Un silencio tenso se mantuvo en el aire a pesar de la confiada declaración de Alejandro. La duda se extendió entre la multitud, y los murmullos escépticos se esparcieron como un incendio.
—Ese no puede ser Alejandro Lancaster. ¡Mírenlo! —susurró una mujer con aspereza.
—¿Realmente se supone que debemos creer que él es el hijo de Liam Roca Lancaster? —murmuró otra, examinando a Alejandro de pies a cabeza.
—Pero miren su ropa... A pesar de la suciedad, ¿no es esa camisa polo y esos pantalones de una marca de alta gama? Y esos zapatos...
—¿No saben que ahora hay un montón de imitaciones?
Rain luchó por contener otra risa ante el ridículo de sus comentarios, encontrando humor en la absurdidad de la situación.
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