—¿Qué? —Ari levantó la cabeza sorprendida.
—¿No sabías? —preguntó Nicolai de vuelta sorprendido—. Pensé que ellos tres ya te habrían advertido, dado lo cercanos que han estado contigo estos días —añadió amargamente.
Ari sonrió ante su tono amargo, pero luego bajó la cabeza y jugueteó con sus pulgares. —No es así. Me tratan como lo hace Aaron... es como si me vieran como su hermana o algo así.
—Bueno, ya que no pueden tener una normal —Nicolai se encogió de hombros mientras se sentaba en la mesa de centro—. Levantó la tapa del botiquín antes de levantar la barbilla de Ari—. Espero que le hayas devuelto la bofetada. Sería una verdadera lástima si tuviera que abofetearla yo por ti.
—Creí que no le pegas a las mujeres —comentó Ari justo cuando Nicolai sacó una botella de yodo y comenzó a impregnar el algodón.
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