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Capítulo 21: Regreso a la Fortaleza

El transporte se deslizaba suavemente sobre las desoladas tierras del planeta mientras Rivon miraba hacia el horizonte. La fortaleza, con sus torres imponentes y defensas impenetrables, se acercaba lentamente mientras la nave se aproximaba a la zona de aterrizaje. Los soldados a su alrededor, cansados y manchados de sangre, permanecían en silencio. La misión había sido un éxito, pero para Rivon, la sensación de logro era irrelevante.

Él no buscaba victorias, ni la satisfacción de cumplir con su deber. Lo que él deseaba era algo más visceral, una necesidad de poder, de control, que había crecido con cada paso que daba en el campo de batalla. Y aunque los Ascendidos Menores que lo rodeaban lo veían como uno de ellos, Rivon sabía que era diferente.

La nave aterrizó con un ruido sordo en el hangar de la fortaleza, y los soldados comenzaron a descender en silencio, caminando hacia sus respectivas áreas de descanso. Rivon bajó con ellos, sus botas resonando en el suelo metálico mientras avanzaba hacia la zona de reabastecimiento. El aire dentro de la fortaleza era pesado y denso, lleno de la tensión de una guerra constante. Aquí, en este lugar, cada día era una lucha, y cada soldado sabía que podría ser el último.

Rivon se dirigió hacia las instalaciones de mantenimiento, donde los soldados Ascendidos se quitaban las armaduras y revisaban sus equipos antes de prepararse para la siguiente batalla. El personal técnico se movía con precisión, inspeccionando cada pieza de equipo mientras los esclavos cargaban municiones, reparaban sistemas dañados, y limpiaban las áreas de servicio.

Rivon, por aquí — dijo un técnico mientras lo señalaba hacia una de las áreas de desarme. — Tu armadura necesita ser revisada después de esa incursión.

Rivon caminó hasta la plataforma designada y comenzó a despojarse de su armadura con movimientos rápidos y precisos. La armadura, que ahora era una extensión de su propio poder, parecía pulsar levemente cuando fue retirada, como si su energía interna se hubiera mezclado con la tecnología. Los técnicos trabajaban sin hacer preguntas, completamente ajenos a lo que realmente se escondía bajo esa coraza de metal.

Una vez liberado de la armadura, Rivon se sentó en uno de los bancos de descanso, su mirada fija en los esclavos que trabajaban alrededor. Observaba sus movimientos, su postura sumisa, y no podía evitar sentir una ligera molestia. Había sido como ellos, un esclavo más, alguien que vivía sin esperanza, sin propósito, excepto el de servir a una maquinaria más grande.

Pero ahora todo era diferente.

Rivon ya no era un esclavo, ni siquiera un simple legionario. El poder que corría por sus venas le daba una ventaja, una libertad que pocos entendían. Y, sin embargo, aquí estaba, rodeado de aquellos que ni siquiera podían imaginar lo que él estaba comenzando a experimentar.

Un esclavo que pasaba cerca de él tropezó, dejando caer una caja de herramientas. El ruido fue lo suficientemente fuerte como para que algunos Ascendidos giraran la cabeza hacia el incidente, pero nadie dijo nada. Rivon, sin embargo, lo miró fijamente. La frustración del esclavo era palpable, pero él no dijo nada. Solo recogió sus cosas y siguió trabajando.

Estos esclavos a veces son un estorbo — comentó uno de los Ascendidos cercanos, sin apartar la vista de su equipo. — Si no fuera porque son útiles, ya habríamos prescindido de ellos hace tiempo.

Rivon no respondió, pero en el fondo, algo en él resonaba con esa idea. El poder que ahora tenía le daba el control que había deseado durante tanto tiempo. Y aunque los esclavos le resultaban familiares, ahora eran prescindibles, herramientas para un propósito mayor.

Rivon se levantó después de un rato y se dirigió hacia el área de descanso asignada. Sabía que pronto sería llamado para nuevas órdenes, nuevas misiones. Pero esta vez, él estaba más preparado que nunca. Cada combate, cada muerte, alimentaba su deseo. El poder que crecía dentro de él le susurraba promesas de lo que podía lograr si seguía por ese camino.

Mientras caminaba hacia su destino, los pensamientos oscuros que lo habían acompañado desde su despertar comenzaron a tomar forma. El placer, el control, la dominación... todo estaba a su alcance, si solo sabía jugar sus cartas correctamente.

ivon llegó a la sala de descanso, un espacio funcional dentro de la fortaleza, donde los Ascendidos Menores tomaban breves momentos para relajarse entre misiones. Las paredes de metal oscuro y la luz tenue mantenían un ambiente opresivo, pero eso no afectaba el espíritu de camaradería que se sentía entre ellos. Aunque hablaban poco, la lealtad inquebrantable que compartían hacia la batalla, Daxa, y su Mano era evidente. Cada gesto de respeto, cada ajuste de equipo, era una señal de confianza mutua. Rivon podía sentir esa unidad, ese vínculo que solo los que compartían una fe absoluta en el combate entendían. Aquí, en la fortaleza, la lucha los definía a todos.

Un grupo de Ascendidos se inclinaba sobre sus equipos, revisando armaduras y armas con precisión. Aunque había silencio, no era la distancia o alienación de los soldados comunes. Cada uno confiaba en el otro, sabiendo que cuando llegara el momento, todos lucharían como uno solo, sin dudar ni cuestionar sus órdenes.

Los pasos firmes de un oficial resonaron por el pasillo, y al instante, todas las miradas se dirigieron hacia la puerta cuando entró. El oficial Ascendido, con la típica calma y control que caracterizaba a su rango, no perdió el tiempo con formalidades innecesarias.

Nueva misión asignada — anunció sin preámbulos, sujetando un dispositivo de datos en la mano. — Reagrupen sus unidades y preparen sus equipos. Salimos en una hora.

Rivon se levantó de inmediato, ajustando su traje de combate mientras caminaba hacia la salida. El ciclo en la fortaleza era claro: combate, descanso y preparación. Pero mientras avanzaba, el oficial lo llamó con un gesto breve.

Ven conmigo — dijo en voz baja, indicándole que lo siguiera sin más explicaciones.

Rivon siguió al oficial a través de los pasillos, pasando por secciones menos transitadas hasta llegar a una sala de reuniones privada. El ambiente aquí era más frío, más calculado. El oficial se giró para mirarlo directamente, con una expresión seria.

Te han recomendado para una misión especial, comenzó, su tono igual de frío. — Sabemos que has demostrado tu valía en combate, pero esta misión requiere más que solo habilidad.

Rivon permaneció en silencio, esperando más detalles.

El objetivo es un puesto avanzado en las profundidades del sector 9, más allá de las murallas. Los Shak'Thor han establecido una base secundaria, y necesitamos un equipo pequeño para infiltrarse y destruir sus operaciones desde dentro. Pero aquí está el problema: habrá civiles humanos en esa base. Prisioneros o trabajadores forzados. Será tu decisión salvarlos o completar el objetivo rápidamente sin perder tiempo.**

Rivon frunció el ceño. Sabía lo que significaba esa clase de operación. Los civiles siempre complicaban las misiones, y la opción más eficaz muchas veces era ignorarlos para evitar retrasos. El oficial lo miraba, evaluando cada una de sus reacciones, pero no dijo nada más.

Cumple el objetivo a cualquier costo — continuó. — Si decides salvar a los civiles, será bajo tu propia responsabilidad.

Sin decir una palabra, Rivon asintió y salió de la sala. Sabía lo que debía hacer, pero cómo manejaría la decisión cuando llegara el momento aún estaba por verse.

Al entrar en la armería, el ambiente ya estaba cargado de tensión. Los técnicos trabajaban con rapidez, preparando el equipo especializado para la operación. Rivon observó las armas de energía y las espadas de los Ascendidos, mientras los esclavos cargaban suministros y revisaban municiones. Su armadura ya estaba siendo ajustada, lista para ser ensamblada por los técnicos.

Todo listo para ti — comentó uno de los técnicos, sin apartar la vista de la armadura mientras ajustaba los últimos componentes. — Esta vez, asegúrate de volver con menos daño. Tu equipo está diseñado para durar, pero no es indestructible.

Rivon permaneció en silencio mientras observaba su armadura. Sabía que, aunque estaba hecha para resistir, su verdadera fuerza no provenía del equipo que llevaba, sino de algo más profundo, algo interno. Pero dejaba que los demás siguieran creyendo que todo dependía del Núcleo.

Cuando la hora de la misión se acercaba, Rivon sintió el impulso de actuar, la urgencia de completar el objetivo. La decisión de salvar o no a los civiles lo incomodaba, pero el éxito de la misión era lo más importante. Las órdenes eran claras, y cumplirlas era lo que le aseguraría su lugar.

Rivon se colocó la armadura con la ayuda de los técnicos. Cada pieza encajaba perfectamente, como si fuera una segunda piel que amplificaba su fuerza y resistencia. El sonido metálico de los componentes ajustándose resonaba por la sala, y los Ascendidos Menores que se preparaban a su alrededor intercambiaban miradas de aprobación. Este era su mundo, donde la lealtad y la eficiencia estaban por encima de cualquier otro valor.

Cuando finalmente estuvo listo, Rivon se dirigió hacia la plataforma de embarque. La nave asignada para la misión especial estaba en espera, con los motores vibrando suavemente en el fondo. Su equipo de infiltración ya estaba abordando, verificando sus armas y escaneando los detalles de la operación en sus visores. No había palabras innecesarias entre ellos; todos sabían lo que debían hacer.

Vamos, Ascendidos, el objetivo está claro — anunció el oficial al mando mientras ingresaba a la nave, su voz resonando con autoridad. — Debemos desmantelar la base de los Shak'Thor sin darles oportunidad de reforzarse.

Rivon ocupó su lugar en el transporte, su mente ya enfocada en la misión. El transporte despegó con un rugido sordo, saliendo de la fortaleza y dirigiéndose hacia la zona de combate en el sector 9. La oscuridad del planeta, iluminada solo por los lejanos brillos de las defensas activadas y los cañones en las murallas, los envolvía mientras se alejaban del perímetro seguro.

Dentro de la nave, los Ascendidos Menores revisaban sus rifles de energía, ajustaban las espadas en sus fundas y realizaban los chequeos finales de equipo. Aunque el silencio reinaba, la sensación de unidad y determinación era palpable. Cada uno de ellos estaba listo para cumplir con su parte, sabiendo que la victoria dependía de la coordinación perfecta de todos.

El oficial se acercó a Rivon, quien permanecía en silencio, enfocado en la misión.

No olvides la decisión que debes tomar, dijo el oficial, mirando a Rivon con una expresión seria. — Civiles o no, el éxito de la misión está por encima de todo.

Rivon asintió, pero no respondió. Sabía que esa elección le pertenecía, pero no sentía la necesidad de compartir sus pensamientos. El poder que fluía dentro de él le otorgaba una calma fría, y aunque la misión era peligrosa, no sentía el peso de la duda. Estaba preparado para lo que fuera necesario.

El transporte finalmente aterrizó en un claro oscuro, oculto de las patrullas Shak'Thor. El equipo descendió rápidamente, moviéndose con precisión y silencio. Rivon, con su rifle preparado y la espada lista en su espalda, avanzaba al frente del grupo. Los escáneres mostraban la ubicación de la base enemiga, oculta en lo profundo de las cuevas y túneles naturales del sector.

El grupo se movía con una eficacia letal, cubriendo terreno rápidamente mientras evitaban las patrullas enemigas. Los Shak'Thor, aunque poderosos en combate, no destacaban por su sutileza. Su fuerza bruta era su principal ventaja, pero eso también los hacía vulnerables a los ataques furtivos como este.

Cuando finalmente llegaron a la entrada de la base, el ambiente cambió. Los rugidos distantes de las máquinas de guerra y el sonido de herramientas y gritos humanos llenaban el aire. Los civiles estaban allí, eso era seguro. Pero también lo estaban los Shak'Thor, trabajando en la construcción de más defensas y armas para sus ataques inminentes.

Aquí es donde decidimos — murmuró uno de los Ascendidos a Rivon, observando los monitores del visor que mostraban el número de prisioneros humanos en las instalaciones.

Rivon analizó rápidamente la situación. Sabía cuál era el objetivo, pero también sentía el peso de las vidas humanas en juego. Su deber era cumplir con la misión, pero había algo en su interior que lo empujaba a querer controlarlo todo: la situación, las vidas, el destino de aquellos civiles.

Primero eliminemos a los Shak'Thor, dijo finalmente, con una calma que sorprendió incluso a sus compañeros. — Después decidiremos sobre los civiles.

El grupo asintió, sin cuestionar la decisión. Rivon lideró el ataque, moviéndose con rapidez y precisión. Los Shak'Thor no tuvieron tiempo de reaccionar antes de que los rifles de energía comenzaran a disparar con letal eficacia. Los Ascendidos avanzaban como una ola imparable, derribando a los enemigos mientras Rivon cortaba a los que se acercaban demasiado con su espada de energía.

La lucha fue breve pero intensa. Los Shak'Thor, aunque brutales, fueron superados por la táctica y la coordinación de los Ascendidos. Pronto, la base enemiga estaba asegurada, y el equipo comenzó a revisar los túneles y cámaras subterráneas en busca de los prisioneros.

Rivon caminó entre los cuerpos de los Shak'Thor caídos, su respiración controlada y su mente enfocada. El control que había ejercido en esa batalla lo había fortalecido aún más, pero sabía que aún había más decisiones por tomar.

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