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acertar

—Lina.

—Sí, mi señora —respondió Lina inclinándose.

—¿Dónde está Killian ahora? —pregunté con una expresión tranquila mientras aún miraba el estanque, pero la chica detrás de mí se sobresaltó.

—Mi señora... él estará en el campo de entrenamiento —respondió Lina de nuevo con voz temblorosa.

—¿Cuándo estará libre? —pregunté de nuevo contemplando la idea de empezar una charla.

—Yo... no sé, mi señora. Nos ha pedido que no nos entrometamos en sus asuntos. E incluso nos pidió que nos mantengamos alejados de todo lo relacionado con él —su voz se volvía cada vez más baja. Al final, apenas era un susurro.

—Cierto, fui yo quien les impidió contactar a Killian. No solo eso, hice todo lo posible por hacerlo sentir como un extraño en su propio territorio. Pero, ¿cuánto he hecho ya?

—Lina, olvidé hacer la pregunta más importante.

—Sí, mi señora —preguntó de nuevo, su cabeza estaba inclinada como siempre. ¿Cómo se sentirá siempre inclinarse hacia los demás? No poder mantener la cabeza erguida.

—¿Qué año es?

—¿Mi señora? —preguntó Lina inclinando la cabeza.

—Pregunté qué fecha es hoy —pregunté de nuevo con paciencia.

—Perdón mi señora. Es el 15 de junio de 1265 —me respondió tímidamente.

—Oh, entonces solo ha pasado un año —reflexioné.

—Perdón, mi señora, ¿por qué la duquesa le hace estas preguntas extrañas?

—Pedí, ¿ha pasado un año desde que llegué aquí? —traté de confirmar, aunque estaba segura, pero aún mi memoria de ese tiempo estaba borrosa.

—Sí, mi señora, 11 meses para ser exactos —respondió de nuevo, esta vez había curiosidad en su voz.

—Me gustaría descansar un rato —repliqué caminando de regreso a mi cámara.

—Mi señora —Lina habló tras dudar unos instantes.

Me detuve y me volví para mirar a la chica que dudaba. ¿Temía otra vez el castigo? Levanté una ceja y esperé, para mostrar que también puedo ser lo suficientemente paciente.

—Mi señora... ese... el duque ha dejado un mensaje para usted —habló haciendo una reverencia un poco más profunda, sus ojos clavados en el suelo.

—¿Y qué quiere ahora! ¿No huye siempre de mí? Entonces, ¿por qué está haciendo lo opuesto hoy?

—El duque le pidió que lo vaya a visitar después de su desayuno —respondió ella temblando.

Me reí de nuevo de forma fría. Ese hombre, ¿piensa que ella es su esclava? ¿Por qué iría a correr tras él cuando puedo quedarme aquí y disfrutar de las rosas?

No soy mi yo del pasado, que corría tras él solo porque él me lo pidiera.

—Parece que no me ha permitido convertirme en una buena persona. Hmph. —Dile a Clara que estoy cansada, ya que ha interrumpido mi sueño matutino. No podré encontrarme con el duque hoy.

Con eso, me giré y comencé a caminar hacia el pabellón donde puedo sentarme y admirar las rosas.

—Pero mi señora… su alteza...

—Basta Lina. Yo soy a quien sirves, no a su alteza. Deberías entenderlo desde el principio —respondí impaciente levantando la mano. Cortándola ahora terminará todas las futuras interrupciones.

—Sí, sí mi señora. Me disculpo, mi señora —respondió inclinándose aún más.

—Lina, si te inclinaras un poco más, te caerías —no pude evitar decirlo observando la incómoda posición de la chica de pie.

—Yo.

—¿Y podrías dejar de disculparte por todo? —añadí, ya estoy cansada de sus disculpas en solo unas pocas horas.

«¿Siempre se disculpaba tanto en el pasado?» No tengo muchos recuerdos de su pasado con esta chica. Solo recuerdo que había sido ejecutada por mi causa.

Mis otras dos sirvientas testificaron que Lina era la que me apoyaba. Y me ayudó a ejecutar mis planes. ¡Pobre chica!

Le debo una buena vida y me aseguraré de que Lina también tenga una vida mejor a partir de ahora.

Lina observaba desde el rincón de sus ojos los cambios de expresión de la duquesa. Está enojada un momento, luego triste, molesta, decidida. Era como una miríada de expresiones que se mostraban en su rostro en una fracción de segundo. Como una película.

Pero, ¿qué había pasado que la siempre estoica dama había cambiado de esta manera? Parece mucho más humana.

¿Y por qué está evitando a su alteza? ¿Pasó algo que no sé? ¿O es a causa de? Sus ojos se abrieron de par en par al pensar en la razón detrás del cambio en su comportamiento.

—¿Está evitando a su alteza porque teme que él la reprenda por la travesura que hizo anoche?

Como si la realidad finalmente se impusiera sobre ella, asintió con la cabeza comprendiendo.

—Me ocuparé de ello, mi señora —respondió asegurándole esta vez.

Sin saber qué había en la mente de Lina, asentí. Satisfecha con su respuesta, comencé a caminar de nuevo. —Tengo una cosa más para ti —le dije a la chica que me seguía con pasos rápidos.

Reduje mi velocidad, no porque quisiera parecer recatada como antes. Pero Lina parecía un conejo saltarín de la forma en que me seguía. Mira, incluso yo puedo ser una persona amable. Me sentí orgullosa de mí misma por ello.

—Sí, mi señora —respondió Lina tomando un respiro de alivio, no podía igualar sus pasos, ya que estaba huyendo del duque.

En lugar de volver al pabellón, regresé a mi cámara. Sentada allí en la silla cerca de la ventana, admiré la vista.

—Trae la caja de mi mejor colección de gemas —ordené a la chica que estaba detrás esperando más órdenes.

—¿La más rara, la que trajiste de la casa de la marquesa? —confirmó, ya que su duquesa nunca usaría nada que ella trajera consigo. Siempre pide al duque lo que necesita. Por eso, no estaba segura de si lo estaba entendiendo bien.

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