—¿Qué estás haciendo? —Curtis jadeó, observando a Morro atrapar rápidamente el cuenco de agua con su mano derecha mientras atrapaba a Gertrudis por la cintura con la izquierda. Esta última ni siquiera se inmutó ante sus movimientos eficientes mientras él se erguía.
—No la maté —se defendió Morro.
—Llévala a la próxima carpa y déjala descansar, Morro —Morro dirigió su atención hacia Abel—. Lleva a esos dos contigo. Yo me encargaré de ella.
—Está bien —Morro se dirigió hacia el soporte cerca de la cama y colocó el cuenco de agua. Luego le lanzó una mirada a Curtis y asintió con la cabeza hacia la entrada de la carpa.
—Escuchaste a Su Majestad, ¿o debo cargarte? No me importa cargar...
—Puedo caminar —Curtis exclamó a regañadientes, dándole a Abel y luego a Aries una mirada preocupada—. Por favor, cuídenla.
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