Mientras avanzaban hacia la sala de ultrasonidos, Anna se preguntaba si Noah había planeado o acordado algo con el médico para seguir engañando a sus padres. Él no le había dicho una palabra, ni actuaba como si ambos hubieran mentido. Estaba a su lado, sus manos entrelazadas con las de ella mientras caminaban.
Ella lo observaba llevar sus dedos a su boca mientras ocasionalmente les daba dulces besos. Anna quería una pista, quería saber algo, pero Noah no le daba ninguna respuesta. Las numerosas preguntas que corrían por su mente estaban todas en la punta de su lengua, pero la gente que caminaba con ellos la hacía tragarse su pregunta. No había forma de que Evelina no escuchara sus preguntas, incluso si decidiera hacerlas.
Dentro, las paredes estaban pintadas en tonos calmados de azul, con una gran pantalla montada en la pared al lado de una cama que parecía cómoda. Su doctor, un hombre pequeño, sonrió cálidamente al entrar.
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