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Juntas otra vez

🏵 MAKI YUIHAGAMA 🏵

—¿Cómo que recién estás saliendo del trabajo? ¡Pero habíamos acordado esto previamente! —me queje con Shiho por el teléfono.

Ya eran las 19:00hs y unos minutos más. No era posible que aún no esté aquí. Ella salía de su trabajo a las 18:00hs y en auto eran solo 30 minutos de viaje desde su oficina hasta el vecindario.

—Entonces ven directo a la casa de Tsuki. No, no vayas a cambiarte, te conozco muy bien y sé que te quedaras en casa y no vendrás. Okey te esperamos, adiós.

Colgué mi teléfono, un tanto molesta por la impuntualidad de Shiho, desde que empezamos a organizar esta reunión ella fue la que tuvo menos ánimos de asistir. La expresión de mi rostro cambio al ver entrar a Tsuki junto a Saki. Me levanté del sofá con una sonrisa y fui a saludar a nuestra amiga con un cálido abrazo y un beso en la mejilla.

—Saki, que bueno que viniste. Debo admitir que estaba dudando un poco si vendrías, por lo que nos dijiste. —le dije a nuestra amiga.

—Si, por suerte mi hija se quedó dormida temprano y deje a mi hermana cuidándola. Es bueno compartir un tiempo con ustedes. —me respondió Saki y luego ambas nos sentamos en el sofá.

—Te ves muy bien, extrañaba ver ese tierno rostro y ese pequeño cuerpo. —solté una pequeña risa y luego volví a tomar mi copa de vino. Saki era la que se veía más joven, y eso que las cuatro tenemos la misma edad.

Ella llegó vestida de forma casual, como si estuviera en casa o viniera a una junta vecinal. Mi amiga no tiene el cuerpo tan voluptuoso como las demás, pero es muy amorosa y colaboradora con todas.

—¿Qué te dijo Shiho? ¿Está cerca? —me pregunto Tsuki mientras servía otra copa de vino para Saki. Yo le di un trago a la mía y luego le respondí con un tono un tanto molesto.

—Esa perra dice que recién está saliendo de su trabajo. Le dije que viniera directo para acá porque ya sabemos como es. Si fuera a su casa se quedara con sus hijas y no vendrá a la reunión. —dije con tono quejumbroso.

—Oh, ya veo. Ten Saki, sírvete un poco. —dijo Tsuki mientras le ofrecía la copa de vino a Saki, pero ella la rechazo con educación.

—No. Gracias. No suelo tomar vino. —expreso Saki con su voz calmada.

—Vamos Saki, es una pequeña reunión. ¿Hace cuanto no nos juntábamos así? Además tu esposo no se enterará, vamos toma un poco. —la alente, acercándome a ella con una sonrisa juguetona para tratar de convencerla.

—Pe-pero... está bien, solo un trago. —Saki, por la fuerza, tomo la copa con sus manos y le dio un pequeño trago antes de dejarla sobre la mesita que estaba en el medio del salón.

Solté un pequeño bufido y de un trago me terminé mi copa. Levante el vaso para indicarle a Tsuki que me sirviera más, a lo que ella sin problemas se acercó con la botella de vino a llenar mi copa.

—¿Y tus hijos Tsuki? ¿Están en casa? —le pregunté a mi amiga para comenzar alguna conversación, aunque Shiho aún no este nosotras podríamos divertirnos hasta que ella llegara.

—Hana esta de visita en la casa de sus abuelos, Yanagi fue a una pijamada con su amiga, y Kiri está en unas pequeñas vacaciones con sus amigos. —decía Tsuki mientras se sentaba en el sofá junto a nosotras.

—Entonces tenemos la casa solo para nosotras, ¿O tu esposo llegará en cualquier momento? —pregunte mirando a mis costados para ver si el esposo de Tsuki ya se encontraba en casa.

—No, mi marido está en un viaje de negocios importante. No lo veo desde hace tres semanas. —comento Tsuki con un pequeño tono de tristeza en su voz.

—Mi esposo también está en un viaje de negocios, hace más de un mes que no vuelve. Lo extraño tanto... —añadió Saki.

Ella también sufría un poco por la ausencia de su marido, a decir verdad yo también me encontraba casi en la misma situación. Mi marido siempre suele llegar tarde a casa por el trabajo extra que tiene.

—El mío viene todas las noches muy tarde a casa, últimamente solo lo veo al despertar, cuando está preparándose para irse a trabajar de nuevo —les comenté a mis amigas mientras me tomaba otro trago de ese dulce vino.

—Entonces esta noche es solo de chicas, hace mucho que no teníamos una noche de chicas para nosotras. —dije tratando de cambiar de tema para no seguir hablando de nuestros esposos ausentes.

—Si, la última que tuvimos una reunión fue antes de que nos casáramos y tuviéramos hijos —respondió Tsuki mientras se llevaba su copa a los labios.

—Bueno, es normal. Al casarnos y ser madres ocupamos mucho de nuestro tiempo para cuidar de la familia y nuestros hijos. Ya no nos queda tiempo libre para nosotras —agrego Saki.

Entre nosotras se notaba que ella era la que más amaba a su familia, lo notábamos con lo cariñosa y atenta que era con su hija. Saki era una madre ejemplar para los ojos de las demás.

Los siguientes treinta minutos nos la pasamos hablando de nuestras hijas, y algunos chismerios del vecindario. Era una fortuna que las 4 fuéramos vecinas, de alguna forma no perdimos la relación de amistad y confianza que teníamos las cuatro. Esa relación que comenzó desde nuestra época escolar.

De pronto el timbre de la casa sonó y Tsuki se levantó para abrir la puerta, cuando volvió una mujer con un rostro serio y algo cansado la acompañaba.

—Hasta que por fin llegas Shiho, no puedo creer que fueras la última en llegar. Apostaba que la última seria Tsuki, pero como es su casa... —comente entre risas, ya que Tsuki era la más torpe de las cuatro.

Cuando Shiho se acercó nos saludamos con un rápido beso en la mejilla y luego fue a saludar a Saki.

—Ya te dije que no es mi culpa, debía terminar un trabajo con urgencia para hoy. —respondió Shiho con un tono serio.

Luego de que ella se sentara Tsuki sirvió la cuarta copa de vino y se la entrego a nuestra amiga. Tal como le había ordenado, Shiho vino directo a casa de Tsuki. Se notaba porque traía puesta la típica ropa de oficinista, una falda corta ajustada, unos tacones no tan altos, y una camisa acompañada de una chaqueta negra.

Shiho se sentó con nosotras y estuvimos charlando por un buen rato, nos comenzamos a sentir más cómodas mientras hablábamos, rememorando los viejos tiempos. Cuando comenzamos a sentir el efecto del alcohol las cuatro tomamos nuestras copas y las juntamos en el medio del salón para hacer un pequeño brindis, por la reunión que nos hacía falta y hace mucho no teníamos.

—Por las cuatro, juntas como en los viejos tiempos. —dijimos las cuatro al unísono.

Luego tomamos el contenido de las copas al mismo tiempo, de un solo trago. Incluso Saki, que lo hizo más que nada para acompañarnos y no parecer débil frente a las demás.

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