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Lección Primera

—No voy a decírselo —dijo—. Aunque no puedo garantizar lo que él pueda descubrir por su cuenta, por improbable que sea.

—Está bien —concedió Eli—. Entonces diría que intentemos esto.

Harper sintió que su corazón se saltaba un latido. ¿Él... aceptó? Se había enfocado tanto en el regateo que se dio cuenta de que no se había preparado para la respuesta. ¿O acaso había estado evitando subconscientemente pensar en su posible respuesta para salvarse de la torpeza y las dudas?

Pero ahora, él había aceptado...

—Estás sentada demasiado lejos —la voz de Eli rompió su trance—. Trae tu lindo trasero para acá, empezaremos con una buena introducción primero.

Harper contuvo el impulso de sonrojarse y sonreír al mismo tiempo. Bueno, el juego ya había comenzado. No tenía sentido pensar demasiado. Apartando sus dudas, se levantó del sofá y se sentó cuidadosamente en el regazo de Eli.

Se sentía irreal estar tan cerca de él mientras sostenían la mirada. Habían dormido uno sobre el hombro del otro cuando eran niños, y ella acababa de pasar tres largas horas junto a él en esa sala de cine hace una semana, pero esto no era lo mismo. Estar sobre él con toda su atención en ella... se sentía algo fundamentalmente diferente, y solo el pensamiento era suficiente para hacerla sonrojar casi de nuevo.

Si Eli podía decir lo que ella estaba pensando con su expresión, no lo demostró. En su lugar, colocó una mano casualmente sobre sus rodillas. —Para que lo tomes en cuenta —dijo, esa sonrisa filtrándose en su voz—, cuando te sientas en el regazo de un hombre, por defecto deberías montarlo. Este es el momento de lucir sexy, no de practicar la etiqueta real.

—Oh —murmuró Harper, mirando hacia abajo a sus piernas firmemente juntas. Todavía estaba demasiado tensa por todos los rápidos acontecimientos.

—Pero eso lo dejaremos para otro día —un dedo enganchó su barbilla, girando su rostro para que volviera a mirarlo a los ojos—. Primero lo primero, ¿puedo asumir que al menos has besado a alguien antes?

El corazón de Harper dio otro salto al darse cuenta de a dónde llevaba esa pregunta —S-Sí —respondió, encontrando su mirada. A tal corta distancia, incluso podía ver los rayos cristalinos de sus iris azul océano, brillando con un resplandor tentador que le cortaba la respiración.

—Entonces repasémoslo —dijo él. Y esa fue la única advertencia que dio antes de que sus labios se presionaron sobre los de ella.

La realidad se desdibujó en una neblina de confusión mientras Harper dejaba escapar un jadeo amortiguado.

Sus labios eran suaves y cálidos, acariciando los de ella dulcemente mientras su mano se deslizaba detrás de su nuca, acunándola y acercándola. Con suavidad práctica, su lengua rozó su labio inferior, incitando su boca a abrirse, y se adentró.

Harper podía oír su corazón latiendo rápido y fuerte en sus oídos. Este momento no podía ser real... Eli la estaba besando. El chico que su yo adolescente había anhelado durante años, que ahora había reaparecido en su vida luciendo incluso más ardiente que nunca, la estaba besando.

Y se sentía... tan bien.

Sabía a cítricos y especias de verano y brisa del océano. El aroma la envolvía mientras su lengua trazaba un arco sensual sobre el paladar de su boca, envolviendo sus sentidos como una ola arrastrándola bajo el agua. Mordisqueó ligeramente su labio inferior, sacando otro pequeño jadeo de su garganta antes de profundizar más el beso, y su mano libre le acariciaba la mejilla, trazando golpes suaves sobre su mandíbula.

Su toque era familiar, gentil y cariñoso como siempre lo había conocido. Pero había algo más en él también, algo tentador y provocativo mientras su pulgar trazaba círculos perezosos sobre su piel, haciendo que su estómago revoloteara a su paso.

La mezcla de sensaciones conocidas e inesperadas la embriagaban. Harper pensó que estaba a la deriva entrando en un sueño... ¿Cómo podría un simple beso sentirse tan celestial? Instintivamente, agarró el cuello de su camisa y se inclinó hacia él, separando más sus labios en una invitación silenciosa.

La atrajo más cerca ante la insinuación, rodeándola con su brazo. La punta de su lengua encontró la de ella, guiándola en un baile íntimo mientras su mano se deslizaba hacia abajo, rozando su garganta y trazando a lo largo de sus clavículas. El roce enviaba pequeños cosquilleos por su piel, y ella dejó escapar un suspiro silencioso. Sus propios dedos temblaban, encontrando su camino hacia arriba de su cuello y sobre sus hombros, deslizándose en su cabello.

Sintió sus labios curvarse en una sonrisa contra los de ella. La besó con más fuerza, y su mano siguió moviéndose, viajando más abajo a través de la costura de su vestido, apretando su cintura y sacando otro jadeo de sus labios. Luego alcanzó el dobladillo de la falda, y su palma se deslizó sensualmente sobre su muslo antes de meterse debajo del tejido.

Harper encontraba cada vez más difícil respirar. Algo cálido comenzaba a acumularse dentro de ella, y palpitaba a medida que su mano se deslizaba más y más alto contra su muslo interno. Se preguntó hasta dónde seguiría... Si incluso un beso era suficiente para hacer que su corazón saltara de su pecho, ¿qué podría hacerle él con su mano sobre ella, sus dedos tentándola? ¿Qué podría hacerla sentir, si él?

El zumbido de un teléfono de repente sonó, y ambos se quedaron quietos.

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