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ELLA ODIABA TODO

Lo último que Amanecer recordó fue un par de brazos fuertes atrapando su cuerpo cuando perdió la conciencia. Su cuerpo se sentía tan cálido cuando su rostro fue presionado contra su pecho. El latido de su fuerte corazón calmaba sus oídos.

—Pero en el momento en que recuperó la conciencia, no fue la pacífica oscuridad la que la recibió.

Amanecer podía escuchar un alboroto gestándose en la distancia y su cuerpo se balanceaba, como si el suelo no estuviese firme, pero poco después, se dio cuenta de que era porque estaba dentro de un carruaje, uno cómodo para decir lo menos.

Sin embargo, cuando el alboroto se hizo más fuerte, el carruaje dejó de moverse y Amanecer abrió los ojos.

Al principio, no podía hilvanar las palabras que aquellas personas afuera decían, pero luego reconoció su voz. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que escuchó su voz. Su voz solía traerle felicidad y calma cada vez que no estaba en su sano juicio, pero entonces esta misma voz exacta le había traído el dolor más desgarrador que jamás tuvo que soportar. Ahora lo despreciaba.

Amanecer abrió los ojos y agradeció porque el sol no estaba brillante, y por el aspecto del llamativo color rojo en el horizonte, el sol debía haberse puesto justo ahora.

Se incorporó desde la comodidad de la cama improvisada y frunció el ceño. ¿Por qué estaba aquí? Se sentía muy débil y sin fuerzas.

Pero lo más importante, sentía esta urgencia de salir de este carruaje. Alguien la había puesto aquí, lo que significaba que la llevarían a algún lugar.

—¡Devuélvanmela y pueden irse! —rugió Blake enojado. Estaba parado frente a las puertas de entrada. Se veía muy furioso y esta era la primera vez que Amanecer escuchaba cuán enojado estaba Blake. Solía ser un hombre dulce, que nunca había alzado la voz para nada. Siempre evitaba la confrontación.

A lo lejos, podía ver al Alfa Tony, al Beta Jason y a una docena de guerreros acercándose a ellos. Estaban en su forma de bestia, pero volvieron a su forma humana una vez que se acercaron a ellos.

—¡Blake! ¡Retrocede! —ladró Beta Jason una orden a su hijo. Parecía mortificado de que Blake se atreviera a bloquear la comitiva del Alfa Cenit. Alfa Tony estaba justo detrás de su beta.

—¡No lo haré! ¡No dejaré que él se lleve a Amanecer de esta manada! ¡Ella es mi pareja! ¡Él no tiene ningún derecho de llevársela de mí! —le ladró Blake a su padre. Se veía muy obstinado en ese momento. No había nada que pudiera moverlo. —¡Amanecer!

Blake avistó a Amanecer, quien estaba parada al lado del carruaje. Se apoyaba en él para sostener su cuerpo y con eso, toda su atención se desplazó hacia ella, lo que la hizo sentir incómoda.

Estaba completamente desorientada respecto a lo que había sucedido o cuánto tiempo había estado inconsciente.

—Sube al carruaje y descansa.

Amanecer se sobresaltó cuando escuchó esta voz profunda y oscura detrás de ella mientras una palma grande y cálida se posaba en su hombro. Se dio la vuelta y encontró a este enorme alfa, se movía muy rápidamente y con suavidad para alguien tan grande como él.

—No —respondió Amanecer con su voz ronca e inmediatamente bajó la cabeza cuando vio sus ojos afilados. No quería admitirlo, pero este alfa le daba miedo. Era muy intimidante.

—Haz lo que te plazca —dijo Cenit con brusquedad y luego avanzó para acercarse a Blake, que estaba en medio de una acalorada discusión con su padre—. Nos vamos a ir ahora. Puedes apartarte de mi camino, o puedo quitarte de mi vista.

Amanecer frunció el ceño cuando miró a su alrededor, se sentía como si estuviera parada del lado equivocado, porque todas las personas que conocía estaban paradas en frente de ella. No le importaba Blake, todo lo que quería era estar rodeada de gente con la que estaba familiarizada.

—¡Quédate donde estás! —ordenó Cenit, incluso sin mirar a Amanecer, él sabía que ella iba a acercarse a su gente.

Amanecer se sobresaltó una vez más con la voz atronadora del Alfa.

—¿Qué? ¡No! —protestó Amanecer, miró a su padre, como si le pidiera que viniera a buscarla, pero su respuesta constituyó las palabras más devastadoras que jamás había escuchado.

—Quédate allí, Amanecer. Necesitas ir con él —dijo el Alfa Tony a través de sus dientes apretados y Blake gruñó al Alfa.

—¿Me estás abandonando? —Amanecer no podía creer lo que acababa de escuchar. Apretó su agarre en el carruaje, para prevenirse de caer. Sentía que estaba a punto de desmayarse de nuevo.

Justo en ese momento, llegó otro carruaje y Emily y su madre bajaron de él.

—¡Blake! ¿Qué haces aquí? —Emily tenía lágrimas en los ojos—. ¿Estás loco? —Ella puso su mano sobre su estómago plano, este era un gesto para recordarle que llevaba su carne y sangre y parecía ser bastante efectivo para suprimir su enojo—. Deja ir a mi hermana, deja que sea feliz con la pareja que ha elegido para sí misma.

Amanecer alzó las cejas. Otra tontería que lastimaba sus oídos. Justo en ese momento, Cenit se giró y captó el odio en sus ojos una vez más. Esta mujer, quien sería su pareja, aparentemente odiaba todo.

Cenit podría parecer que no le importaba, pero observaba todo a su alrededor meticulosamente.

—¿Realmente quieres que me vaya con él, padre? —Amanecer temblaba al intentar controlar su enfado.

Ahora, Cenit presenció cómo el odio en sus ojos se convertía en tristeza.

—Sí.

La respuesta fue muy suave, pero fue suficiente para que Amanecer se volviera y subiera al carruaje de nuevo. Ya no le importaba a dónde iría ni qué tipo de persona era el Alfa Cenit, porque en este momento, su corazón se había hecho añicos en un millón de pedazos.

Sin embargo, antes de que pudiera entrar al carruaje, escuchó el rugido de una bestia, era Blake, que se había transformado en su forma de bestia y atacó al Alfa Cenit.

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