Chris condujo a Heather y a Emily en silencio. El aire se volvía más frío a medida que se acercaban al lago, y los árboles densos que bordeaban la carretera comenzaron a escasear, revelando vislumbres de aguas tranquilas que brillaban en la luz del sol que se desvanecía.
Al girar en un sendero estrecho que se apartaba de la carretera principal, apareció una pequeña casa acogedora. Ubicada en las afueras de la tierra de la manada, justo al otro lado del lago, la casa era encantadora—pintoresca con un porche que la rodeaba, sus vigas de madera brillaban suavemente en la luz de la tarde. La tierra pertenecía a la manada, pero el pequeño pueblo estaba predominantemente habitado por humanos, dándole una sensación de paz y aislamiento.
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