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Simultáneamente, observaba el temperamento de Hera y se dio cuenta de que, aunque cualquier estilo le complementaría, crear una apariencia única para ella sería un reto interminable y placentero. Hera era un modelo tan versátil que las posibilidades parecían ilimitadas. Sería tanto un gozo como un viaje creativo darle forma a estilos que verdaderamente fueran propios de ella.
Ahora, se encontraba inspirada para crear estilos originales basados en la imagen de Hera que tenía en su mente.
—¿¡Estilista Zara?! —la suave y melodiosa voz de Alice la devolvió del mundo de inspiración en el que se había sumergido. Al darse la vuelta, vio a Alice tirando de su manga, con Minerva justo detrás de ella, esperando ansiosamente una presentación a la propietaria del salón.
—Oh, esta es mi jefa y la propietaria de este lugar —presentó brevemente, pero su mente parecía estar en otra parte, como si estuviera ansiosa por escapar y atender algo urgente.
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