Desde que adopté una forma humana, comencé a llevar un estilo de vida muy diferente al que solía llevar en mi anterior mundo o cuando era un unicornio. Mi rutina era sencilla: Despertar, beber, agua, comer heno, caminar por el rancho… No, esperen, estoy diciendo estupideces… ¿o no?
Empecemos de nuevo: despertarme; ir a la escuela e intentar sobrevivir; regresar a mi casa y leer estúpidas revistas de moda gótica como el fracaso humano que era. De vez en cuando, ojeaba las páginas web de universidades que ofrecían estudiar medicina o miraba series dramáticas de doctores. Sí no hubiera muerto, me hubiera gustado protagonizar Jean´s Anatomy o A Bad Doctor.
Peeeeero por desgracia, una piedra dijo "¡NO!" y gracias a un increíble efecto mariposa, terminé de granjera en otro mundo. Estoy lejos de ser la doctora en la que me hubiera gustado convertirme, como la señorita Shannon, pero he podido acostumbrarme a la vida humana en este mundo.
Claro, todavía detesto tener que despertarme con gotas de agua cayéndome en la cara o dormir tan solo un par de periodos, pero con el pasar de los selenios me he adaptado. Digo, pude hacerlo a la perfección cuando tenía un cuerpo equino y El Abismo intentaba matarme, claramente puedo vivir una tranquila vida en la granja, sin ajetreos, molestias innecesarias ni mucho menos distracciones.
¡¿Entonces por qué demonios hay tanta gente aquí!? Cuando desperté, me di cuenta que de todo Badaron fue invadido por un montón de personas, carretas y mucho, mucho, MUCHO RUIDO.
—Buen día, Panqueque. El desayuno ta´ listo—saluda la señora Dranin cuando me ve bajar.
Le señalo el exterior para indicarle que quiero saber que carajos pasa afuera con ese montón de desconocidos.
—¿Eso? Bueno, usted chamaca no se ha enterao, pero van a volver a bajar los caballeros Traza-Caminos pal´ fondo de El Abismo—responde el señor Elfash, entregándome un plato de comida.
Ñam ñam, esa noticia puede esperar, estoy muriéndome de hambre. Ñom, ñom, ñom, ¿Quieren? Pues trabajen, bola de holgazanes. Me devoro a toda prisa la comida antes de pedir permiso para salir. Estoy muy interesada en todo lo que está sucediendo allá.
Subo a mi habitación por una capucha que conseguí con mucho trabajo y esfuerzo. Detesto que la gente alabe y admire mis ojos y cabello arcoíris, me hace resaltar demasiado, así que para esconderme de la iglesia y los cumplidos mejor me la pongo al salir.
Salgo de la granja, notando la enorme cantidad de trabajadores que hay. Parecen estar armando un pequeño escenario y un establo. ¿Todo eso va a caber aquí? Digo, es probable, pero atenta contra mi estilo de vida tranquilo y sereno.
Hay una especie de multitud a mitad de la calle, perfecto para mezclarme y que nadie me note. Até mi cabello para que no se notara y también escondí mi cuerno, así que no tengo motivos para resaltar. Sin embargo, tengo un mini infarto cuando veo a Amcottes y Wolfanwing hablando largo y tendido.
¡Puta madre! Me piro vampiro, no puedo dejar que note mi presencia en este lugar. Están hablando algo sobre volver a acondicionar Badaron como punto de salida para las expediciones. Es normal, después de todo, es el único camino hacia las capas inferiores.
Me doy la vuelta y me topo de frente con una persona alta. No tengo tiempo de reaccionar y choco directamente con él. Estoy a punto de caer sobre mi trasero, pero una mano me sostiene del brazo, impidiéndolo.
—Eres… tú…
¡Alerta de contacto masculino! ¡Alerta de contacto masculino! Ahora tengo Hiperconciencia de vuelta y sigo sin saber qué hacer.
Quien me ha atrapado es nada más ni nada menos que el señor héroe. Kgh… ahora si vas a ver lo que es bueno, desgraciado. Mataste a mi Destello Oscuro y lo vas a pagar caro.
¡Pum, pum, pum, sufre de la ira de mis golpes!
—Oye, oye, calma. Lo que haces es tierno, pero tus manos van a resentirlo—él detiene mis golpes hacia su pecho.
¡Desgraciado, suéltame! ¿No te dolió? ¡Deja de sonreír, estoy muy enojada contigo ahora mismo! Intento salir corriendo, pero naturalmente no me deja.
—Panqueque, ¿cierto? Es un placer. No tuve la oportunidad de presentarme como se debe.
¿Y a mí qué? Deberías estar arrodillándote ante mí ahora mismo y agradeciendo que haya matado a ese dragón por ti.
—Mi nombre es Arthur Vawdrey, primer príncipe de Asonas y héroe del reino. Quiero ofrecer mi más sincero agradecimiento por el acto que realizaste hace unos selenios—da una reverencia.
Uh… es la primera vez que alguien me hace un gesto así. Je, soy lo máximo, primero lo esclavizo y ahora me venera, no cabe duda de que soy la mejor.
—Me gustaría hablar contigo, si es que tienes el tiempo para hacerlo—solicita.
Bueno, no lo sé. Tengo que limpiar los establos, alimentar a los animales, regar los cultivos… Ah, que se joda todo eso, hagámoslo. Asiento con mi cabeza para confirmarle que acepto.
—¡Excelente! Vayamos a un lugar más cómodo para hablar—suelta mi brazo y se aleja de la multitud.
Entre más distanciados estemos de Amcottes, mejor. El señor héroe y yo caminamos por el pueblo, evadiendo a las personas que cargan tablas, madera, armas, etc. Solo espero que me dejen dormir sin tanto ruido. Luego de un par de minutos, llegamos a una pequeña zona donde se han instalado carpas.
—Nadie nos molestará aquí. Después de ti—me permite el paso.
Me siento como alguien importante con ese gesto. Entro en la pequeña carpa y noto que tiene un par de cosas para vivir aquí un tiempo. Una mesa, una cama, un pequeño cofre de madera, etc. No parece el tipo de lugar en el que estaría un príncipe.
—Bienvenida. Por favor, toma asiento. ¿Quieres un poco de té?—me ofrece.
Bueno, acabo de comer no hace mucho, y preferirá evitar las calorías a toda costa. Bah, una infusión no hará una gran diferencia en mi dieta, así que aceptaré. El príncipe toma un par de tazas y vierte el contenido en ellas. Es un líquido casi transparente, teñido de forma tenue con tonos verdosos. Su aroma también es intenso.
Creo que es la primera vez en mi existencia que bebo un té, por más extraño que esto pueda sonar.
—Eres una chica muy extraña, eso me agrada. Siempre he creído que la gente más extraordinaria viene de los lugares menos esperados—comenta mientras bebe de su taza.
Estaba esperando eso. No tengo ni idea de modales, así que preferí esperar a que diera el primer sorbo para imitarlo. Je, je, je, soy muy inteligente.
—No eres de muchas palabras, por lo que veo—añade después de un silencio.
Tienes razón, no me gusta mucho hacerlo. ¿Alguien más notó que solo he hablado tres veces en todo el maldito libro?
—Perdón—digo en voz baja.
—Oh, no, no te disculpes, no es algo malo. Es la primera vez que converso con alguien tan silencioso—responde.
Continúo bebiendo el té. Esta delicioso, mucho mejor que las frutas de los Jardines Huecos.
—¿Sabes usar magia?—finalmente suelta la pregunta del millón.
¡Ajá! ¡Lo supuse desde el principio! Este tipo está interesado en mis habilidades mágicas. Asiento afirmativamente.
—Eso es bueno. Rayos, tengo muchas preguntas pasando por mi mente ahora mismo, ni siquiera sé por dónde comenzar—deja la taza en la mesa y entrelaza sus dedos.
Puedo suponerlo. Yo también estaría bloqueada de la mente si tuviera la oportunidad de hablar con alguien que me salvó la vida siendo una granjera. Hablando de bloqueos, el escritor está sufriendo uno en este momento. ¡Vamos, señor escritor, tiene que sacar este capítulo para el martes! ¿Qué tiene que ver con el señor héroe? Nada, pero me gusta meterme en lo que no me importa, je, je.
Doy un vistazo a la carpa y encuentro un recorte de un intento de periódico donde detallan la próxima expedición al fondo de El Abismo. El señor Elfash no mentía, realmente van a bajar.
—Expedición—digo levantando el recorte.
Arthur parece dejar de pensar y me presta atención.
—¿Eso? Es la razón por la que estamos aquí. Probablemente hayas escuchado hablar de mi hermana, Majorie Vawdrey. Ella tiene una maldición, y tengo motivos para creer que, si buscamos lo suficiente en pisos inferiores, podré encontrar la cura para su draconificación—explica.
Sí, todavía no te perdono por lo que le hiciste a mi querido Destello Oscuro. Mmmmh, por lo visto usaron el su cuerno para curar la peste abisal, según me enteré. Yo podría darle el mío y regenerarlo, pero eso implicaría que la expedición se cancele.
Puedo bajar ahí por cuenta propia, los monstruos no son un problema en cuanto a fuerza bruta se refiere. Pero necesitaré mucho más que habilidades y estadísticas para llegar al fondo. Voy a necesitar una armada entera que pueda proveerme de los recursos necesarios para, al menos, llegar hasta la capa más profunda.
Mmmmh, interesante, muy interesante. Je, je, amigo héroe, tengo una propuesta que hacerte. Tú y tus amigotes me llevan al fondo de El Abismo y yo te regalo mi cuerno para tu hermana, puedo regenerarlo después de todo. Eso es lo que le diría si no me importara que supiera mi pasado como unicornio.
—Bajar al fondo, yo—digo en el tono más serio que puedo.
Arthur me ve con sorpresa y luego ríe. ¡Es en serio, mentecato!
—¿Tú quieres ir a la expedición?—pregunta luego de entender mis intenciones.
Muevo la cabeza para afirmarlo. Más te vale aceptar llevarme.
—¿Para qué quieres ir? Créeme, las expediciones son crudas, difíciles y mortales. Ni siquiera sé si volveré con vida—añade a su respuesta.
—Cuerno unicornio. Yo sé dónde encontrarlo—le dejo caer todo el peso de mis argumentos.
Su rostro cambia por completo, a uno iluminado de esperanza y confusión.
—Tú… ¿sabes cómo?
Afirmo una vez más. Ugh, maldita sea, no voy a conseguir nada si me quedo como una granjera toda mi vida aquí. Necesito cumplir con la voluntad de… ¿Swolstice? Kgh… tengo una sensación extraña al recordar todo eso…
Desato mi cabello arcoíris. Lo detesto, pero es la única manera de que comience a relacionarlo todo y unir puntos.
—Yo unicornio. Tú no decir nada—hago aparecer mi cuerno.
Arthur abre sus ojos con una expresión aún más expresiva. Él tartamudea algunas cosas, pero se queda callado para intentar procesarlas en su mente. Espero que no se le haya frito el cerebro. ¿Fui muy repentina?
—Eso es un cuerno de unicornio… ¿Cómo demonios es posible?—lleva su mano hacia mi frente.
¡Hey! ¡Dice ver, no tocar! Ese lugar es sensible aunque no lo parezca. Le suelto un manotazo antes de que llegue a tocarlo y él se disculpa de inmediato.
—¡Lo siento! Es solo que… carajo, todo esto es demasiado repentino y rápido. ¿Quién eres exactamente?
Niego con la cabeza. No voy a resumirle toda mi historia porque me da flojera hablar mucho y ya he cumplido mi cuota diaria de palabras.
—Entiendo. No preguntaré más si eso te hace sentir mejor. Dejame ver si he entendido, tú quieres venir con nosotros a explorar El Abismo porque hay algo ahí abajo que tú quieres, ¿correcto?
Le atinaaaaaaaaaaaaste. Yo recibo lo que está en el fondo, y tú un cuerno de unicornio último modelo con procesador de alta tecnología y luces RGB para más FPS. No parece un mal trato, de hecho, creo que es una muy buena idea.
—Si te llevo hasta allá… ¿me dirás dónde encontrar lo que busco?
Sí, sí y sí. Ya me estoy aburriendo de las preguntas. Arthur suspira y se talla la cara, meditando que hacer. Tiene pinta de tener mucha prisa, así que debo dar por sentado que tengo la ventaja en las negociaciones de hoy. Venga, no te arrepentirás, además soy muy graciosa.
—No puedo creer que una chica como tú haya logrado convencerme, je. Trato hecho, confiaré en tu palabra—me extiende la mano luego de un suspiro.
Hago lo mismo y nos estrechamos mutuamente, cerrando nuestro pacto. Genial, he resuelto el problema de las provisiones y refuerzos. Estoy a punto de atarme de nuevo el cabello para esconderlo en mi capucha cuando me detiene.
—Tu cabello es muy hermoso para ocultarlo de esa manera. Nunca había visto algo así antes—confiesa.
Ay ajá, otro perro con ese hueso. Para mí, es la cosa más horrorosa que he visto en toda mi existencia.
—Oscuro. Me gusta cabello oscuro—respondo.
Arthur arquea una ceja y sonríe.
—Ja, ja, ja, ¿en serio? Esa mezcla de tonos te queda genial, ¿por qué cambiarlo por algo tan común como el oscuro?—relaja su postura.
Volteo la mirada con resignación. Al final, acabé recibiendo otro cumplido por mi cabello.
—Ya mijo, así me gusta—respondo irritada.
Él sofoca su risa, pero no elimina la sonrisa de su rostro. Parece realmente interesado en mí y mi origen, aunque no hace más preguntas por el momento. Cambia el tema de conversación a otro.
—Muy bien, si vas a bajar con nosotros, tienes que tener la capacidad de defenderte. Tú le diste el golpe de gracia al dragón de escamas blancas con un hechizo, así que puedo suponer que tu fuerte es la magia, ¿correcto?
Ja, un dragón no es nada para mí, yo he peleado con cocodrilos; me he balanceado sobre un hilo cargando más de quinientos kilos; le he dado la vuelta al mundo en menos de un segundo… Esperen, no estoy infligiendo derechos de autor, ¿o sí?
Utilizo mi telequinesis para sostener la tetera y servir más té en su taza.
—Voy a tomar eso como un sí. De cualquier forma, creo que te llevarás bien con Sybil, la maga de mi equipo—responde mirando mi demostración.
—Ja, ya era hora de que hablara de mí, majestad—una voz burlona se escucha afuera de la carpa.
Escondo mi cuerno y cubro mi cabello con la capucha de inmediato.
—Sybil… ¿desde cuando estás ahí?—Arthur se pone de pie.
Una chica de cabello oscuro y ropajes de maga entra. Mierda, la envidio, tiene más estilo gótico que yo.
—No mucho, llegué en el momento en que estabas admirando su "hermoso y precioso cabello"—con sus manos hace unas comillas.
¿Intenta hacerme sentir mal? Pues no te salió, porque en verdad creo que es horrible. Come tierra, chica maga, yo gané. Arthur se lo toma con calma y se rasca la cabeza.
—Je, je, bueno, lo es, míralo tú misma.
Por desgracia para ambos, ya me he cubierto con la capucha.
—¡Arthur! ¡Eres un alcornoque! ¡Es la misma chica granjera de aquella vez!—exclama Sybil dándose cuenta.
—Oye, oye, espera. Te conté exactamente lo que pasó, ella salvó mi vida y quise agradecerle, es todo—parece nervioso.
Sybil frunce el ceño e infla un cachete. Puaj, típica expresión cliché de niña molesta. Por fortuna, yo no necesito ninguno de esos trucos baratos para lucirme. ¿No sienten que la acción se está tardando? Me dan flojera estos dramas.
—Como sea. Sybil, ella es Panqueque. Se llevarán bien, estoy seguro—me presenta.
—¿Llevarnos bien? ¿A qué te refieres con eso?—pregunta con sospechas.
—He hablado con ella, y sus aptitudes para la magia son asombrosas. Estoy seguro que nos ayudará mucho en nuestra expedición—explica el señor héroe.
Sybil parece más frustrada con ese comentario.
—¿Nos serviría? ¿No soy yo la maga elegida por la iglesia para acompañarte?—parece lista para despedazar a Arthur en cualquier segundo.
—Lo eres, y valoro mucho tus habilidades. Panqueque es muy capaz, y creo que sería buena aprendiz tuya—añade.
Hey, yo tengo más magia que la señorita maga gótica. Grrr, incluso se robó mi estilo de vestimenta, eso si no lo perdono. Sybil suspira y me da un vistazo.
—Pero es una granjera.
—Y tú la mejor maga del mundo con mucho que enseñar. Llévense bien y sean amigas—tranquiliza las aguas.
Ella suspira y relaja su expresión. Se acerca a mí con resignación y extiende su mano. La examino un poco antes de responder su gesto. Lleva consigo un tomo y una varita, cosas que supongo son muy importantes para su oficio. Pero como yo soy muy inteligente y talentosa, no necesito nada de eso. Estrecho su mano con desconfianza.
—Mucho gusto, Panqueque.