Viernes 28 de marzo de 2025.
El mar siempre se ve hermoso con el sol reflejado encima. Me gustaría bajar el vidrio, pero sé que eso molestaría los sensibles oídos de mi madre. Es increíble como esta ciudad sigue creciendo. La última vez que vine fue hace unos cinco meses. El que sean tres carriles facilita demasiado el llegar donde mis abuelos. Quiero contarles de todo. Sé que les encanta mi trabajo, por lo que puede que saque a flote el tema de que me mandaron aquí para volver a investigar el caso del que me encargaba cuando me fui, el de una organización que se estaba expandiendo a un nivel molestamente aplastante. Debe ser por la prosperidad de la ciudad. Se sabe bien que buenos tiempos traen paz, lamentablemente también atrae confianza y es esta misma la que buscan este tipo de criminales. Se la pasan buscando lugares tranquilos para comenzar lo que en otras partes del mundo está saturado, tal como pasa en la capital. Al ver que alguna ciudad crece a grandes pasos, aprovechan que la policía nacional no puede abarcar todos los sectores.
—¿Qué sucede Naim? —preguntó nuestra madre al ver que no hablaba mucho.
—Nada, pensaba en cosas del trabajo —respondí.
—Ahora que lo mencionas, me sorprendió verte llegar antes de lo normal —continuó nuestro padre.
—Se los dije con anticipación.
—Sí, pero hasta donde yo sé, te dejan libre cada seis meses.
—De hecho, no estoy libre solo tengo estos días que pedí —decidí mencionar.
—A mí me alegra que llegaras a casa antes.
Mi tierna madre, siempre fue buena para decir lo que uno quería escuchar.
—Por cierto, Absalon hoy hablé con el padre de Linna y quedamos en que la próxima semana con la llegada de una de sus hijas, los invitaríamos a la parcela —dijo nuestro padre antes de seguir con cualquier otra conversación.
Al parecer Absalon no estaba demasiado sorprendido por la noticia, así que me tocó interrumpir a mí.
—Eso significa que van a poder dormir en la misma cama —dije al aire.
—¡¿Qué dices hermano?! —chilló Tamar al otro lado del vehículo.
—Hm… ¿Qué dices? Solo escucho celos, será que todavía no te encuentras novia —dijo Absalon a mi lado.
Este pequeñajo me saca de quicio.
Me encantaría sacar a luz mi acompañante, pero por cosas del trabajo me es imposible. Si supieran que al notarlo, fue que me asignaron a la capital. No puedo hacer nada, incluso quejarme sería incoherente, pues me otorgaron todo lo necesario para continuar avanzando en mi oficio, la única condición era dejar atrás mis sentimientos. Aun así, con la dificultad, nuestra relación a distancia es mejor que nada.
El silencio se extendió dentro del vehículo, Absalon continúo leyendo su libro, en su portada había una serpiente extrañamente doblada sobre una escena de la ciudad de Florencia. Por el otro lado, mi hermana prendía su celular, mi madre casi al mismo tiempo sacó el suyo. Lo prefería así. No es que no me guste hablar, pero soy un fanático del silencio y la tranquilidad, a pesar de que me gusta ser escandaloso con mi familia. Creo que voy a aprovechar de dormir algo en el camino, y es que si algo te enseña ser de la PDI es tener que aprender a dormir hasta en las peores circunstancias.
—Aprovechando que están todos… —habló mi hermana con algo de prisa—. Quería decirles que estoy saliendo con un chico.
—¿¡Qué!?
Los gritos sonaron al unísono, como si todo estuviera preparado.
—¿Qué significa eso hija? —mi padre que se atoró con su propia saliva por la sorpresa, alcanzó a decir apenas—. ¡Espero que sea una broma!
—¿No crees que estás muy pequeña mi amor? —dijo mi madre aparentando su característica sutileza. Quien diría que en el trabajo es todo lo contrario.
Todos sabían que a los catorce años uno ya logra asociar lo que es salir con un chico o una chica. Sin embargo, la costumbre de aparentar que es demasiado pronto, jamás se iría.
—¡¿Qué dicen?! Mis dos hermanos han tenido más de una chica e incluso antes que yo.
Se lo acaba de inventar.
—¿Es así? ¿Hijos míos?
La mirada de nuestra madre se volvía oscura y siniestra, presionándonos a decir lo que fuera necesario para calmarla.
—Es así madre, Naim me dijo que cuando tenía catorce andaba con dos a la vez y que a los doce tuvo su primera novia —molestó mi hermano.
—Bueno ya que estamos comenzando a revelar secretos no me queda otra que contarlo todo —sonreí con malicia siguiendo el juego—. Madre, Absalón cuando tenía catorce hizo que una chica…
No me dejó hablar, sus manos de niño no dejan que las palabras salgan.
La risa que nos calmó de inmediato, no sé si por curiosidad o por contagio, venía de nuestro padre.
—Hija, mientras ese chico te haga sentir feliz no existe ningún problema.
Nuestro maestro, nuestro jefe, nuestro duro padre del quien siempre temimos por ser extremamente reservado en ese ámbito, dio un veredicto que nos sorprendió a todos.
—Eso si para compensarlo tienes que subir tus notas, al menos cinco puntos.
Ahí estaba la trampa.
Tal como si estuviéramos en sincronía, con mi madre y Absalón nos miramos pensando lo mismo. Todo para estallar en carcajadas.