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Un pequeño problema III

Actualmente me encontraba recostado en un árbol cercano. Estaba esperando que la mujer elfo sanara sus heridas. La verdad, no tenía ganas de matarla; no me gustaba lastimar a las mujeres, me hacía sentir mal de muchas maneras. Preferiblemente, quería que se fuera y me dejara solo, pero sabía que no se iba a rendir. Bueno, la otra razón por la que no me marché del lugar era porque aquí la vista era hermosa. Digo, no todos los días puedes ver a una belleza con orejas puntiagudas. Esta mujer me recordaba a la niña elfo de antes; era una raza bastante curiosa, si me preguntaban.

"¿Por qué no me atacas?", después de al menos 20 minutos de silencio, finalmente habló la mujer elfo.

"¿Por qué debería?".

"Porque eres un humano".

"Pufff, jajajaja, ¡qué estupidez!".

"¿Qué es tan gracioso?".

"Me da risa que me compares con esos tipos de antes. La única razón por la que no acepto ir contigo es por las diferencias y el odio que hay entre humanos y elfos. Si te sigo, es muy probable que termine envuelto en una pelea con ustedes".

"Eso no responde a mi pregunta".

"Simplemente no me gusta matar mujeres hermosas, más bien a ningún tipo de mujer. ¿Eso responde a tu pregunta?".

"Fufufu, ¿te enamoraste de mí, pequeño humano?".

"No me gustan las mujeres tercas y violentas".

"Fufufu, te reto a que repitas eso cuando termine de sanar".

"Qué miedo".

Charlando con la mujer elfo, pronto pasó el tiempo y se recuperó por completo, colocándose de pie. Allí estaba la mujer elfo, a la que le faltaba un poco de ropa. Me la quedé mirando; tenía curiosidad si aún tenía ganas de pelear. La miré recostado en un árbol; no tenía miedo, ya que mis defensas estaban arriba en todo momento.

"Eres un maleducado, ¡mira que quitarle la ropa a una dama!".

"No fue con intención".

"Fufufu, a mí no me lo parece. Llevas un buen rato observándome de pies a cabeza. Solo quiero saber, ¿qué es lo que ven tus ojos, niño humano?".

"Todo. Mis ojos lo ven todo", le respondí con seriedad. No estaba mintiendo; podía ver todo: órganos internos, cerebro y el maná que la rodeaba. Nada se me escapaba. Lo que estaba tratando de hacer era ajustar mi visión para ver detrás de su ropa, pero no funcionó. Fue raro; podía ver dentro del cuerpo, pero no su piel, como cosa rara.

- SI QUIERE VER DETRÁS DE LA ROPA DE LAS MUJERES, APRENDA A HACERLO POR SU CUENTA.

'¿¡Quéeee carajos!????'.

Pronto descubrí la causa del porqué no podía ver lo que quería ver: el condenado D me salió defensor de las mujeres.

'Oye, ¿no me habías dicho que me obedecerías?'.

'Oye, D'.

El muy bastardo se quedó en silencio. Poco después, al no recibir respuesta, desistí. Algo había cambiado en D, sin lugar a dudas; se estaba volviendo más humano. Ya me había dado cuenta de esto con anterioridad.

"Oye, niño humano, si vienes conmigo, te juro en mi nombre que nadie te tocará".

La mirada de la mujer elfo se puso seria; parecía hablar en serio. Viendo la seriedad de ella, se me ocurrió una idea.

"Está bien, pero tengo una condición".

"¿Cuál es?".

"Si alguien de tu país me hace un solo rasguño, tú personalmente matarás a dicha persona. Si no lo haces, me lo tomaré como una ofensa y mataré a todos y cada uno de los elfos que vivan en ese lugar, sin excepciones".

"Esa condición, ¿quién la puso, tú o el elemental?".

Idril aún no podía distinguir con quién estaba hablando. El niño decía cosas que los niños de su edad no deberían ni de pensar en decir. La única cosa que se le ocurrió fue que era el elemental el que hablaba, pero ¿qué clase de elemental se atrevería a amenazar con arrasar con todos los elfos del reino? Idril no entendía nada de nada. Vino al bosque a llevarse al humano y al elemental rápidamente, pero aquí estaba ella, recibiendo una paliza de un elemental que se esconde en un humano. Dadas las circunstancias, no le quedaba otra forma más que aceptar.

"Fue el elemental".

"Ya veo".

"Ah, cierto, para estar seguro de que cumplirás con tu parte del trato, tengo esto".

Un pergamino desgastado apareció frente a la mujer elfo. Era el mismo pergamino que tomé del cubo, solo que se usó 'eliminar' en él para utilizarlo nuevamente. No fue fácil eliminar el contenido escrito en el papel, pero D encontró la manera de hacerlo. Ahora que el cubo parlante estaba muerto, las condiciones en el contrato ya no eran válidas; gracias a eso, D pudo eliminar las condiciones para poder reutilizar el pergamino. En el pergamino habían unas condiciones que ayudarían a mi supervivencia. Al ver el contenido, Idril se sorprendió; ese pergamino no era una broma, contenía una energía misteriosa. Ella sabía mejor que nadie lo que era eso. Volteando a mirar al niño humano, pronto vio una sonrisa pegada en su rostro. La sonrisa del niño era una sonrisa inocente que le daba escalofríos. Mirando el contrato con detalle, leyó lo que tenía escrito, pronto cerró los ojos y asintió con la cabeza.

"Uff, bueno, las condiciones se ven razonables".

"Entonces firma y tu solicitud será escuchada".

"¿Pero no crees que eres un poco exigente?".

"No sé de qué estás hablando, solo quiero garantizar mi seguridad, eso es todo".

"¿Y qué tiene que ver mi cuerpo con tu seguridad?".

"Tiene que ver mucho".

Las condiciones que colocó D en el pergamino fueron: 1: la mujer elfo me tenía que proteger a toda costa; 2: la mujer elfo no podía contarle a nadie de nuestra batalla previa; 3: si yo recibía al menos un rasguño, el cuerpo de la mujer elfo formaría parte de mi propiedad. Y allí estaba la trampa; si la firmaba y yo recibía una herida, sin lugar a dudas ganaría un poderoso aliado. La razón era simple: aunque aún no es una certeza, es posible que pueda manipular a la mujer elfo a voluntad, ya que pasaría a ser parte de mi propiedad, al igual que el cubo puede ser manipulado a mi voluntad. La cuarta condición, y última, estipulaba la duración del contrato. Todo lo anterior era válido siempre y cuando me lastimara un elfo en tierras de elfos.

"Está bien".

Usando la sangre que manchaba sus manos, ella firmó con su sangre. Al hacer eso, me demostró que no era la primera vez que veía un pergamino como ese. Poco después de que firmó el pergamino, le dije:

"Un gusto tenerte como guardaespaldas, señorita Idril".

"Sí, el gusto es mío, niño humano".

La cara de Idril era la mejor; su cara de derrota era tan tierna. Poco después de firmar el contrato, lo tomé de vuelta; ese papel era muy valioso. Ahora que ya había firmado el contrato, me le acerqué a Idril. Ya no tenía nada que temer; si ella hacía algo, lo más probable es que no viva para contarlo. Pero, en serio, la vista aquí era espectacular.

'Si todos los elfos son así de hermosos, con gusto me quedo a vivir allí'.

- JA, VA A HACER QUE NOS MATEN.

'¿Pero qué carajos te pasa?'.

'¿En serio estás en tu pubertad o cuál es el problema?'.

'Oye'.

Nuevamente no recibí respuesta. D estaba teniendo cambios bastante drásticos; casi parecía una mujer molestando. La voz mecánica de D ya no sonaba tanto como una máquina. Al no recibir respuesta, lo dejé ser.

"Vamos, niño".

"Por ahora, llámame D, señorita".

"Como quieras. Vamos, D, nos teletransportaremos al palacio real".

"Ok, vamos".

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