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La Emperatriz Jamás Bajaría Su Cabeza (1)

Tang Moyu estaba un poco preocupada por dejar a sus niños con Qin Jiran, pero el hombre insistió en que estarían bien ya que había pedido —refuerzos— en la forma de He Lianchen y Song Fengyan para que lo ayudaran a cuidar a sus pequeños bollos.

La emperatriz no pudo evitar dejar que su felicidad floreciera al ver a sus niños más contentos estos días en compañía de Qin Jiran. Supuso que le debía algo por cuidar de sus gemelos mientras ella trabajaba durante el día, lo que le facilitaba acostar a sus niños en sus camas por la noche sin que hicieran berrinches o pataletas, en lugar de colmarla de besos mientras le contaban las actividades que habían hecho con Qin Jiran durante el día.

Ella y Li Meili iban en silencio mientras conducían hacia el evento, por primera vez desde el regreso de Moyu, Li Meili estaba emocionada de pasar un tiempo de chicas con ella y Lin Qianrou. El coche se detuvo y Li Meili entregó sus llaves al valet antes de entrar al hotel de cinco estrellas con Tang Moyu.

La fiesta apenas había comenzado, sin embargo, Tang Moyu no podía desprenderse de esa extraña sensación que tuvo tan pronto como ella y Li Meili llegaron al banquete de mujeres. Varias mujeres giraban sus cabezas hacia ellas, ocultando sus sonrisas y curiosidad al ver a la emperatriz tras sus cinco largos años de ausencia en Shenzhen.

—¿Estás nerviosa? —Li Meili le lanzó una mirada divertida. Estaba impresionada por lo bien que Tang Moyu estaba manejando la situación hasta ahora. Brevemente recordó lo que había ocurrido en la última fiesta en la que ella y Moyu estuvieron.

—¿No fue la misma fiesta donde Feng Tianhua arruinó a Moyu frente a todos? ¿Realmente han pasado cinco años desde entonces?

Si hubiera sido otra mujer, seguramente habría acobardado y huido tan rápido como hubiera podido. Fuera del escrutinio de todos. La vergüenza que Tang Moyu había recibido en aquel entonces era suficiente para arruinar la reputación y la confianza de cualquiera, pero ahora… Li Meili estaba orgullosa de ver a su mejor amiga no acobardándose por miedo.

La emperatriz nunca bajaría la cabeza ante nadie.

—¿Nerviosa? ¿Por qué debería estarlo? No le debo una explicación a nadie de lo que pasó. No han hecho nada para que les dedique alguno de mi precioso tiempo. —Tang Moyu se encogió de hombros mientras seguía a Li Meili hacia la barra y pedía una bebida para ambas.

Pensó que debería haberse acostumbrado a las miradas y murmullos de los demás a su alrededor. Cuando hizo su primera aparición pública en el círculo social como la prometida de Feng Tianhua, había sido el foco de atención de todos.

Ahora, después de una ausencia de cinco años, había reaparecido súbitamente en la escena, no como la prometida de Feng Tianhua, sino como CEO Tang de la Empresa Tang.

—Supongo que tienes razón. Ya he perdido la cuenta de cuántos me han preguntado dónde estabas o qué has estado haciendo en estos últimos años. Era cansado e irritante al mismo tiempo. —Li Meili soltó una carcajada y sacudió la cabeza. Luego miró a su alrededor, tratando de ver si Lin Qianrou ya había llegado antes que ellas.

—Que piensen lo que quieran pensar —Tang Moyu movió su bebida en su flauta—. No me importa. Nunca me ha importado.

—Entonces lo siento, Moyu. Estás sola en eso. No me gusta cómo hablan de ti. No saben nada sobre ti.

—Eres una buena amiga, Meili. Nunca me has dejado después de todos estos años que hemos estado juntas y por eso, te estaré eternamente agradecida —La emperatriz le lanzó una sonrisa genuina, algo que solo reservaba para las personas que realmente le importaban.

—Oh, Moyu. No me halagues. Quedaste atrapada conmigo desde el momento en que le rompiste la nariz a mi hermano mayor cuando éramos jóvenes —Desde el momento en que Tang Moyu se levantó para protegerla, Li Meili hizo un voto de estar siempre del lado de Moyu.

La réplica de Tang Moyu fue silenciada por una mujer que apareció junto a Li Meili. La mujer se sentó en el taburete y les dio una sonrisa cálida. Tenía una belleza cautivadora que la gente no podía ignorar fácilmente. Sus ojos brillaban con inocencia y honestidad que Tang Moyu rara vez veía en otras mujeres socialites que había conocido en el pasado.

—Espero no haber llegado demasiado tarde —le dijo a Li Meili antes de darle un saludo cortés a la emperatriz—. Señorita Tang, un placer conocerla. Soy Lin Qianrou y estaba realmente deseando conocerla.

Tang Moyu asintió y le dio una sonrisa. Así que esta era la esposa de aquel idiota, pensó.

—Moyu, esta es mi amiga, Lin Qianrou. ¿Recuerdas el cuadro que te di hace tres años? Ella es la artista —Li Meili presentó a su otra amiga a la emperatriz.

—Ah, ¿es así? Estoy impresionada, señorita Lin. Le pedí a Meili más de tus obras, pero dijo que habías dejado de pintar —La emperatriz respondió. Nunca pensó que estaría de alguna manera asociada con Lin Qianrou al tener uno de sus cuadros.

—Me alegra que te guste —Un leve rubor apareció en las mejillas de Lin Qianrou al mencionar sus obras. No tenía idea de que Li Meili había dado uno de ellos a Tang Moyu. Pensó que Li Meili solo compraba esos cuadros por lástima. ¿Quién habría pensado que realmente se lo regaló a Tang Moyu?

Tang Moyu apoyó su barbilla en su mano, dejando que Li Meili y Lin Qianrou se pusieran al día la una con la otra. Ocasionalmente respondía a las preguntas de Lin Qianrou, y permitía que la mujer la llamara 'Hermana Moyu', y por insistencia de ella, Tang Moyu había comenzado a llamarla 'Qian' también.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que no podría evitar encontrarse e involucrarse con Xu Wenyang y Lin Qianrou incluso si rechazaba la proposición del hombre, como Li Meili le explicó que Lin Qianrou estaba a punto de divorciarse de su estúpido esposo que apenas estaba en casa para verla.

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