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"Un Viaje a Beauxbatons'

Gracias por las piedras de poder. Aquí les dejo otro capítulo.

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"Entonces, ¿el jefe Stephen se irá para Navidad?", preguntó Ron, tratando de ocultar su alegría por poder faltar al entrenamiento cuando Stephen no esté.

Y es que Stephen volvió a cazarlos para que sigan entrenando, ya que, según él, no era válido faltar al entrenamiento por buscar información de Nicolas Flamel.

"No sé por qué tan alegre, rojito. Aunque me llevaré a los gemelos conmigo, solo serán dos o tres días como mucho, y volveré. Mientras tanto, uno de los mayores que quede en Hogwarts estará encargado específicamente de entrenarlos", dijo Stephen, rompiendo el sueño del trío de enanos. En este caso, dúo, porque Hermione volverá a su casa para Navidad.

"¿Y a dónde van? ¿Pueden ir los gemelos? ¿Mamá sabe sobre eso?", preguntó Ron con un poco de celos de sus hermanos.

"Verás, querido Ronny, Fred y yo iremos de chaperones para el querido príncipe azul. Vamos a encontrar a la damisela en el país del amor y el romance", dijeron burlonamente los gemelos mientras dramatizaban su conversación.

"¿Van a Francia?", preguntó Hermione, captando rápidamente el lugar.

"Correcto", "lástima que no podemos darte un punto de casa", dijeron los gemelos.

"En todo caso, por ustedes es que perdemos muchos", dijo Hermione.

"Saben, ustedes tres son los menos indicados para decir eso. La profesora McGonagall es la que pidió que los tengamos vigilados, así Snape no les sigue descontando puntos", respondió Stephen.

"Es porque Snape tiene algo en contra de nosotros", dijo Harry, intentando defenderse.

"Bueno, está bien. Vamos a ir a Beauxbatons. Los gemelos irán a conocer a unos amigos y a vender algunos de sus productos, que en Beauxbatons son populares, y yo... iré a pedir clemencia", dijo Stephen, mientras que al final empezaba a sentir el peso de sus palabras.

"Beauxbatons, ¿la escuela de magia? Eso suena genial", dijo Ron con envidia.

"Bueno, nos vamos a preparar. Portense bien, enanos, o los haré entrenar el doble cuando vuelva", dijo Stephen con una sonrisa maliciosa a los dos muchachos, algo que los hizo temblar.

"La enana también debería prepararse", dijo Stephen refiriéndose a Hermione, mientras empezaba a marcharse.

"¡No soy enana!", dijo Hermione, y también saludó a sus dos amigos antes de dirigirse a su habitación.

"Me pregunto cómo será Francia", dijo Ron a su amigo mientras miraba a todos marcharse.

"Sí, yo también", dijo Harry.

Aunque Stephen y los gemelos dijeron que iban a preparar sus cosas, solo llevaron un bolso pequeño cada uno con un par de cambios de ropa y los objetos que iban a vender, ya que, de todas formas, solo iban por unos días y por el portal en la casa de Stephen.

Luego avisaron a la profesora McGonagall y se dirigieron juntos hasta la casa de Nicolas Flamel en Hogsmeade.

"Esto va a ser un dolor en el trasero", dijo Stephen frente al portal mientras miraba al otro lado.

"No sé, jefe, yo creo que será divertido", "Sí, jefe, no te preocupes, grabaremos todo para la posteridad", dijeron los gemelos detrás de Stephen.

"No sé ni siquiera para qué los traje", dijo Stephen, mirando al par.

"Vamos, jefe, el trato era ayudar a difundir la tienda de bromas luego de terminar con tu empresa, ¿recuerdas?", "Fue idea tuya, jefe", se defendieron los gemelos rápidamente.

Y es que cuando Stephen creó su empresa, los gemelos fueron los primeros en ayudarlo; incluso el señor Arthur Weasley ayudó con ideas para productos. Y aunque Stephen quería darle la mitad de las acciones a la familia, todos las rechazaron. Costó casi un año en que aceptaran, por lo menos, el 10% de las acciones. Y aunque ahora tienen dinero, todavía viven frugalmente.

Según Molly Weasley, no quiere que sus hijos crezcan como los otros sangre pura. Y aunque es poco probable para los mayores, es demasiado probable para Ron y, sobre todo, Percy. Así que todos lo saben, excepto ellos y Ginny.

Aunque por lo menos dejaron de comprar ropa remendada, todavía compran cosas de segunda mano. Al menos hasta que todos sean mayores de edad.

"Ya dejen de hacer tanto escándalo y entren de una vez", dijo Perenelle desde el otro lado, viendo a los payasos.

"Sabes, me pregunto dónde está mi abuela cariñosa que tanto me quería", dijo Stephen, actuando con tristeza.

"Ya deja de fingir. Sabes que sigo enojada contigo. Ven, dame un abrazo y luego ve a disculparte con Fleur. Sino, no vuelvas", dijo Perenelle sin caer en la actuación de su nieto.

"Y ustedes dos asegúrense de que llegue a Beauxbatons a tiempo, ¿entendido?", les dijo a los gemelos.

"Sí, señora", respondieron ambos con un saludo militar.

"Por cierto, vengan rápido luego. Que encontré cómo esconder un grito en un frasco", dijo Nicolas, que estaba sentado en el sofá, a los gemelos. Y es que desde que los conoció, se encariñó rápidamente con ellos y le gustaron sus ideas para bromas, volviéndose un fan de estas. Ganándose una mirada cansada de su esposa.

Si solo supieran que el alquimista más grande de todos los tiempos se la pasa creando objetos de bromas con dos pequeños diablos, no se sabe si los alquimistas de todo el mundo se suicidarían.

"Ya váyanse de una vez, no lleguen tarde", dijo Perenelle, expulsando a los tres idiotas.

"¿Por qué parece que el jefe se está preparando para pelear contra un dragón?", "Es la misma mirada que Charlie puso antes de decirle a mamá que iría a Rumania a entrenar dragones", "No, es la misma mirada que papá cuando mamá encontró su auto modificado", dijeron los gemelos, disfrutando del dolor ajeno y ganándose la ira de Stephen.

"(Ahora que lo pienso, ya pasaron seis días desde que envié el mensaje de supuesta maldición a los gemelos)", pensó Stephen, dando una mirada malvada a los gemelos. Mientras estos estaban felices, no se imaginaban el terror que vendría para su famoso cabello rojizo.

"Vamos, tontos, lleguemos a tiempo y hagámoslo rápido", dijo Stephen mientras apuraba a los gemelos y sacaba el teléfono para hacer una llamada.

Mientras iban en un carro mágico, los gemelos veían cómo Stephen varias veces intentaba comunicarse con alguien, pero parecía que la otra persona lo rechazaba. Por lo tanto, veían cómo la furia de Stephen aumentaba, así que se guardaron sus comentarios por las dudas. Cuando miraron fuera del carruaje, vieron que ya habían llegado a un hermoso castillo decorado con flores y pastizales en un lugar montañoso.

"Jefe, ya llegamos", "Bajemos rápido", dijeron los gemelos mientras esperaban que el carruaje se detuviera y bajaron rápidamente.

Justo cuando se encontraban en la puerta, vieron a los estudiantes de Beauxbatons saliendo de la escuela. Parece que llegaron justo para la salida de estos.

Luego de esperar unos momentos, pudieron vislumbrar a un gran grupo de chicos y chicas que se acercaban. Entre ellos se encontraba Fleur, Ricky, Isabel y el ex gordito Samuel, que ahora era un guapo joven musculoso. Y detrás de ellos, un par de grupos de niñas y niños que parecían ser sus compañeros.

"Oigan muchachos, os esperamos todo el día", "Ya me estaba preguntando si era la escuela mágica equivocada", dijeron los gemelos cuando los vieron al fin.

"Fred, George, qué bueno verlos", dijo Samuel, contento de verlos.

"Hola, chicos, tanto tiempo", dijo Ricky, que perdió su porte tímido, al menos con sus amigos.

"¿Ustedes de nuevo? ¿Para qué vinieron?", preguntó Isabel, ahora mucho más femenina, aunque su modo de hablar no cambió mucho. Y aunque estaba feliz de verlos de nuevo, no lo demostraba.

"Vinimos a ver algo interesante", "Tenemos palomitas, vengan a la fila", dijeron ambos mientras se acercaban a sus amigos.

"Interesante, ah, ya veo...", todos rápidamente entendieron cuando vieron el ambiente que se podía cortar con un cuchillo entre Stephen y Fleur.

Todos se juntaron a un lado mientras comían palomitas para ver la acción.

"¿Por qué no atiendes tu teléfono?", preguntó Stephen, ya que durante todo el mes intentó volver a llamarla y esta lo rechazaba.

"¿Por qué debería atenderte?", respondió Fleur con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Mientras tanto, los compañeros de Beauxbatons ya estaban detrás del grupo de espectadores, interesados. Viendo a su diosa enojada, muchas niñas parecían a punto de desmayarse.

"Está bien, ¿podemos hablar?", dijo Stephen, mostrando rendición.

"No, gracias. Ahora apártate del camino, mis padres vendrán por mí", dijo Fleur, sin interés.

"Ya veo. Entonces seré un poco más contundente", dijo Stephen, y acto seguido, tomó a Fleur sobre su hombro. Esta, sorprendida, no respondió con rapidez, pero luego de darse cuenta, empezó a moverse para liberarse.

"¡Bájame, idiota!", gritó Fleur mientras pataleaba y golpeaba a Stephen en la espalda.

"Quédate quieta o te daré una nalgada", dijo Stephen ya un poco harto.

"¿Te atreves?", dijo Fleur con ira, ganándose una palmada. *Plaf*

"T-tu maldito pervertido", intentó defenderse Fleur para ganarse otra palmada. *Plaf*

Mientras Stephen empezaba a caminar hacia el pueblo cercano a la escuela, todos veían cómo los dos iban batallando por el camino.

"Ya veo, esto sí que es interesante", dijo Isabel.

"Oigan, creo que están raptando a su princesa", "¿No deberíamos ayudarla?", preguntaron los gemelos mientras se reían.

"Ella no pidió ayuda y... ¿por qué parece tan feliz?", respondió Samuel, notando la extraña expresión de alegría en el rostro de Fleur.

"Ay, qué envidia", dijo una de las chicas del fondo, lo que hizo que todos se dieran vuelta para mirarla fijamente mientras retrocedían un paso.

"¿Qué? ¡Ustedes pensaron lo mismo, no se hagan!", gritó la chica, lo que provocó que varias chicas a su alrededor giraran la cabeza, mirando a otro lado como si no hablara de ellas.

Mientras tanto, del otro lado había una pareja adulta mirando la escena.

"Querido, eso se ve interesante. ¿Quieres intentarlo?", dijo la mujer a su esposo en broma. Ganándose una mirada cansada de este, quien luego miró hacia Stephen, sin saber si guardar rencor por secuestrar a su hija o sentir lástima por lo que le vendría, ya que era igual a su madre.

Y sí, eran los padres de Fleur, los Delacour, que habían venido por ella.

"*Suspiro* Tengamos una cita ya que tengo el día libre. Seguro volverán luego. Vamos", dijo el señor Delacour, comenzando a caminar hacia el carruaje. Pero luego se detuvo un segundo cuando su esposa habló.

"Sí, papi", dijo en broma la señora Delacour mientras lo tomaba del brazo para seguir su camino.

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**Corregido por ChatGPT.**

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