—El dueño del mesón enfatizó nuevamente:
—Recuerda no arrancar nada. Porque si lo haces, los peces se enterarán y ellos transmitirán esta información al guardia. Él simplemente te matará. Es demasiado peligroso.
—No lo haré —respondió Nerio con una sonrisa educada.
El jardín de hierbas era… enorme. Había hierbas marinas creciendo en filas ordenadas con muchos peces que habían hecho de ellas su hogar.
Cuando el dueño del mesón vio a Nerio mirándolas con interés, dijo:
—Estos peces son importantes para el crecimiento de la hierba. Limpian el lugar como carroñeros y son vitales para la sustentación de las hierbas. Estos peces solo se encuentran en esta región del Mar de Jade.
—Bien —murmuró Nerio. Estaba buscando una oportunidad para alejarse del hombre frente a él. —¿Dónde está la hierba rara? —preguntó.
—Está un poco lejos de aquí, pero la vamos a ver desde afuera y no vamos a entrar en ese recinto.
—¿Por qué?
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