Adeline caminaba silenciosamente entre la multitud. A donde quiera que mirara, la gente la observaba y murmuraba. Cuando hacía contacto visual, le sonreían alegremente, pero ninguno hacía una reverencia. Ella los ignoró.
Sin decir otra palabra, Adeline comenzó a buscar a Lydia. La había visto hablando con un grupo de mujeres antes. No era sorpresa, considerando lo simpática que era Lydia. Ella era el centro de la fiesta.
De repente, algo brilló en el rincón de su ojo.
Adeline se giró, preguntándose qué era. Quedó momentáneamente cegada cuando la luz le dio directamente en los ojos. Tras parpadear un poco, recuperó la visión.
Adeline notó algo brillando en la esquina del salón de baile, cerca de las columnas. En silencio, miró a su alrededor, preguntándose si alguien más lo había visto.
—Qué peculiar… —murmuró Adeline.
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