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Sacrificio

Clei se encontraba en una encrucijada, atrapado entre su linaje . La habitación de Abraxus parecía más pequeña de lo habitual, como si las paredes se derrumbaran. El aire estaba cargado de tensión, y los ojos de Deymon, lo perforaban como dagas.

"No fui yo..." Las palabras salieron de los labios de Clei antes de que pudiera detenerlas. Su corazón latía con fuerza, y el recuerdo del sueño lo atormentaba. En esa visión, había visto su propio destino desmoronarse, sus alas rotas y su alma dividida entre dos mundos.

Deymon gruñó y pareciera que su corazón se erizo. "¿Cómo puedes decir eso? ¡Tú eres el único que pudo haberlo hecho!"

Clei se mordió el labio inferior, sintiendo la presión de la responsabilidad sobre sus hombros. No podía permitir que más personas pagara por el odio de Nat. Pero tampoco podía traicionar a su familia, a Idia y a Seian, quienes confiaban en él.

"Lo siento", murmuró Clei, su voz apenas un susurro. "No quería..." Mintió

Deymon lo miró con incredulidad. "¿Qué estás planeando?"

Clei se levantó de la cama, temblando. "Aceptaré cualquier castigo que la corte considere justo. Si eso significa mi exilio o incluso mi muerte, así sea. Pero solo si mi pueblo está a salvo ."

Deymon frunció el ceño, pero algo en su mirada cambió. Tal vez, solo tal vez, había un atisbo de comprensión. "Eres un tonto, Clei..."

Clei asintió, sintiendo el peso de su elección. "Haré lo que sea necesario para redimirme."

La puerta se abrió, y Eir entró, su mirada penetrante. "¿Qué está pasando aquí?"

Clei tragó saliva. "He cometido un error, y estoy dispuesto a enfrentar las consecuencias."

Eir sonrió, un gesto frío. "Entonces prepárate, Clei. La corte decidirá tu destino."

El juicio se avecinaba, y Clei sabía que su vida estaba en juego. Pero también sabía que, en ese momento, había elegido proteger a aquellos a quienes amaba, incluso si eso significaba sacrificar su propia alma. La balanza entre el cielo y el infierno se inclinaba, y Clei estaba dispuesto a aceptar su destino, sin importar cuán doloroso fuera.

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