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Capítulo 23: El «Rey de Reyes» – Batalla en Ash IV  

Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526

 

La lucha había llegado a un punto muerto.

Lee no tenía pensando matarlo. Era muy extremo, nunca en su vida había matado a una persona. En la guerra sólo fue soporte de la primera línea, nunca llegó a estar en un combate más allá del asedio al palacio al final de esta. Donde muchas cosas sucedieron, donde más que nunca vio la muerte... Donde todo se vino abajo en su mente.

Pero, ante esto, él sabía que matar no se podía tomar tan a la ligera, por varias cosas, por su mente, por su corazón, por su alma, por su propia moralidad, por su puesto... No podría pretender dar el ejemplo y ser el mayor mártir de tantas personas sabiendo que tan poco le importaba la vida ajena. Era hipócrita profesar lo contrario a sus acciones, era hipócrita y narcisista creerse superior al resto con tal pensamiento.

Ser alguien violento no era algo que lo caracterizara, tampoco era algo de lo que podría llegar a enorgullecerse. Siempre prefirió la opción del dialogo, de llegar a un acuerdo entre ambas partes. Ese fue su pedido en la guerra hacia su padre, el de lograr una tregua con Rhys Windsor y los miembros de los grupos revolucionarios que querían ver al gobierno caer. Quiso paz, quiso evitar la pelea. Luego de la muerte de Diane... Más muerte era lo último que quería seguir viendo. La guerra lo había dejado en la nada, le había destruido el alma hasta que esta pareció arena volando con la brisa. Sin destino, sin dirección... Perdido en su sufrimiento, en su propia misera... Pero Ashley estuvo ahí, y le dio ese empujón necesario para entender lo que él mismo quería. Y ese destino atado a su herencia que algún día llegaría debería de tener principios firmes para llevarse a cabo, principios basados en su propia visión del mundo... La calma... La paz... Ya no quería volver a perder lo que más amaba... Volver a caer ante el dolor.

Ya no quería seguir sufriendo.

Pero no todo era paz. No todo era evitar la pelea... A veces, no había otra opción.

Como en ese momento.

 Todo su espacio se reducía a un pequeño rango en el cual estaban atrapados. No podían usar ataques a grandes escalas, no podían alejarse, no podían moverse tan libremente como lo habían estado haciendo... Todo se reducía a esos seis metros. Todo se reducía a ese momento. Tenía que ser rápido. Se iban a cansar en un instante si pretendían sobrepasarse con su zona... O activar su Scire.

 Mano a mano. Esa fue la primera decisión.

 Lee ya se había acostumbrado a la intensidad de Yoh, pero sus movimientos todavía lo seguían complicando. Su velocidad era lo único que lo salvaba de no recibir ninguno, ya que estaba totalmente dedicado a la defensa, responder era insostenible, apenas su contrincante dejara una abertura la aprovecharía. Y quién sabe cómo podría terminar eso. 

 Yoh seguía atacando, se ayudó un poco con el entorno, levantando rocas con su pie, o con su mano, traspasando su arma de un lado al otro. Lee era más rápido que él, eso era algo que sabía, pero él era más fuerte y habilidoso, por lo que mientras lo cansara y redujera su velocidad y reflejos, podría obtener la ventaja sin mucho esfuerzo... Aunque cansarlo parecía ser imposible, no haber usado su Scire en casi la mayoría del combate le había ayudado a no gastar tanto su Energía del Alma. En cambio, la habilidad de Yoh usaba mucha energía, se había reducido a más de la mitad en ese lapso de tiempo en el cual pudo estar por encima, antes de que Lee encontrara su debilidad, pero eso no significaba que todo estuviera perdido... Una Zona Vacía daba muchas posibilidades... Demasiadas.

 Yoh saltó hacía atrás... Cinco metros de distancia... Lo suficiente para actuar.

 «Mierda, preparó algo», supuso Lee. Y no se equivocó.

 Yoh dio un fuerte aplauso, manipuló las ondas del sonido creadas en base a este e impulsó una fuerte onda expansiva dirigida a Lee. Este no podía esquivarla, si se salía del rango de la zona esta perdía el efecto, sólo debía aguantarla, o usar algo para, por lo menos, anular el efecto... Algo como... Un sello barrera.

 Aunque no podía usar su Scire para manifestarlo, encontrarse dentro de una Zona Vacía le daba suficiente capacidad como para crear uno, quizás más débil que los que usaba para retener el daño que sus explosiones causaban cuando las hacía, pero lo suficientemente fuerte como para impedir que la onda expansiva creada por Yoh no le hiciera daño. 

 «Predecible... Sólo debía probarlo», pensó Yoh, al divisar como Lee evitaba su ataque. Pero no cedió.

 Yoh sabía que no iba a poder avanzar mucho en un combate mano a mano, y con tantas posibilidades dentro de la zona era ineficaz desaprovechar tal ventaja. Lee lo comprendió fácilmente, por eso fue él quien tomó el siguiente turno de atacar.

 Las explosiones de su Scire eran demasiado básicas, eso a él no le molestaba ni le daba una desventaja, ya que no usaba mucha energía y eran rápidas y certeras. Pero en ese momento tenía que hacer algo más extraordinario que sólo una mezcla de gases con algo de combustible... Algo que había pensado tiempo atrás, su última carta, algo que podía significar su sacrificio... Pero tenía que ganar, era todo, o nada... Por eso tuvo que hacerlo, tuvo que usarlo... Algo así como... Antimateria.

 Era algo demasiado complicado de hacer para un poseedor del Scire, no porque fuera imposible, sino porque requería una inmensa concentración y control de la energía. Separar la Energía del Alma en negativa o positiva era un proceso arduo, un proceso en el cual había que enfocarse más en un alma, dejando de lado las otras dos, entregando carencias defensivas y ofensivas, pero que si se cumplía se convertía en un arma letal.

La mayor demostración de tal maestría era Rhys Windsor, su control sobre el Scire era sublime, por lo que invertir sus poderes no era un proceso que se le dificultara. Pero Lee no era Rhys Windsor, no era el mejor poseedor del Scire de la historia, por lo que debía ser más cuidadoso en ese sentido. De igual forma, la Zona Vacía le otorgaba ventaja, dentro de un espacio repleto de Energía del Alma esta era más fácil de manipular, por consecuencia, más fácil de llevar a cabo... Y más fácil de... Materializar.

 —¡¿Qué mierda?!

Impresión, sólo eso fue lo que Yoh sintió cuando esa luz proviniendo de las palmas unidas de Lee comenzó a aumentar de tamaño, casi en cámara lenta, en un instante, vio su vida pasar frente a sus ojos.

 Un poco de energía positiva en su palma derecha. Otro poco de energía negativa en su palma izquierda. La materia cuando chocaba con la antimateria producía un efecto autodestructivo, ambas se desintegraban y dejaban paso a toda su masa convertida en energía... Una energía con una potencia miles de veces mayor a cualquier explosión nuclear...

Sí... Lee acababa de activar una arma de destrucción masiva, más fuerte que cualquiera de las que existía en el mundo... Una explosión de la que nadie podría escapar... Una explosión capaz de arrasar con el mundo entero en un sólo movimiento... Y si podía hacerlo con el mundo. ¿Qué le quedaba a su contrincante?

 «Antimateria», pensó Yoh, cuando la explosión ya comenzaba a abrazarlo.

Usó su máxima velocidad, ni un segundo había tardado en romper la Zona Vacía que lo encerraba, hiciera lo que hiciera no iba a poder formar una defensa lo suficientemente fuerte como para aguantar tal daño en área, eso sobrepasaba su propio entendimiento... El miedo también lo invadió, ese poder se le había salido de control a Lee... ¿Si él no podía pararlo? ¿Quién lo iba a hacer?

 La explosión sobrepasó los seis metros de la zona. Sobrepasó los kilómetros que los separaban de la ciudad segundo a segundo. Y siguió. El estruendo se oyó en toda la nación.

Yoh comenzaba a perder velocidad. La pelea, su habilidad, la Zona Vacía, el daño inicial del ataque de su oponente, el primer golpe que recibió de parte de Rhys Windsor. Todo eso era la sumatoria que formaba parte de la causa de su desgaste, si la explosión llegaba a él, no la contaría jamás. Pero el accionar de Lee era inaudito, porque si la explosión seguía su curso arrasaría con todo, con su nación, con su gente, con él mismo... ¿Qué planeaba? ¿Por qué no paraba?

 —Sólo me queda eso —musitó Yoh, sin parar de acelerar. Su cálculo le daba que la explosión llegaría a él en menos de un minuto, y no se iba a salvar si antes no procuraba un movimiento. Lo único que podía hacer para al menos no salir tan afectado... Tenía que aceptar su derrota, porque aunque eso le sirviera, no podría seguir luchando... ¿Había perdido? Podía pensar eso luego, primero tenía que salvarse... Se lo había prometido a Michelle. Tenía que volver—. Defendens... Praesidium... —pronunció los encantamientos necesarios para la defensa, y los ayudó con un sello barrera—. No hay más. —Se encerró en sí mismo, envolviéndose en energía.

Y al fin, la explosión lo alcanzó.

 

Horas atrás...

 

Fons, Ash, Palacio Real – 3 de Abril - Año 526

 

 —No puedes hacer eso... No tienes la habilidad para contener un poder de tal magnitud, Lee, ¿Qué harás si se sale de control? ¿Cómo lo suprimirás? Es una explosión múltiple veces más potente, destructiva y poderosa que las que haces siempre... Y a veces hasta estas se te vuelven complicadas —Rhys sólo se negó ante la propuesta del rey.

Ashley se encontraba sentada de brazos cruzados en una esquina de la habitación, en silencio. Kit, Dean, Mya y Vlas de igual manera, pero todos detrás de Rhys.

 —Rhys, es sólo si ocurre un ataque... ¿Cómo lo manejaremos entonces? —insistió Lee.

 —Me encargaré, para eso nos contrataste, ¿No? —preguntó Rhys, señalándose a él y a su equipo.

 —Te contraté para proteger a los civiles, y a Ashley... No para que me protejas a mí, si un ataque sucede será mi propia pelea, y no quisiera que nadie externo a esta se involucre —respondió Lee, la decisión en sus palabras era clara.

 —Ja... Antimateria —chistó Rhys, bajando la mirada. Comenzó a caminar alrededor de la habitación—. Lee, debes entenderme, eso no es un juego, por más que seas un poseedor del Scire, eso sigue siendo algo muy complejo, para ti y para cualquier persona que pretenda hacer lo mismo, no puedes suprimir la antimateria formada por tu energía negativa sólo con Energía del Alma, no funciona de la misma manera, vas a necesitar aún más energía de la que usaste en primer lugar, porque ese poder es capaz de arrasar con cualquier tipo de energía, materia, habilidad, lo que sea... Así funciona mi desintegración, y así funciona mi regeneración... Necesito más energía que la inicial, o se va de control... Si la usas, te va a pasar eso, no vas a aguantar, y te consumirá toda la energía que posees... Es un suicidio Lee, hazme caso.

 —¿Acaso no harías lo mismo con tal de proteger lo que más amas? —cuestionó Lee, dejando en silencio a todos en la habitación.

Rhys alzó su mirada, y lo miró con seriedad. En ese momento escuchó los pasos de Ashley caminando hacia él, para luego sentir su mano apoyarse en su hombro

—¿Qué pasa, Ash? —preguntó Rhys, sin sacarle la vista de encima a Lee.

 —¿Cuánto quieres para encargarte de eso? —preguntó ella.

Lee sonrió.

 —¿Encargarme de qué? —preguntó Rhys, dándose la vuelta. En ese movimiento se cruzó con el rostro de Ashley, dispuesta a negociar.

 —De la consecuencias de que Lee use eso como último recurso —respondió ella, colocando la mano en su bolsillo—. Anota el monto —agregó, dándole un cheque en blanco, y un lapicero. 

 —¿Crees que el problema es el dinero, Ash? Y yo que creí que tú me conocías —declaró Rhys, con una irónica risa—. El problema no es el dinero, tampoco es no querer hacerlo... No me conlleva ninguna dificultad suprimir una explosión de tal magnitud, tengo la suficiente capacidad para hacerlo sin siquiera sudar, el problema es el daño que esto puede dejar en Lee... ¿Estarías dispuesto a arriesgar tu propia salud neurológica y física con tal de ganar una batalla estúpida? ¿Y todas las que vendrán? El Scire de tú familia se irá contigo, y nadie podrá proteger Fons luego de eso... ¿Te das cuenta a lo que te enfrentarás, Lee? Te enfrentarás al poder que devastó el Imperio Indil hace más de cincuenta años, ¿Podrás aguantarlo? —preguntó, devolviéndole el cheque a Ashley antes de volver su mirada a Lee.

 —Puedo aguantar mis explosiones mediante un sello barrera, sólo debo formar uno lo suficientemente fuerte como para evitar que salga afectado esos segundos antes de que tú lo suprimas —respondió Lee.

 —Necesitarás un sello barrera muy fuerte para soportar la presión del epicentro de una bomba nuclear, debes reforzar tu defensa... ¿Sabes reducir el rango de tu Zona Vacía, cierto? —preguntó Rhys. Lee lo miró con confusión—. Sólo debes hacer que la energía que se comprime en esos seis metros se reúna en ti cambiando los términos de la zona, volviéndola un sello barrera, ayudado con un encantamiento antes colocado, y condicionado, para que se active justo en el momento en el cual formas la explosión —explicó, sacando un sobre de su bolsillo—. Ten esto —dijo, otorgándole un papel en blanco.

 —¿Un papel de sellado? —preguntó Lee, mirándolo con atención. Este no tenía nada especial.

 —Sí... Escribe el encantamiento de defensa con tu sangre, luego le determinarás una regla a tu energía y este se activará cuando tú lo decidas, pero recuerda... Debes hacerlo al menos treinta segundos antes de activar el ataque, o este perderá su utilidad y estarás en serios problemas —avisó Rhys. Ashley rio a sus espaldas—. ¿Qué sucede, Ash? —preguntó, sin darse la vuelta.

 —Al final fue fácil convencerte Windsor —bromeó ella.

 —Para eso me contrataron —respondió él, enfilando hacia la salida—. Lee... —lo llamó, antes de cerrar la puerta al salir. Todo su equipo ya había salido de la habitación—. Esto depende de que tan capaz seas de enfocarte en tu propia energía, yo sólo suprimiré la explosión cuando esté llegando a la ciudad... Pero el resto está en ti, no voy a entrometerme en lo demás, tú sabes a lo que te arriesgas —agregó.

 —Claro que lo sé... Ya te lo dije, Windsor... Déjalo en mis manos —aseguró el rey, esbozando una audaz sonrisa.

Rhys no respondió nada, sólo chistó antes de darse la vuelta una última vez, para luego cerrar la puerta apenas abandonar la habitación.

 «En tus manos», pensó.

 —Veamos qué tan capaz eres... Rey de Reyes.

 

Presente...

 

Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526

 

 Yoh apenas pudo arrastrarse un poco para recostarse en un pedazo de roca que estaba cerca suyo. Había perdido su brazo izquierdo. Su pierna derecha ya no funcionaba. Probablemente tenía fracturadas varias costillas. No paraba de sangrar. No paraba de sentir todo el dolor del mundo... El sello barrera había sido potente, pero con tal fuerza, apenas fue capaz de aguantar la explosión un par de segundos luego de que esta lo atrapó. No supo qué fue lo que pasó, pero de la nada esta sólo desapareció, dejando únicamente un rango de destrucción inmenso a su paso.

Lee había hecho algo monstruoso, no lo creyó capaz de llegar hasta ese límite con tal de vencerlo, pero el rey se lo había dicho, iban a pelear hasta que uno cediera... Al parecer él fue el que cedió... Había perdido... Se había dicho a si mismo que no iba a asimilar el final de la batalla tan fácilmente, pero había sido un jaque mate, porque aunque en ese momento Lee estuviera en peores condiciones que él, él no se encontraba en tan buen estado como para volver y dar el golpe final, además de que tenía todas las desventajas de su lado.

Sólo podía hacer eso, eso que iba contra su voluntad, contra sus principios, contra todo... Eso que lo volvería un cobarde, un perdedor... Pero hiciera lo que hiciera iba a perder, y lo que le quedaba era morir o afrontar las consecuencias, pero morir conllevaba no poder volver a verla jamás.

«Peleo por amor», le dijo a Lee. Razón no le faltaba, pero también él había colocado las condiciones de la batalla: «Si ganas cesaré mis intentos de invasión y dejaré a tu nación en paz».

 —Ganaste... Lee Ex Fons... Maldita sea —declaró, moribundo, apenas pudiendo abrir su boca sin que escupiera toda esa sangre. Pero la risa no pudo faltar—. Mierda, me duele todo —rio, sintiendo su pecho comprimirse repetidas veces, ese dolor era insoportable... Demasiado.

 «¿Todo se acabó?», se preguntó, alzando su mirada.

El cielo azul. El sol en lo alto, apenas un rayo de este alcanzó su rostro... Todo era silencio, estaba en paz. El momento perfecto para morir, pero si no lo hizo antes, menos lo haría en ese contexto, porque le habían dejado en claro algo... Que estaba muy equivocado, que tenía mucho que recorrer, que aprender, que pensar... Mucho que arreglar, en él, en su nación, en el mundo... Todo se había acabado... O tal vez no. Y tenía que seguir vivo para poder apreciar el mundo que venía... Ese mundo que su padre y su maestro veían a través de sus ojos. Ese mundo en el que existía Michelle. Ese mundo que permitía a su nación avanzar... Y aunque equivocado, probablemente agradecía haber hecho todo lo que hizo, sin tales experiencias, sin tales errores... ¿Habría aprendido algo? No lo sabía, pero debía cargar con tales pecados... Atormentado el resto de su vida.

 —Parece que aquí se termina mi camino de venganza... Maestro, padre... Lo siento por no lograrlo, creo que me dieron una lección, intentaré buscar algo que realmente me favorezca, algo que realmente dé resultado, algo que no envenene mi alma más de lo que ya está, hace demasiado tiempo... ¿Tendré salvación? —Sonrió, recostándose un poco más en la roca. Era hora de volver a casa. Con el único brazo que le quedaba buscó en su pantalón ese botón—. Aquí estás —declaró, encontrándolo en su bolsillo trasero—. Todo se acabó —musitó, apretando ese botón que lo transportó lejos... Al único lugar que pertenecía... Al que siempre perteneció.

A aquel que le daría respuesta a su pregunta.

 

Mientras tanto...

 

 —Y tú no confiabas en que lo hiciera —declaró Ashley, entre risas, mientras ambos caminaban por el campo de esa batalla concluida. Desierto. Sólo quedaban las consecuencias de ese último ataque.

Las pruebas de un poder que sobrepasó todo límite.

 —Sabía que lo haría... Hoy cedí ante su propuesta porque sabía que no lo iba a hacer cambiar de opinión, estaba demasiado decidido, y si yo no aceptaba, lo iba a hacer igual, y me terminaría involucrando de todas maneras... Al menos fue honesto, y me pidió que me encargue antes de que cometiera una locura, porque sin ese consejo de la defensa... No sé si hubiese salido tan bien —explicó Rhys, siguiendo su camino mientras intentaban encontrar a Lee entre todo ese desierto destruido.

Él rey se encontraba en alguna parte de ese lugar, pero con su energía casi acabada decidió desactivarla, y la única manera de encontrarlo era con sus Ojos del Alma, sin embargo, los había utilizado para detener la explosión, y todavía estaba descansando luego de su uso, no quería volverlos a usar.

 —Por cierto, ¿Sentiste eso, cierto? —preguntó Ashley, señalando el suelo.

Rhys supo rápidamente a qué se refería.

 —Me iba a encargar de él, pero hizo lo obvio, yo tampoco me quedaría en el lugar que ataqué, malherido y en riesgo de muerte... Probablemente volvió a Zardie con una habilidad de teletransportación o algo parecido... Eso es algo de lo que podremos encargarnos más adelante, no va a volver a molestar en mucho tiempo, el ataque de Lee fue suficiente para dejarlo en pésimas condiciones y evitar que regrese otra vez —indicó Rhys.

 —Entiendo... Aunque no creo que el estado de Lee sea mejor que en el cual quedó Yoh Tales —dijo Ashley, desviando un poco su mirada por detrás de Rhys—. Ey, ahí está —dijo, señalando hasta algunos metros a la izquierda.

 —Tienes razón —asintió Rhys, comenzando a correr. Ella lo siguió—. Sobrevivió —señaló, cuando ambos llegaron a él—. Físicamente no posee demasiados daños, probablemente sólo sean superficiales, por los golpes recibidos, debemos llevarlo a observación lo antes posible, para evitar que la falta de energía deje secuelas irreparables cuando vuelva en sí —agregó, dejándole un marca.

 —Yo lo acompañaré —informó Ashley, acercándose a su hermano. Ella se arrodilló a su lado y le tomó la mano con fuerza.

 —Mejor... Yo debo ir a ver a Vlas y Mya... Luego daré una vuelta por la nación, daré una revisión buscando que no haya quedado nada que pueda afectarnos luego —dijo Rhys, poniéndose de pie. Activó su selló, y estiró su mano, apuntando a Lee y Ashley con su palma—. Suerte Ash.

 —Gracias, Windsor... Ten cuidado.

 —Lo tendré —aseguró él, teletransportándolos al instante. Quedó solo en el lugar. Dio un vistazo a sus alrededores y no encontró nada fuera de lugar—. Vaya... Al fin terminó —suspiró, para luego elevarse lentamente del suelo—. Vaya... Jean —rio, encontrando la energía de él cerca de las de Mya y Vlas. Rápidamente impulsó su vuelo, y salió disparado hacia ese lugar.

 

Al otro lado de la ciudad...

 

—¿Quién es ese? —preguntó Vlas entre sorpresa, curiosidad, y cierto miedo, ya que aunque los había salvado del ataque de Sonny, todavía quedaba la duda de si era un aliado o un nuevo enemigo. Alguien que tan solo en un movimiento había dado una inmensa demostración de que era mucho más fuerte que ellos y Sonny... Juntos.

—No lo sé... Pero es intimidante, parece bastante confiado de sus habilidades —respondió Mya, ella todavía seguía frente a Vlas, intentando cubrirlo con sus brazos. Hasta que no estuvieran seguros de que estaban a salvo no se relajaría.

 El extraño siguió su caminata hacia Sonny. Había dejado en claro que se conocían pronunciando su apodo. Sonny no podía dejar de temblar... Ni seis años, ni cien, ni mil, ni todo el tiempo del universo borraría esa sensación de su alma. Creyó que no volvería a suceder, pero estaba equivocado... ¿Qué carajos hacía Jean Blake en ese lugar?

 —¿Qué haces aquí? —Intentó retroceder un poco. Jean no paraba de acercársele, y él estaba dejando en evidencia todo su miedo. 

 —Digamos que... Estaba aburrido. —Jean fue demasiado sarcástico con sus palabras.

Sonny lo sabía, él nunca hablaba en serio. Pero ese sarcasmo era peligroso, como toda su persona, era tan impredecible y sanguinario como Rhys Windsor, pero al menos... Rhys Windsor tenía un poco de humanidad.

—Como hace seis años... Seis años en los cuales todavía sigues siendo más fuerte que yo —declaró Sonny, apenas pudiendo hilar algunas palabras.

—Se llama talento, eso nos diferencia, siempre seré más fuerte que tú... Jamás llegarás a mi nivel, Sonny Jin —respondió Jean, sacudiendo un poco su manga. De pronto, un filo comenzó a bajar por esta—. Terminaré algo que debí haber terminado hace mucho tiempo —agregó, tomando esa daga desde la empuñadura.

Al apretarla con sus dedos esbozó una sonrisa que congeló el corazón de Sonny.

—Creo que hoy no será ese día —Sonny rio.

Cuando el sello colocado en Zardie se activaba, no sólo era la energía de Yoh aquella que volvía a su lugar, también era la de todos sus subordinados. Por eso, cuando Yoh apretó el botón de teletransportación que lo regresó a su nación, se llevó con él a las personas que lo habían acompañado en su asedio a Fons... Sonny era uno de ellos.

—Ja... Huyó, eso sólo puedo hacerlo alguien que posea un Scire... Yoh Tales siempre salvándole el culo —dijo Jean, a carcajadas—. Bueno, entonces mi trabajo aquí terminó —añadió, dándose la vuelta. Guardó sus manos en su sudadera al comenzar a caminar al lado contrario.

—Espera. —Vlas notó que no era una amenaza. Por eso se puso de pie y comenzó a seguirlo, ese tipo les había salvado la vida, lo mínimo que podía hacer era agradecerle—. Déjame agradecerte por lo que hiciste por nosotros... ¿Me puedes decir tu nombre? —preguntó.

Jean sólo siguió su caminata haciendo caso omiso a las palabras de Vlas. Hasta que sintió esa energía. Su energía.

—No es necesario que yo lo haga... Tu hermano te lo puede decir —respondió Jean, apuntando con su dedo índice hacía arriba, para que sólo un segundo después, Rhys aterrizara frente a los chicos.

—Rhys —dijo Vlas, apreciando como su hermano se acercaba a ellos.

 Rhys no dijo nada, sólo los tomó a ambos con cada mano y les dio un fuerte abrazo.

—Al menos están bien chicos —declaró, sin soltarlos. Mya se recostó a él con una pequeña sonrisa, era la primera vez que Rhys no era duro con ella, siempre la golpeaba cuando entrenaban, y no dejaba que ella se quejara de sus métodos, al menos en ese momento se permitió ser más receptivo. O tal vez sólo estaba preocupado—. Gracias por eso, Jean... Te debo una —agregó.

 «¿Jean?», pensó Vlas, recordando las palabras de Mya en la pelea con Sonny. «Así que es él, ahora todo tiene sentido».

—Un gusto, Rhys Windsor —Jean era un hombre de pocas palabras, ya que apenas dijo eso desapareció del lugar sin dejar rastros.

Rhys rio, sabiendo que probablemente no se volverían a ver por algunos años más... Ese era Jean.

—Estoy orgulloso de ambos, lo que hicieron hoy fue la mayor demostración de lo preparados que están... Han llegado lejos —dijo Rhys, sólo tenía halagos para Mya y Vlas.

Ellos sonrieron, se repetía el mismo factor, si Rhys estaba orgulloso de ellos significaba que se habían superado a sí mismos, y ellos también podrían estar orgullosos de ellos mismos.

—¿Están todos bien? —preguntó Mya, con cierta preocupación en sus palabras.

—Sí, quédense tranquilos, Lee se encargó del jefe, todos abandonaron la nación, nadie salió herido de gravedad... Ahora sólo queda limpiar el desastre que causaron, pero de todo eso podemos encargarnos mañana, creo que todos estamos lo suficientemente cansados como para seguir con esto —añadió, suspirando con alivio. Pero antes de poder volver a su casa y estar con todos ellos otra vez, tenía algo que hacer—. Por cierto chicos... Tomen. —Les lanzó el botón de teletransportación.

Mya lo tomó y miró a Vlas confundida.

—¿Nos llevará a dónde se encuentran todos? —preguntó Vlas. Él ya sabía para qué servía eso, era el mismo que Lara le había dado aquella vez en Remia.

—Así es... Yo debo revisar todas las zonas atacadas y asegurarme que no haya nada peligroso que afecte en el futuro... Los demás se encuentran en Pines... Están Lara, Leah, Kit, Dean y Cassie, la hermana de Dean —respondió Rhys, activando su sello—. Nos vemos ahí, tengan cuidado —añadió, y su figura se difuminó. Desapareciendo en un instante. Como siempre.

 Luego de eso, Vlas suspiró y se lanzó al suelo, quedando boca arriba.

—¿Te sientes bien? —preguntó Mya, acercándose.

El abrió sus ojos y apreció el rostro de la chica sobre el suyo. No podía creerlo, ella acababa de terminar una batalla que casi la llevaba al límite pero de todas formas no paraba de verse hermosa. Era un caso para estudiar.

—Sí, sólo que estoy demasiado cansado, ese lapso de tiempo en el que estuve dominado por el poder de Sonny me consumió mucha energía, ¿Podemos esperar un momento antes de ir a Pines? —preguntó Vlas, sentándose en su lugar. Apoyó sus manos en el suelo y se inclinó un poco hacia atrás.

—Me sorprendiste hoy —dijo Mya, sentándose a su lado—. Tuviste una muy buena actitud en la pelea, analizaste tan bien el contexto que después de todo fue tu estrategia y tu descubrimiento lo que nos hizo sobrevivir.. Y un poco de ayuda externa —rio, con cierta simpatía.

—Gracias Mya, tú también estuviste espléndida, tienes espíritu de lucha —Vlas respondió.

—Se lo dije a Rhys muchas veces... Jamás voy a permitir que alguien salga lastimado sin pelear, me planteé eso cuando murió mamá, no soy alguien deshonesta consigo misma, no voy a romper mi propio principio atado a mi propósito personal —declaró ella, con gran determinación, esa determinación que siempre la invadía.

Vlas la había divisado muchas veces, todavía era sorprendente cuando eso sucedía. 

—También me ayudaste cuando entré en pánico luego de ver esa escena... Fue chocante, me habría perdido si no hubieses estado ahí.

—No todos tenemos las mismas reacciones a un suceso así, intenté ponerme en tu lugar, la empatía es la única forma de poder ayudar a alguien... Además, estabas vulnerable, si no te hubiera ayudado ese primer ataque de parte de Sonny te habría dado de lleno, y yo sola no iba a poder descifrar todo eso que tú sí pudiste —respondió ella, dándole una mirada, para luego dirigir su vista hacia el horizonte.

Se estaba haciendo tarde y el sol se había puesto, la noche se acercaba.

—Ey... Tu brazo. —Vlas notó un corte que iba desde el antebrazo hacia el bíceps, y le rodeaba todo el brazo—. Ven —agregó, rompiendo la manga de su camisa, y con cuidado, la envolvió en el brazo de ella—. Eso servirá por un rato —indicó.

—Hasta medico me saliste, ¿Quién lo diría? —bromeó Mya, dándole una mirada a su brazo. No era tan grave, pero lo de Vlas había sido lindo, así que no quiso decir otra cosa.

—Por cierto, gracias por eso último que hiciste, te lanzaste sobre mí y me protegiste arriesgando tu vida... ¿Qué hubiera pasado si Jean no llegaba y ese ataque de Sonny te impactaba?

 —Hubiera muerto —aseguró ella, esbozando una sonrisa. Vlas notó ese gesto y se confundió. ¿Por qué sonreía?—. Pero eso no importaba en ese momento, si ese ataque me daba y moría, lo habría hecho orgullosa, sin demasiados arrepentimientos, habría otorgado mi vida para salvar otra y eso me habría dado una gran satisfacción personal... Quizás no hubiese llegado tan lejos en mi vida, ni hubiese logrado mi propósito, pero te habría salvado... Y eso era suficiente.

Con que por eso estaba sonriente. Vlas no comprendía muy bien qué era lo bueno de salvarlo a él. Más aun sacrificando su vida, dejando en vilo una promesa tan importante como aquella que ella le había hecho a su hermana. No tenía sentido, él no era tan especial.

 —Y no poder volver a ver a Eva nunca más... ¿Por mí? —cuestionó.

 —A veces no podemos comprender el poder que tienen las demás personas sobre nosotros, Vlas... Pero sí podemos comprender el poder que tienen otras personas en los que nos rodean... Vlas, eres la persona más importante en la vida de Rhys, eres muy importante en la vida de Leah también, en la vida de Lara, eres una parte fundamental en el corazón de cada una de esas personas que te quieren... Tienes un gran futuro, Vlas, y en ti se sostiene el deseo de esa persona a quien le hice la promesa de protegerte... El deseo de Rhys me causaba emociones encontradas porque me recordaba a lo que quiero yo también, ya te lo había dicho, pero... No soy egoísta, y sé lo esencial que es que Rhys no se derrumbe, si él se derrumba nos derrumbaríamos todos, y ese deseo egoísta que intentaría proteger evitando sacrificar mi vida perdería todo el sentido del mundo, porque sin Rhys, yo no puedo conseguirlo tampoco... ¿Me entiendes? Obviamente pensé en Eva, pensé en que no iba a poder verla de nuevo si moría, pero tampoco iba a poder verla de nuevo si lo hacías tú, pero, si te salvaba, sé que Rhys hubiese comprendido mi pensamiento, y hubiese tomado mi voluntad... Y aunque yo no estuviera ahí, él salvaría a Eva y cumpliría la promesa que me hizo... Esa de darnos a todos el futuro que nos merecemos... Ya te lo dije, Vlas, no soy tan egoísta como lo era antes, y no peleo sólo por mí, porque conocí el valor de una voluntad más allá de verse a uno mismo, más allá de quedarse solo, comprendí la importancia de salvar a otros, sabiendo que esos otros harían lo mismo por ti.

 —Mya... ¿Sabes? Si tú hubieses sacrificado tu vida por mí, yo habría cumplido tu voluntad —aseguró Vlas.

Mya lo miró a los ojos, con una brillante sonrisa, un poco sorprendida de las palabras de Vlas, pero no tanto, sabía que de un chico como él podría llegar a escuchar algo así... Se sintió feliz al hacerlo... Aunque él no supiera lo que significaba hacer tal afirmación. Todavía era demasiado joven para hacerlo.

 —Dime, solecito... ¿Me harías esa promesa? —preguntó ella, estirando su mano frente a él hasta alzar su dedo meñique.

 Vlas rio ante la situación. No sabía lo que Mya tenía, ni tampoco entendía muy bien lo que haría con tal promesa, sólo sabía que si sucedía, no iba a retroceder. Aun así, Mya parecía entregarle toda confianza ante sus palabras, quizás ella nunca había escuchado algo así, quizás lo necesitaba... Aunque ella estuviera repleta de confianza.

 Siempre le pareció ser bastante indiferente en cuanto a las promesas, casi nunca llegaba al final de estas, siempre las tomaba como una broma. Le prometía a Zenda que no haría trucos peligrosos con su patineta y lo hacía igual, le prometía a Kora que no haría trampa cuando jugaban ajedrez y lo hacía igual, a veces también le prometía a su madre que no faltaría al colegio, y de todas formas se quedaba durmiendo en su casa. Pero podía comprenderlo, no eran promesas que dependieran de mucho, no eran promesas que dejaban en vilo la vida, ni la voluntad humana, no eran promesas que afectaran más allá que algún que otro regaño de parte de ellas.

Pero ya no estaba en Remia, ya no era un niño, ya había perdido mucho. Y de las promesas que dependía en ese momento eran aquellas que lo mantenían vivo, aquellas que lo impulsaban a seguir adelante, a cumplir su propósito, para no romperlas jamás. La promesa más importante de su vida se quebró frente a su destino, frente a la inevitable muerte de Zenda. Y sufrió, como nunca. Sufrió no poder sentir la satisfacción de verla cumplida, de perderla junto a lo que más amó, de verla desvanecerse junto con ella esa noche oscura que lo marcó de por vida.

No quería volver a sufrir de tal manera, y frente a todas las promesas que hizo en el correr de los últimos ocho meses en los que avanzó en sí mismo como nunca, no quería ceder, iba a luchar por lo que fuera, contra lo que fuera, para salvarlos a todos, para conseguir que fueran felices. Para llegar al final, y mirar el cielo esperando que la estrella de Zenda le sonriera una última vez, y ella pudiera descansar en paz. De una vez por todas.

 —Te lo prometo, Mya. —Él tomó su dedo, con una determinada sonrisa, encandilando los ojos de Mya.

Ella sabía que no se había equivocado cuando no pensó dos veces la posibilidad de salvarle la vida... Se había arriesgado por la persona adecuada, ese chico no rompería una promesa jamás, su alma era honesta, genuina y pura... Había hecho bien.

 —Bien... Creo que es hora de que vayamos con los demás... Rhys se va a preocupar si llega y ve que no estamos aquí. —Ella rápidamente dispersó el tema y se puso de pie. Vlas hizo lo mismo—. ¿Listo? —preguntó, sosteniendo el botón en su mano.

 —Listo —asintió Vlas.

Mya le tomó la palabra y apretó el botón. Dejando sólo una leve brisa que levantó un poco de tierra en la casi oculta tarde. Desierta.

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