Con eso, Ni Yang le entregó la pulsera a Ni Cuihua —Mamá, esta pulsera es para ti.
—¡No la quiero! —Ni Cuihua se negó—. Debes quedarte con lo que te dio la anciana.
Ni Yang sonrió —¿Cómo me va a ver una chica joven como yo con esto puesto? Además, no me gusta llevar cosas en la mano.
Ni Cuihua continuó negándose —Una mujer de mi edad usando una pulsera sería motivo de burla. Una pulsera como esta debería ser usada por chicas jóvenes como tú.
Ni Yang empujó la pulsera en la mano de Ni Cuihua —¡Mamá, acéptala ya!
Viendo la insistencia de Ni Yang, Ni Cuihua no tuvo más remedio que tomarla —Entonces la guardaré por ti. Cuando te cases, te la devolveré como parte de tu dote.
Ni Yang se rió entre dientes —Mamá, úsala tú misma.
Ni Cuihua, que no es de hacer ostentaciones, negó —No la voy a usar, la guardo por ti.
Ni Yang continuó —De todas formas, ya te he dado la pulsera. Puedes hacer lo que quieras con ella.
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