Picadura de mosquito

—¿Qué pasó? —preguntó Lindsey en voz baja mientras Harper corría hacia ella—. ¡Siempre llegas al menos quince minutos antes a cada reunión, incluso en la oficina! No me digas que hoy, que realmente importa, ¿te has quedado dormida?

Harper se encogió. —Yo—. Maldición, no había tenido tiempo de inventar una buena excusa mientras se apresuraba a arreglarse. —Yo, eh, me demoré un poco con… el desayuno…

Esa fue muy mala, pero afortunadamente, Lindsey no pareció sospechar nada fuera de lo común. —Joder —simplemente rodó los ojos—. Sé que la comida del resort es buena, pero vamos

De repente, se detuvo. —Espera, ¿qué le pasó a tu cuello? —Ella empujó sus gafas y extendió una mano con una mirada de preocupación, como si tratara de revisar algo en el collar de Harper, pero luego lo pensó mejor y tocó un punto de su propio cuello en su lugar—. Tienes una especie de sarpullido justo aquí. ¿Eres alérgica a lo que sea que comiste para el desayuno?