—Gracias hermana. Puedo confiar en ti con mi propia vida —dijo Rosa con orgullo.
Cherry dio una sonrisa muy falsa pero albergó pensamientos malvados acerca de su hermana.
Cuando los sirvientes finalmente regresaron con un abrigo de piel para ella, lo llevó puesta con furia y asco y les gruñó.
Ella ni siquiera intentó hacer nada, los hizo que le pusieran el abrigo a través de sus manos y sobre ella.
Estaba celosa de que Rolando le había conseguido un abrigo a Rosa para llevar en el clima frío.
Estaba enfurecida.
Era ella con quien Rolando estaba jodiendo una y otra vez, se sentía con derecho sobre su hermana.
Y todo lo que quería hacer era lanzarse contra su hermana y decirle todo lo que estaba pasando entre ellos.
Nada la haría más feliz que ver a su hermana triste.
De hecho, deseaba poder contarle a su hermana todas las cosas terribles que había hecho y cuánto la odiaba.
Cómo había matado a su hija que de alguna manera había logrado escapar.
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