Jalren ya había tomado una decisión; su prioridad había cambiado. Estaba más que claro que los hilos del destino habían sido alterados en gran medida. Él había venido a este lugar con instrucciones específicas de lo que iba a pasar. Se suponía que ellos tenían el control total y una información perfecta de la situación. A él le habían contado de lo que iba a pasar en el futuro; le habían contado cada detalle de lo que tenía que hacer.
'Nada de lo que nos dijeron ocurrió. Nunca nos mencionaron que esa cosa iba a aparecer en este lugar.' Jalren tenía pensamientos complicados mientras caminaba hacia la niña de cabello plateado. Ella tenía la estatua fuertemente agarrada con sus pequeñas manos. Sin lugar a dudas, parecía entender que no era una estatua cualquiera; después de todo, había escuchado lo que ella había dicho. Que esa niña entendiera lo que eso era le ponía los pelos de punta. Intervino Aris:
"Voy a estar apoyando desde la distancia. Si veo que están a punto de morir, los voy a ayudar. No vayan a bajar la guardia; trataré de llamar su atención de vez en cuando para hacer que baje la guardia." Aris estaba anunciando que no entraría en un combate cuerpo a cuerpo. Él decidió que estaría apoyando desde la distancia. Con todo lo que había visto hasta el momento, sabía que si se le acercaba a esa niña, lo partiría fácilmente por la mitad. Según el análisis que había hecho, era imposible defenderse correctamente cuando esa niña agarraba un arma; después de todo, vieron cómo rompía los escudos de los aventureros y mercenarios como si nada.
"Yo voy a estar presionándola con mi alabarda. Según lo que pude analizar, su debilidad está en el cuerpo a cuerpo. Sin lugar a dudas, no posee mucha experiencia; podemos tomarla por sorpresa si la abrumamos", declaró Igroxith. Tenía confianza de que no moriría fácilmente en un cara a cara.
"Déjenme los ataques fuertes a mí; los voy a hacer rebotar en mi escudo", exclamó Mostrug con confianza. Él era un tanque con mucha resistencia. Tenía confianza de que no caería fácilmente; sus defensas solo eran superadas por Jalren. Visto desde ese punto de vista, él no era alguien simple.
"Déjenme a mí los hechizos de soporte y de curación", dijo Brozgathan. Él sabía que, por lo general, no sería una muy buena idea lanzar hechizos que potenciaban las habilidades físicas, ya que posiblemente serían aprendidos por aquella niña, por lo que les advirtió a su grupo:
"No deben darle tiempo de que aprenda mis hechizos. Tienen que presionarla y no dejarla que se concentre adecuadamente; de lo contrario, no parará de aprender todo." A Brozgathan no le agradaba la idea de que una niña estuviese utilizando los hechizos de las demás personas como si nada. Después de todo, por lo general, a los magos les tomaba años aprender a utilizar correctamente los hechizos; el hecho de que ella los estuviera utilizando como si nada se sentía como si le estuviesen escupiendo en la cara. El grupo asintió con la cabeza.
Jalren no paraba de mirar la estatua que tenía la niña en la mano. Después de contemplarlo un poco, les advirtió a todos:
"Pase lo que pase, no ataquen a esa estatua", dijo Jalren con una cara seria en su rostro. Al notar la seriedad que tenía, los demás asintieron con la cabeza ante sus declaraciones; ellos sabían que si él se había puesto serio, significaba que las cosas no eran tan simples.
Nadie se había atrevido a preguntar por qué no quería que atacaran la estatua, ya que habían visto el rostro que tenía en ese momento: era una cara que decía que quien preguntara demás moriría.
"Terminemos este trabajo de una buena vez", declaró Jalren. No se podía sentir ningún rastro de emoción en él; parecía que las ganas de luchar que tenía antes habían desaparecido. Por lo general, le gustaban las batallas y disfrutaba enfrentando a sus enemigos él solo, pero ya no tenía ese tipo de emoción; todo eso había desaparecido en el mismo instante en que vio esa estatua.
Jalren, Igroxith y Mostrug fueron al frente; caminaron lentamente hacia la niña que se encontraba a unos pocos metros de los cuatro que habían sobrevivido. Aris había rodeado a la niña y se había posicionado a sus espaldas, a una distancia prudente; estaba más que claro que la iba a atacar cuando bajara la guardia. Brozgathan se había quedado en la retaguardia, justo detrás del líder, a una distancia prudente de más de 20 metros, al igual que Aris. Justo después de que todos tomaron sus posiciones, se pudo notar un cierto cambio en la atmósfera, y las palabras de aquella niña resonaron en todo el lugar:
"Se cambiará el estilo de combate a partir de este momento", dijo la niña de cabello plateado mientras miraba al líder del grupo. Sin lugar a dudas, algo había cambiado en la niña; eso fue notado fácilmente por Jalren. La niña de cabello plateado volteó a ver nuevamente a los cuatro individuos que habían comprado sus vidas con aquella estatua y les dijo:
"Dado que han comprado sus vidas con esa estatua, he determinado que ya no es necesaria su presencia en este lugar; por lo tanto, serán enviados de regreso al lugar que usaron previamente para teletransportarse."
Priscilla y su grupo no tuvieron tiempo suficiente para reaccionar ante la declaración de la niña; todo pasó muy rápido. Solo vieron que la niña chasqueó su dedo y un círculo de teletransporte apareció bajo sus pies; el círculo cubría fácilmente el área en donde se encontraba su grupo. Al ver el círculo mágico, supo de inmediato que se trataba de un círculo mágico de teletransporte; sabía que era un círculo mágico de teletransporte ya que se parecía al mismo círculo mágico que habían utilizado para llegar a este lugar, pero al mismo tiempo era diferente. Solo le tomó un instante teletransportar a todo su grupo. Por fortuna, su grupo reaccionó a tiempo y alcanzó a cerrar los ojos; de no hacerlo, habrían quedado ciegos de por vida. Una vez que abrieron los ojos, el grupo de Priscilla se dio cuenta de que ya no estaban en aquel lugar; habían regresado a la mansión del marqués. Al darse cuenta de esto, Priscilla soltó con sorpresa:
"¡Imposible! Incluso aprendió el hechizo de teletransporte." Priscilla estaba muy sorprendida por lo que acababa de pasar; aquella niña había utilizado el hechizo de teletransporte que se suponía que no podía ser utilizado por ningún mago, a no ser que este hechizo estuviera grabado en un papel mágico especial que facilitaba su uso, pero aún así se requería de al menos un mago de rango A para activarlo.
Priscilla y su grupo fueron rápidamente rodeados por muchos guardias que se encontraban en el lugar; rápidamente fueron puestos en custodia hasta que llegó cierta figura que imponía respeto con su sola presencia.
Al mismo tiempo, cierta niña se encontraba rodeada por múltiples personas; la tensión en el lugar era palpable. Nadie había movido un solo dedo; todos estaban en sus posiciones a la espera de que la otra parte hiciera su primer movimiento. Jalren, Brozgathan y Aris habían sido testigos de cómo la niña había activado un círculo de teletransporte. Sin lugar a dudas, no era un círculo de teletransporte cualquiera, ya que este fue extremadamente veloz; fue muy rápido, no pudieron ni siquiera reaccionar; habían perdido la oportunidad de matar a aquel grupo de cuatro personas. Los tres sabían mejor que nadie que eso no se podía hacer; la niña no tenía ningún papel a la mano para poder hacer tal cosa, pero sin embargo, de alguna forma lo había hecho. Esto dejó perplejo a los tres que entendían mejor la situación.
"Esto, sin lugar a dudas, va a ser una molestia", dijo Aris, ya que aunque ganaran contra ella, era muy probable que esta se teletransportara para salvar su vida cuando estuviera al borde de la muerte.
"Brozgathan, mantén tus esfuerzos en evitar que use ese teletransporte", dijo Jalren. Estaba preocupado de que la niña se les escapara al sentirse acorralada; lo último que él quería era que ella saliera corriendo a buscar a su guardia real. Otra cosa a tener en cuenta era que habían dos guardias reales observando que, sin lugar a dudas, intervendrían en el momento en que estuviesen a punto de matarla. Aunque era extraño que aún no hubiesen intervenido.
"Haré lo mejor que pueda, aunque no prometo nada; no soy muy bueno usando el hechizo de 'interferencia mágica'. Eso es difícil de mantener y el consumo de maná es insano", comentó Brozgathan. Él mejor que nadie sabía lo difícil que era lanzar ese hechizo; ese hechizo en especial era el más difícil de usar; después de todo, quedaba desprotegido cuando lo usaba. Esa declaración fue escuchada por la niña de cabello plateado, que al oírla le respondió:
"No hace falta que te tomes esa molestia; después de todo, no necesito escapar de ustedes; sus muertes son inevitables; ustedes no vivirán más allá del día de hoy, así que sus preocupaciones son infundadas; deberían estar más concentrados en defenderse que en atacar."
Una vez que la niña les dijo esas palabras, la estatua que yacía en su mano desapareció en un instante; todos se percataron de que la estatua había desaparecido y no se podía ver en ningún lugar del cuerpo de la niña.
"Guardaré esta estatua por ahora, ya que la cosa en su interior parece verse estimulada con la energía de la atmósfera y sería una molestia tener que encargarse de eso en este momento", dijo con una expresión indiferente. Después de decir esas palabras, la niña procedió a mirar hacia el cielo; casi parecía estar indicándole a los cinco sujetos que le estaban rodeando que la atacaran, pero nadie se atrevió a hacerlo. Después de todo, en el mismo instante que la niña levantó su cabeza para mirar a lo que parecía ser el techo del lugar, había aparecido una cantidad absurda de maná que parecía provenir del interior de la pequeña niña; se trataba de una cantidad insana de maná que fácilmente superaba la de los cinco. Una vez que la chica volvió a posar su mirada en ellos, los cinco quedaron petrificados en sus lugares; nadie se había atrevido a hablar y mucho menos se atrevieron a moverse. Los cinco solo pudieron escuchar un susurro poco entendible que soltó la niña:
"Mund-"
La pequeña niña, con ese solo susurro, hizo que el mundo temblara de forma incontrolable. Los cinco pudieron sentir la tremenda fuerza que se produjo; una extraña presión los golpeó en un instante y desapareció junto con la imponente energía que había aparecido de repente dentro de la niña; todo eso se manifestó y desapareció rápidamente como si nunca hubiese existido en primer lugar. Jalren estaba pegado en su lugar; no se atrevía a moverse. Mostrug, Igroxith, Brozgathan estaban igual; el único que no parecía estar completamente abrumado por esa extraña fuerza que los había golpeado de repente era Aris, quien pudo articular algunas palabras con temor:
"¡Una autoridad!"
Cuando escuchó esas palabras, Jalren se quedó frío; sabía lo que significaban esas palabras: significaba muerte. Ellos cinco no fueron los únicos que sintieron la tremenda presión que fue ejercida en todo el lugar; Naida y Keijo también habían sentido la abrumadora presión; ellos no fueron los únicos; esa extraña presión se había esparcido a cientos de kilómetros de distancia a una velocidad increíble; la extraña ola de poder invisible e intangible había surcado cientos de kilómetros y había llegado a innumerables personas, haciendo que estas se desmayaran en un instante en las diferentes ciudades de elfos. Después de varios segundos de silencio, una voz se pudo escuchar en el silencioso lugar; se trataba de nada más y nada menos que la persona que había causado este silencio:
"Eres un insolente."
Dijo la niña mientras miraba hacia un lugar en donde no había nada; parecía estar mirando a la pared, pero no estaba mirando tal cosa; parecía estar mirando más allá de la pared y más allá de la mansión en la que se encontraba. Los ojos de la niña brillaban de un verde intenso mientras veía a cierta existencia que se encontraba en una biblioteca.