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Centurión Dorado: Primera Ola; Contra los Salvajes

Entonces, como si hubieran anticipado los temores de Rich, los salvajes se congregaron como una horda de locos, listos para aniquilar de una vez al famoso héroe Centurión Dorado. Sabía que estaba en desventaja, pero su orgullo y determinación le impedían retroceder. Su cuerpo estaba tenso, cada músculo preparado para lo que estaba por venir. El primer salvaje avanzó con una clava en la mano, lanzando un grito ensordecedor. Rich, con un movimiento rápido, esquivó y le lanzó un puñetazo directo al rostro del oponente, derribándolo de inmediato.

Sin embargo, por cada uno que caía, aparecían otros. Eran rápidos y despiadados, atacando desde todos los ángulos. Rich bloqueó un golpe que venía por la izquierda, pero fue alcanzado por la espalda por otro salvaje que empuñaba una lanza de hueso. El dolor explotó en su hombro, y tambaleó hacia adelante, sintiendo cómo la sangre corría bajo la armadura dorada.

—Esto va a ser más difícil de lo que pensaba —murmuró, jadeante.

Fue entonces cuando el cubo en su cuello comenzó a brillar. Una voz metálica resonó en su mente:

[Primer desafío iniciado. Transferencia de 5% de fuerza adicional.]

Rich sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. Sus músculos parecían expandirse, y el peso que cargaba en sus brazos y piernas se alivió de manera sutil, pero perceptible. Con una sonrisa, se preparó para el próximo ataque.

Un salvaje gigantesco, más grande que los otros, se lanzó con una espada rústica, dando un golpe vertical que parecía capaz de partir a Rich en dos. Con su nueva fuerza, Rich sujetó el brazo del adversario en el aire. Los ojos del gigante se abrieron, sorprendido por la resistencia del héroe. Con un movimiento explosivo, Rich giró al gigante sobre su cabeza y lo lanzó contra un grupo de salvajes que se acercaban, derribándolos como bolos de boliche.

—¡Vaya! Este cubo realmente no estaba bromeando.

Pero no tuvo mucho tiempo para celebrar. Más salvajes continuaban apareciendo, formando un círculo a su alrededor. Los ataques se volvían más coordinados, más feroces. Luchaba como una máquina, derribando adversarios con golpes precisos y esquivas ágiles, pero la cantidad de enemigos parecía infinita. Aun con el aumento de fuerza, sabía que no duraría para siempre.

Un golpe sorpresa alcanzó su espalda, haciéndolo caer de rodillas. El dolor era intenso, y sentía que sus límites estaban cerca. Otro salvaje avanzó, listo para clavar una lanza en su pecho, pero Rich rodó en el último segundo, agarrando la lanza y partiéndola en dos con un rápido movimiento. Estaba exhausto, su cuerpo cubierto de cortes y hematomas, y el suelo a su alrededor estaba lleno de cuerpos caídos.

—No voy a aguantar mucho más... —pensó Rich, sintiendo sus fuerzas desvanecerse.

La voz del cubo resonó nuevamente:

[Lo estás haciendo bien, pero el desafío aún no ha terminado. Prepárate para recibir una energía que llamo Golpe Centurión. Con ese nombre instintivo, lo usarás fácilmente.]

Rich apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una oleada de energía recorriera su brazo derecho. Sus músculos se expandieron de forma sobrenatural, y sintió que su puño estaba cargado con una fuerza avasalladora. Era el poder del Golpe Centurión, la habilidad especial que el cubo había prometido. Un último salvaje, aún mayor que los otros, se acercó, blandiendo una maza que parecía estar hecha de piedra sólida.

Rich se levantó, sintiendo la fuerza palpitar en su brazo. Sabía que ese era el momento decisivo. Con un grito de guerra, avanzó contra el salvaje gigante. La criatura levantó su maza, preparándose para aplastar al héroe, pero Rich fue más rápido. Con un movimiento rápido y poderoso, lanzó:

—¡Golpe Centurión! —gritó mientras asestaba el poderoso golpe justo en el pecho del gigante, que se sorprendió por la fuerza desplegada por aquel hombre pequeño en comparación con él.

El impacto fue devastador, y aunque no fue un golpe sorpresa, el gigante difícilmente habría podido bloquearlo con éxito.

El sonido del golpe resonó en los oídos de Rich, y el gigante fue lanzado hacia atrás con tanta fuerza que su cuerpo cayó sobre las dunas de arena, rodando varios metros hasta detenerse por completo, totalmente inerte, aniquilado.

Los otros salvajes, al ver a su líder caer, dudaron por un momento, atónitos. Rich, jadeante, levantó el puño triunfante.

—Esto... fue... realmente increíble —dijo, apenas manteniéndose en pie. Sus brazos ahora estaban entumecidos, y se sintió agradecido de no tener que repetir ese proceso, o su cuerpo simplemente no soportaría toda esa fuga de energía repentina.

Era más de lo que su cuerpo ya cansado podía soportar; esa energía sobrecargaba su mano con una fuerza energética que nunca imaginó manejar en su vida, sin embargo, todo su cuerpo pagaba el precio.

Con el líder derrotado, los salvajes restantes comenzaron a retroceder, dándose cuenta de que no podrían vencer al Centurión Dorado. Poco a poco, desaparecieron en las sombras de las dunas, dejando a Rich solo en la playa, exhausto, pero victorioso.

La voz del cubo resonó nuevamente, indicando que estaba satisfecho con la victoria de su peón.

[Primer desafío completado. Tu fuerza ha aumentado en un 5%. Prepárate para la próxima prueba.]

Rich sabía que eso era solo el comienzo. Aún tendría que enfrentar otros cuatro desafíos, y cada uno sería más difícil que el anterior. Pero, en ese momento, lo único que quería era descansar, preferiblemente unas cinco horas, luego un baño caliente y algo bien apetitoso tras todo ese intenso ejercicio.

Ahora sentía más que nunca la falta de su hogar, sus comodidades y todo ese confort que había dejado atrás forzadamente. De repente, recordó que apareció en ese lugar sin haber dado un solo paso para llegar allí, y lo peor era que ni siquiera sospechaba quién lo había llevado a ese lugar de locura.

Entonces Rich se dio cuenta de que estaba perdiendo mucho de su tiempo pensando en tonterías y decidió entregarse al cansancio de su cuerpo:

—Solo quedan cinco de estos... pero déjenme descansar antes de morir —murmuró, desplomándose en la arena y cerrando los ojos, mientras el sonido de las olas resonaba al fondo.

Y así, la primera prueba de Rich, el Centurión Dorado, estaba concluida.

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