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Un encuentro predestinado

Caminando bajo un sol abrazador se encontraba un joven de complexión delgada, cabello de medio lado crespo y con un aire de serenidad, sin embargo, cansado a simple vista.

Lucsus por fin había llegado al coliseo, siendo el primer obstáculo que se encuentra una enorme puerta.

—Si la empujo, ¿se abrirá? —procedió a empujar con toda su fuerza hasta que se enrojeció.

—Esto es absurdamente pesado. ¿Quién inventó esa puerta?

Lucsus sigue caminando, rodeando al coliseo para ver si encuentra otra entrada. Al cabo de unos pasos, comienza a pensar sobre sí mismo.

—Si no deambulara por el mundo para cubrir mis necesidades, ¿a qué me dedicaría?

—Supongo que no sé con certeza, puesto que mis hemisferios no se ponen de acuerdo. Me gusta el deporte tanto como el arte, quiero decir que me gusta tanto mi parte analítica como la creativa, y soy bueno en ambas.

Lucsus ríe y siente admiración hacia sí mismo.

Luego de caminar un par de minutos, se encuentra con un agujero y puede ver el interior del coliseo.

—Qué sorpresa. No esperaba una bienvenida, pero tampoco algo tan solo...

Lo único que se veía esparcido eran fragmentos blancos que emanaban un calor fuerte.

Estos fragmentos comienzan a moverse y esparcirse por toda el área circundante, puesto que desde arriba un torbellino abarcaba todo el centro del lugar, disipándose a medida que se acerca más al suelo.

El torbellino se disipa en menos de un segundo, mandando a volar piedras, tierra y fragmentos blancos de los alrededores.

Lucsus se cubrió con ambos brazos y solo fue rasgado por los fragmentos; las piedras eran muy pequeñas para hacerle daño.

Una figura mitad morada y mitad negra, a simple vista, se podía apreciar. No tenía ojos, sino puntos rojos mezclados con el color azul de borde. Físicamente, no tenía boca, y su cuerpo estaba cubierto de espinas grises por el brazo, piernas y pecho, brotando un vapor de ellas.

—¡Creatura humana! —gritó enfurecido el sujeto. El grito hizo eco, fue como un jaguar demostrando su autoridad, y cuadros azules pequeños salían donde debería estar la boca, además de que aparentemente solo salían cuando este se comunica verbalmente.

Lucsus sintió una presión en su corazón fuerte.

—¿Quién diablos es este sujeto? —pensó para sí mismo.

—En este coliseo desapareció una de mis valiosas armas. ¿Quién las destruyó? ¿Fuiste tú? ¿O presenciaste el acto?

Lucsus retomó su postura y serenidad, aunque sus ojos marrones estaban estables, su parte blanca se estaba enrojeciendo poco a poco, debido tanto al viento que entraba a sus ojos como a las emociones de alerta que brotaban de golpe, las cuales retenía, puesto que primero que nada hacía uso de la razón.

—No tengo idea de lo que pasó en este lugar. Acabo de llegar, junto contigo prácticamente.

El sujeto hizo crecer las espinas de su brazo izquierdo y, con la mano derecha, las sacó de él. No hubo sangre, solo vapor saliendo.

Caminó lentamente hacia donde Lucsus hasta llegar frente a él. Eran de tamaños similares.

El sujeto puso en la garganta de Lucsus la espina y la comenzó a enterrar en ella lentamente.

Lucsus la sostuvo con la mano y la quitó de él. Al retirarla, lanzó un golpe directo al mentón, o mejor dicho, donde debería estar el mentón, y este ni se inmutó.

—¿Tienes agallas o eres tonto? —preguntó el sujeto.

Lucsus recogió su puño.

—Digamos que para mí existen más escenarios.

Los ojos del sujeto brillaron con intensidad.

—Mi nombre es Roblox, del semirreino militar. ¿De dónde eres?

—Mi nombre es Lucsus, del *valle de hinon*

Roblox achicó los ojos.

—¿Jerusalén? Jamás había escuchado hablar de ese lugar.

Lucsus asintió.

—Lo mismo digo yo. Nunca había hablado ni oído del semirreino militar.

Roblox.

—Gracias a que te quité una gota de sangre, soy capaz de analizarla y, según mi tecnología, no estás mintiendo. Existen muchos pueblos, pero Jerusalén no es uno de ellos. Así que, en otras palabras, no eres de este mundo.

Lucsus.

—¿A qué te refieres con otro mundo?

Roblox.

—Cuentan las leyendas y los mitos que existen seres capaces de entrar a otros mundos sin estos siquiera darse cuenta. Esto sucede porque sus cerebros pierden raciocinio de lo que ellos perciben como normal. En otras palabras, formas parte de la raza de los orígenes, llamados descendientes.

Lucsus.

—¿Estás hablando en serio? Aunque sea verdad, ¿cómo puedes estar seguro de que yo sea de esa raza y no humano?

Roblox.

—Sigues siendo humano, pero desciendes de alguien que no lo fue. Además, mi arma, construida por el mismísimo Gabriel, se llama Espinas de la Trascendencia, y es capaz de analizar las anomalías de tu sangre y, al mismo tiempo, en el momento que te toque con ella, extrajo información de tu cerebro.

Lucsus.

—Esa tecnología es casi que falsa. No puedo creer que exista algo así.

Roblox.

—Sin embargo, lo crees. Y de dónde vienes, por tu información consciente, no existen los reinos, semirreinos, sectas, clanes, ángeles y demonios, o por lo menos no como acá.

Lucsus abrió un poco la boca. Estaba impresionado.

—¿Pero en qué momento fui trasladado de mundo?

Roblox.

—La cosa es que no ha cambiado el mundo, solo que ahora eres capaz de llegar a este. Los demás pierden el raciocinio y van hacia otro lugar.

Lucsus.

—Yo llegué con mi familia al país de los exiliados.

Roblox.

—Sí, pues, ¿dónde están? Te separaste de ellos para completar una grieta sin ser un participante. Aparecieron bestias feroces, maldiciones como el laberinto, y nada te pareció extraño. ¿Qué hacías antes de llegar al país de los exiliados?

Lucsus se quedó en shock. Pensamientos llegaban y se iban de su mente. No podía pensar con claridad. Se sujetó la cabeza y apretó los dientes.

—¿Qué hacía yo antes de estar acá?

—¿Qué me llevó?

—Es verdad, de dónde vengo, jamás me pelearía con un leopardo así por así. ¿Una carta? ¿Dónde está?

Lucsus buscó la carta, pero para su mala fortuna, no había una carta con él.

—¿Esas chicas sí existían? ¿El laberinto? Eso no es científicamente posible, ¿o sí?

Lucsus comenzó a respirar rápidamente. La respiración se hacía caótica, siendo el aire un factor que parecía faltar.

—¿Mi familia? ¿Quién es? ¿Por qué no están?

Lucsus se calmó y miró con firmeza a Roblox.

—De hecho, no sabría decirte si alguna vez me he sentido dentro de una familia.

Roblox rió débilmente, dibujándose una sonrisa con los cuadros azules donde debería estar la boca.

—Exactamente, Lucsus. Si ellos no están junto a ti, es porque ellos te rechazan. De igual manera, tú también te has estado rechazando constantemente. Sabes que te dañan. Todos te han envidiado y maltratado emocionalmente. No solo es Carla, tu alrededor no te respeta.

Lucsus estaba muy sereno, y un sentimiento familiar le surgió, el que él tachaba como rechazo.

Roblox.

—Eres un alma tan fuerte y un corazón tan frágil. Desde ahora te vas a adentrar a un mundo de fantasía y de ensueño. Sin embargo, Lucsus, las pesadillas también son sueños.

—Te encontrarás con tu familia, y ellos te juzgarán desde su realidad. Ustedes son capaces de tener una realidad y decisión interna. Los humanos de acá son muy pocos los que poseen eso.

—Acá, la realidad del más sabio, fuerte y alocado es la absoluta.

—Lucsus, soy un robot, y mi papel es destruir este país de los exiliados. Esa es mi programación, la que me dio Gabriel, y me parece excelente.

Lucsus.

—A mí también me gustaría tener una programación así y sentirme pleno.

Roblox.

—No, Lucsus, no me siento pleno. De hecho, el dolor es terrible. Tengo solo un sentimiento, y ese es el frío( al igual que tu ardo). Ataco a este país porque solo eso me hace sentir calor.

Lucsus.

—Eso es muy cruel. No me gus...

Antes de que terminara de hablar, Roblox lo interrumpió.

—Lucsus, tú sufres más, solo que aún no lo sabes, porque tienes un alma fuerte.

Lucsus.

—¿Debo de seguir en este mundo de cabeza?

Roblox.

—Seguro seguirás, pero yo no soy capaz. Y si decidieras no seguir, te juzgarán, pero aún así es tu decisión.

—Estás maldito a vivir, Lucsus.

—Nunca más me vas a ver, así que te dejaré algo para hacerte las cosas un poco más fáciles.

Roblox reunió la energía circundante de los fragmentos en el suelo y armó un fragmento blanco pequeño de luz.

—Este es la energía de la barrera que quedó.

—Ponla en el cuello, y tu cuerpo absorberá la energía por sí misma para que luego puedas sentir la energía dentro de ti y así hacerte más fuerte en este mundo cruel y despiadado.

Con estos tu cuerpo se volverá como el de un humano normal aquí ,absorbiendo las partículas que le corresponden a esta humanidad.

Lucsus agarró el fragmento y lo colgó rápidamente. Después de que su brillo dejara de resplandecer, sintió como si sus pensamientos se suavizaran.

—Qué tranquilidad —dijo Lucsus.

Roblox se despegó del suelo, y el aire a su alrededor lo comenzó a envolver.

—Lucsus, ya sea en esta vida o en otra, espero encontrarme contigo nuevamente. Eres el único humano que he conocido que posee la razón como parte de sí mismo y, a la vez, tiene tantas emociones. Yo, Roblox, obedezco a la razon antes que nada. Sin embargo, al poseer emoción, me doy cuenta de que a veces duelen mucho.

Lucsus entrecerró los ojos con nostalgia.

Roblox.

—Dirígete al reino Esquizo. Allí despertarán tu ser de luz. En los otros lugares es muy peligroso. Si te preguntan, solo di que eres del pueblo del cisne o del laberinto.

—Y si necesitas información de este mundo, ve a un templo. Allí saben mucho.

—Acá hay una guerra desatada; sin embargo, al noroeste cancelaré las tropas para que viajes con seguridad.

Lucsus.

—¿Por qué me ayudas tanto?

Roblox.

—Son muchas las razones, pero la más pronunciada es que también sé que es una maldita noche fría, y admiro que no quemes a tu aldea por no recibir el calor.

—Ellos no entienden y nunca lo harán, porque así fue decidido desde el día del juicio y desde los inicios.

—Eres un robot admirable. Tu razón y emoción quedarán grabadas en mí —dijo Lucsus.

Roblox.

—En nuestro caso, es irreversible. Así que aliméntate del dolor.

Lucsus.

—El amor es una emoción más, y yo soy un genio emocional. Espero poder con eso.

Roblox.

—Si no, tienes todo el derecho de quemar a tu pueblo.

—Adiós, Lucsus. ¡Voy a la guerra!

Roblox se alejó rápidamente, y quedó Lucsus solo en el coliseo.

—¡BRRR! ¡HOLA, MUNDO! Dice en la carta.

Lucsus sonrió.

—¿Apareciste en mi bolsillo de pronto? Y este es el adiós mundo. Con esto acaba su programación parece, la del gran Roblox del semirreino militar.

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