no solo era un desafío físico, sino también un enfrentamiento de emociones profundas.

Con el grupo finalmente listo, nos dirigimos hacia el Árbol Flugel. La marcha estaba llena de murmullos sobre la estrategia y los temores que cada uno de nosotros albergaba. Platiqué con Mimi, Hetaro y Ricardo, quienes compartían sus propias preocupaciones sobre la inminente batalla. Las palabras que intercambiamos estaban impregnadas de un sentido de camaradería, pero en el fondo, todos sabíamos que el destino de muchos descansaba sobre nuestros hombros.

Al acercarnos al Árbol, el aire se volvió denso, como si la misma naturaleza estuviera consciente de la amenaza que se avecinaba. Mis pensamientos se desvían de vez en cuando hacia Rem, quien caminaba a mi lado. Quería preguntarle cómo se sentía, pero el miedo a que mis palabras fueran torpes me mantenía callado.

Fue entonces cuando me encontré con Wilhelm. Su expresión era de determinación absoluta. "Gracias, Naegi", me dijo con un tono grave. "Te agradezco por darme esta oportunidad. No solo es por mí, sino por todos los que hemos perdido a seres queridos por culpa de esa bestia." Su mirada se endureció, y sentí el peso de su sufrimiento.

Mientras Wilhelm se unía a los demás en la formación, un escalofrío recorrió mi espalda. El momento finalmente había llegado. Las filas de caballeros se alinearon, y la sensación de inminente confrontación se intensificó. Los murmullos se apagaron, y el silencio se volvió casi ensordecedor.

Y entonces, justo cuando el sol empezaba a elevarse en el cielo, mi celular sonó de nuevo. El sonido resonó en medio del silencio, un ruido discordante que me hizo casi saltar. Rem me miró con preocupación, y antes de que pudiera procesar qué significaba, el aire tembló con un rugido ensordecedor.

"¡Hakugei!" La voz de Crusch rompió el hechizo del silencio. "¡Todos, a la carga!"

Sin pensarlo dos veces, Rem y yo nos lanzamos hacia adelante, el sonido de nuestros pasos resonando en el suelo mientras el terror de la batalla se apoderaba de nosotros. La criatura estaba allí, imponente y feroz, y no había vuelta atrás. Con el corazón latiendo al ritmo de la adrenalina, me preparé para enfrentar el destino que se avecinaba, sabiendo que la suerte no siempre estaba de mi lado. Pero si había algo que había aprendido en mis cortas y complicadas experiencias, era que a veces, la esperanza y la amistad podían iluminar incluso los caminos más oscuros.

aun en edicion a y feliz año es reconfortante conocerlos asique feliz año

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