Nadie te pidió que lucharas solo

Caleb se había reído.

—Me sorprendiste con una boda —dijo él, colocando su mano en su mejilla y acercándose para robar un suave beso—. Lo menos que podría hacer era sorprenderte con una luna de miel.

—Pero— Ashleigh comenzó a protestar, pero Caleb la besó en silencio.

Axel soltó un suave gruñido para expresar su irritación ante la escena.

Caleb se alejó de Ashleigh y suspiró en dirección general de Axel.

—No entiendo —dijo Ashleigh—, dijiste que no podíamos ir a ningún lado, la casa del árbol, ¿recuerdas? ¿Nuestro propio pequeño mundo?

Caleb tomó su mano y sonrió.

—Dondequiera que estemos, podemos convertirlo en nuestro propio pequeño mundo —susurró él.

—Oh, por favor —Axel rodó los ojos.

Caleb gruñó suavemente. Axel le devolvió el gruñido.

—¡Chicos! —Corrine gruñó, callándolos a ambos.

—En serio, Caleb —dijo Ashleigh—. Quiero pasar este tiempo contigo, pero con todo lo que está sucediendo con las pequeñas manadas y Otoño... ¿cómo podemos siquiera considerarlo?