Todo ocurrió a cámara lenta. Kade se tambaleó hacia atrás, tropezándose con sus pasos. Se agarró el pecho incrédulo. Sintió que una pequeña parte de él había desaparecido. Tocó el lugar, esperando encontrar un agujero abierto. La alfombra fue arrancada de debajo de sus pies.
De repente, Kade comenzó a recordar sus últimos encuentros. No.
—¿Qué le dijo Kade a la Octava Princesa? —se preguntó—. ¿Por qué no se despidió de ella? ¿Por qué tenía que decirle que asistiera a la conferencia? ¿Por qué no pudo abrazarla por un último momento?
La incredulidad recorrió el sistema de Kade. Había presenciado muchas muertes, pero ninguna lo había afectado tanto como esta. El único recuerdo de este dolor fue la muerte de su madre, hace muchos, muchos años. Fue por eso que se había dedicado a la esgrima. Le había jurado a su madre que se cuidaría.
—Kade... —Lina no pudo terminar, sus ojos grandes llenos de lágrimas.
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