Maestro 122 y el trabajador senior

El ánimo de Li Xiuli se elevó de inmediato, sus ojos cobraron una determinación excepcional.

Una sonrisa se dibujó en sus labios incontrolablemente.

—¿Cuál es el problema con eso? Déjaselo a mamá, me aseguraré de que quede perfecto para ti.

—Mmm, gracias, mamá —dijo Lin Tang sonriendo.

Después de hablar, le entregó a su madre las recetas para la salsa de carne, la salsa de frijoles y la salsa picante.

Li Xiuli extendió la mano para tomarlas, su corazón latía con emoción.

Inexplicablemente, ella simplemente tenía esa sensación.

¡Las palabras de su hija deben ser ciertas!

Pensando en los chicos en casa que siempre preocupaban a Tangtang, Li Xiuli ya había decidido en su corazón tener una charla seria con ellos en cuanto regresara.

Nunca permitiría que su hija fuera agraviada.

Después de despedir a sus padres, Lin Tang fue a la fábrica a trabajar.

Lin Lu y Li Xiuli, llevando una bolsa de tela remendada, caminaron rápidamente hacia la brigada.