Saliendo del desierto, llegaron a la ciudad de Atom. Lucsus vio a sus alrededores y todavía funcionaba el comercio. Parece que todavía la guerra no había llegado hasta aquí. Shinyi suelta el saco en el piso y se sienta sobre él.
—Hace tiempo que no me cansaba tanto, Lucsus —dijo Shinyi, mientras el sudor caía por todo su cuerpo. Si no fuese porque había gente alrededor, ya se habría tirado al suelo con los brazos abiertos.
Por otro lado, Lucsus estaba cansado, pero no sudaba tanto y su respiración la mantenía bajo control. Sin embargo, su pecho sentía una gran cantidad de dolor físico, como si alguien se lo estuviese apretando.
Shinyi recupera el aliento y mira a Lucsus. Sin embargo, este tenía su mirada centrada en un carruaje que estaba pasando.
Dos caballos arrastraban con gran majestuosidad un carruaje en el que iban sentadas dos personas. Parecían ser de la nobleza por sus vestimentas caras y su gran cantidad de joyería. Se podía intuir que eran esposos los que estaban dentro de dicho carruaje. Y delante de ellos, su conductor, que no tenía tanta joyería ni prendas, sin embargo, tenía un aire de superioridad, pero de esos en que las personas están debajo de él porque sí.
Shinyi sabía que lo que le llamaba la atención no era el carruaje ni las personas que parecían nobles. Atrás del carruaje, una chica amarrada siendo arrastrada por una cuerda en sus manos.
La chica, para Lucsus, no parecía tener mucha edad. Tanto su pelo negro como su vestimenta de la edad moderna estaban desaliñados hasta el punto en el cual estaba rajada por todas partes su prenda de vestir. Al mirar bien su rostro, una emoción hostil comenzó a surgir en él.
Kana'a estaba junto a él y ya tenía una idea de lo que estaba en la cabeza de Lucsus.
—No hay que adelantarse —dice Kana'a—. Aquí no está permitida la esclavitud. Claro, puede ser que estén aprovechando el caos de la guerra y vendan a las personas abiertamente, o quizás solo sea una familia que esté castigando a su familiar. Pasa mucho en este país exiliado, puesto que hay muchas culturas juntas.
Lucsus aún mantiene la mirada firme en la chica, y esta vez nota que lágrimas caen de ella, y un leve sollozo retumba en sus oídos.
—Amo, no te precipites —dice Kana'a—, puesto que la mujer que va en el carruaje está a punto de llegar al primer cielo, el Taikiken no Sora. Además, por su cabello amarillo con rayas anaranjadas natural, puedo saber que es descendiente de la familia Fenchingu, famosa por su arte de tres estocadas de la muerte, procedente del antiguo semirreino de la paz.
Kana'a se coloca detrás de Lucsus y lo abraza. Este apenas siente un pequeño tacto.
Le susurra en el oído a Lucsus:
—Es una de las pocas que corrió con la suerte de no ser ejecutada ni entregada al semirreino militar cuando el semirreino de la paz cayó.
Lucsus fue calmando sus emociones poco a poco, quizás se debía a que Kana'a lo distraía.
La carreta pasó más cerca, y al no tener ventanas, Lucsus vio a la mujer que estaba a punto de llegar al primer cielo. No parecía tener más de 26 años; sin embargo, era su aura la de una mujer madura. Con un abanico tapaba su boca, haciendo que te centres en sus ojos grises inconscientemente. Su vestido era blanco y largo; sin embargo, a Lucsus la belleza de esta mujer madura no le llamaba la atención en este momento. Tampoco el marido de lentes serio y barbón que tenía al lado, y mucho menos el conductor que parecía estar manejando sin rumbo, casi que llevado por las corrientes de aire.
En este momento se preguntaba: ¿Por qué esta chica de pelo negro estaba siendo arrastrada de esa manera?
La mujer dentro del carruaje sintió hostilidad de donde estaba Lucsus y ordenó al conductor detenerse.
La chica se había distraído al chocar mirada con Lucsus y asumió que la hostilidad venía de parte de él, pero en realidad fue la de Shinyi. Por alguna razón, algo causó hostilidad en él hacia ella.
Como el aura venía de la misma dirección, decidió encararse a Lucsus con la mirada penetrante. Era claro que esta mujer había sido de la nobleza anteriormente, pues su imponente presencia hacía creer que no cualquiera puede estar ante ella sin agachar la cabeza.
Al ver que la mirada de Lucsus era segura y tranquila, dudó por un momento. Apartó el abanico de su boca y pronunció las siguientes palabras:
—¿Qué razones tienes para que me envíes un aura asesina? ¿Nos conocemos de antes? ¿Y además por qué me sujetas tanto la mirada?
Lucsus respiró y exhaló profundamente.
—No, lo del aura asesina no fue en esta dirección, solo fue tu intuición. Y lo de mi mirada sobre ti es que me causa intriga el saber por qué arrastras a esta chica así. Desde donde vengo, eso no es normal.
La chica hace una mueca de desagrado e incluso se enfureció un poco, sin embargo, no perdió la elegancia.
—A mí tampoco me agrada, pero ¿sabes qué crimen cometió ella?
A lo que Lucsus respondió:
—No tengo ni la más mínima idea.
La mujer madura de ojos grises la apuntó desde el carruaje:
—¡Ella mató a su padre y madre mientras dormían!
Lucsus...
Eso respondió muchas de las preguntas que tenía el joven parado de igual a igual con la hermosa belleza que estaba a punto de entrar al primer reino de poder.
Kana'a esbozó una sonrisa, pues era algo que ya había previsto, y dijo:
—El crimen por matar a un familiar en el antiguo reino de la paz es venderte como esclavo a las aldeas o nobles.
La chica de apariencia de noble procede a seguir hablando:
—Tiene suerte de que en el país de los exiliados no se permiten esclavos aún.
Lucsus le respondió:
—Entonces, ¿quieres venderla al mercado negro?
—¡Ahhh! —La chica se sorprende por la respuesta, pero dada la situación actual del país de los exiliados, decidió no prestarle atención.
—Chico, no tengo conexión con el mercado negro directamente. Sin embargo, estoy planeando dejarla a su suerte en un pueblo que está cerca de ser atacado por el semirreino militar. Es mi sobrina, y aunque la odio profundamente, no puedo ser yo quien se manche las manos de sangre con un familiar.
Lucsus estaba empezando a entender la situación. Por otro lado, Kana'a estaba serena, escuchando todo.
—Y si te dijera que quiero comprarla como esclava, ¿qué me dirías?
La chica frunció el ceño, claramente no le había gustado lo que sus oídos escucharon.
—¿Qué interés tienes con esta asesina? No tiene ni 15 años y ya ha matado a dos personas, y no cualquiera, sino a sus padres. ¡Eso es un acto imperdonable que va contra la paz! Además, ¿qué te interesa hacer con mi sobrina?
Kana'a se acomodó el cabello hacia atrás y le susurró a Lucsus:
—Amo, si quieres convencer a una noble de ese semirreino de la paz, tienes que expresarle cómo la asesina pagaría la deuda de haber matado a sus padres. En el reino de la paz, cuando la decisión no está clara, se deja a la persona a su suerte en medio de un bosque según sus actos. Y también, como antes ella dijo, son vendidos. Mayormente las compran las aldeas o pueblos como esclavas. Esto no quiere decir que no tengan derechos; sin embargo, tienen menos que los otros seres humanos.
Lucsus miró fijamente a la belleza de ojos grises y dijo:
—Ella será mi esclava personal. Solo tendrá derecho a comer después de haber terminado el trabajo y tendrá acceso a educación hasta que entienda el tamaño de su pecado. Además de ello, le diseñaré un aparato para que nunca pueda tener sexo ni concebir un bebé a menos que se haya redireccionado. Aparte de eso, encontraremos la manera de enseñarle el valor de la vida, y todos los días dará gracias a su familia y pedirá perdón a sus padres por todo lo que le queda de vida.
La chica de ojos grises dejó caer inconscientemente su abanico, y su expresión no podía ser descrita, pues tal shock no ocurría muchas veces en la vida. Sintió que este joven al frente de ella se parecía mucho a su ex líder, el gran semirrei de la paz. Un sentimiento que ella había creído que había muerto surgió arrollando su corazón. Su ex líder hacía todo lo posible para que todos vivieran en una armonía muy grande, haciendo que la gente que se iba por mal camino volviese a encontrar su norte, y teniendo siempre a la nobleza como prioridad, dejando claro que los nobles siempre van primero porque, al ser los más inteligentes, son los que cargan con el mayor deber y, por ende, lo mejor se les concede.
—Mi nombre es Angi. ¿Puedo preguntar si lo que me dices es verdad? —dijo con una voz exaltada, casi que perdiendo la calma de sus emociones encontradas.
—Es verdad, no estoy mintiendo —dijo Lucsus fríamente, sin emoción alguna, pero con una seguridad palpable.
Angi no pudo sentir fluctuaciones en su aura, así que no parecía estar mintiendo.
Angi murmuró:
—¿Por qué harías tanto por hacer que se redireccione, aunque sea un poco, esa asesina?
Ojos brillosos y la pupila dilatada de Lucsus aparecieron al pronunciar una serie de palabras que fueron:
—¿No crees que la única manera de que la paz prospere es que la gente viva tratando de enmendar sus pecados?
Angi se sorprendió nuevamente. El joven al frente estaba siendo aún más profundo que su semirrei.
—¿Te refieres a religión? ¿Y a enmendar cada cosa que hacemos? —dijo Angi.
Kana'a, con toda seguridad, dijo:
—Las sectas eran bien recibidas en el antiguo semirreino de la paz.
Lucsus escucha atentamente las palabras de Kana'a y continúa la conversación:
—Más que una religión, una poderosa asociación en donde todos aportamos lo mejor para ir y apuntar hacia el mejor norte. En donde hasta lo más bajo de la sociedad llegue a comprender la majestuosidad y la nobleza aún más perfecta que el mismísimo ideal. Estos no solo entenderán su papel en el mundo, sino que se entregarán en cuerpo y alma a su papel en el mundo.
La chica se sorprendió tanto que tapó su boca con ambas manos. Y no pudo resistir su cúmulo de emociones y profunda euforia que sentía al sus oídos escuchar una melodía transformada en palabras.
—¡Si es así, permítame ser testigo de tal ideal!
Angi apuntó nuevamente a su sobrina con gran alegría, y palabras se formularon en sus labios:
—En medio de esta guerra, esta niña asesina, ¿quién podría sino una poderosa sabiduría engendrar dicho padre de lo ideal?
Lucsus... (^_^).
Kana'a se ríe a carcajadas, volando alrededor de él.
—¡Jajajajnn, mi estómago! ¡Ay, voy a morir! —dice la sensual media zorra de cabello rosado y rayas marrones—. Acabas de conseguir una seguidora en tiempo récord. ¿Cómo se llamará tu secta?
Kana'a no se detiene allí y comienza a tocarle la cabeza con el dedo al joven para molestarlo. El movimiento de la cabeza moviéndose de lado de Lucsus era casi imperceptible porque Kana'a no podía tocarlo bien por el sello; era como si lo traspasara. Sin embargo, con eso bastó para hacer que Lucsus quedara en blanco, pues jamás imaginó tal resultado, y la media zorra que revoloteaba sobre él le estaba empezando a generar vergüenza.
—¿Ahora qué voy a hacer? —pensó para sí mismo.