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Prólogo

La evolución humana es todo un misterio, uno de los más grandes que ha existido ¿Realmente evolucionamos? ¿En verdad hemos avanzado como especie, o simplemente nos hemos quedado varados en el camino de la historia? ¿Tendremos la mala costumbre de ver grandes saltos donde solo hay pequeños pasos marcados en el sendero? ¿Qué tan diferentes somos a nuestros antepasados si hemos cometido sus mismos errores? ¿Qué hemos hecho con nuestro rol de protectores de este mundo? ¿Nos ha quedado grande ese título? La verdad no lo sé, muchos han buscado la respuesta a todas esas interrogantes y no han sido capaces de encontrarla y no seré yo quien lo haga, aun así, me inquieta, pero no tanto como la pregunta realmente importante en esta cuestión ¿Cuándo se empezó a torcer todo?...

...

Estoy cansado, no sé cuántos kilómetros he caminado ya, me muero de frío, nadie dijo que atravesar un bosque en el medio de la noche sería tarea fácil, pero fui entrenado para esto, toda mi vida la he dedicado a estar listo para este momento, no puedo permitirme fallar, el destino de la humanidad depende de mí, bueno, de nosotros. Luego de asegurarme de llevar el paquete conmigo, le echo un vistazo a mi compañera para ver si está bien y me alivio al ver que a pesar de estar igual de agotada que yo ella sigue de pie.

—¿Necesitas ayuda? —miro divertidamente a una loba de pelaje blanco que solo se limita a reír levemente.

—No gracias, de los dos tú pareces ser el que necesita más ayuda —responde burlonamente— Veo que no llevas muy bien la parte del frío.

—No todos tenemos un pelaje que nos mantenga calientes, hago lo mejor que puedo con lo que la naturaleza me dio.

—Bien, después no quiero quejas cuando seas una paleta humana y tenga que cargarte hasta el refugio.

—¿Bromeas? Es más probable que tenga que cargarte yo a ti junto con el paquete, ya sabes, sería la enésima vez en que salvo tu peludo trasero.

—Cuida tus palabras muchacho, no desperdicies el poco oxígeno que te queda diciendo estupideces.

—Lo mismo va para ti —procede a blanquear los ojos mientras gruñe— Ya ya, no te enojes, aún nos queda mucho por recorrer.

...

Llevábamos bastante tiempo caminando, la noche se hacía cada vez más oscura, me sentía cansado, mis piernas comenzaban a temblar, y de repente escuche un ruido que llamo mi atención.

—¿Oíste eso? —dijo mi compañera que se notaba un poco más entera que yo— No sonó muy lejos de aquí.

—Sí, hay que permanecer alerta, puede que nos hayan alcanzado.

Seguimos caminando, pero ahora más pendientes de nuestro entorno, poco a poco empezamos a escuchar pasos más cercanos.

—Oh no, son ellos, nos alcanzaron —dije mientras escuchaba sonidos que parecían ser balas perdidas— Si, son ellos, rápido, ¡Tenemos que perderlos!

Procedimos a correr lo más rápido que pudimos, los pasos que antes se oían distantes y lentos ahora se volvieron cercanos y frenéticos, nos habían alcanzado.

—¡Ahí están! Que no escapen —gritó uno de ellos.

Nos perseguían aguerridamente, kilómetros y kilómetros de bosque en penumbra habían pasado desde que los logramos perder la última vez y aun así nos seguían, un punto por su perseverancia.

—¡Rápido! Nos disparan, tenemos que llegar a la base, ya nos falta poco —le dije a mi compañera— Vamos, no te rindas.

—¡Eso hago! Creí que esos idiotas tendrían algo mejor que hacer que seguirnos —respondió a la vez que aumentaba su paso y empezaba a correr en 4 patas.

—Lo sé, supongo que tienen en alta estima a su líder, ese malnacido los tiene comiendo de su mano.

—Ojalá fueran los únicos, es increíble como cientos de miles apoyan su causa, de los tuyos y de los míos.

—Ni me lo menciones, vamos, por aquí.

Nos metimos aún más profundo en el bosque con la esperanza de perderlos, ellos seguían pisándonos los talones, disparando sus armas contra nosotros, y justo cuando creíamos haberlos perdido de nuevo logro escuchar el sonido de una bala impactando con algo blando y a la vez rígido, y al querer ver si una de las partes de mi cuerpo había recibido ese impacto me encuentro con la desagradable sorpresa de ver a mi compañera cayendo, dos de las balas le habían dado, una había impactado su pata derecha y la otra su costado. Instintivamente la tomé en mis brazos para evitar su caída, ella hizo un esfuerzo sobrehumano por ahogar los gritos de dolor, había sido herida muy gravemente y el sufrimiento era incesante; como pude seguí corriendo con ella en mis brazos, creyendo con todo mi ser que lograría salvarnos a ambos, pero era inútil, sentía que cada vez estaban más cerca de alcanzarnos.

—Tom...

—Resiste Paige, por favor, ya casi...

—T-Tom...

—Ya casi lo logramos Paige, ya debemos estar cerca de la frontera, los perderemos al subirnos al tren.

—Tom, no...

—Claro que sí Paige, vamos, ya casi...

—He perdido...mucha sangre...estoy...cansada...debes...d-dejarme.

—Ni hablar, no te dejaré aquí, lo lograremos juntos o moriremos juntos.

—No seas...i-idiota...la misión...es la prioridad.

—Pero tú también, nunca he dejado atrás a un compañero y no empezaré contigo Paige.

—Por favor, sabes...que nos atraparán...debes dejarme...ya no...me queda mucho...soy un peso muerto...

—No digas eso Paige, yo puedo, yo sé que puedo.

Los pasos se oían cada vez más cerca, yo también estaba cansado, pero no quería dejarla, sé que podía lograrlo con ella en mis brazos, pero de repente ella apretó mi brazo y volteé para encontrarme con sus ojos, unos brillantes ojos amarillos, que brillaban aún más en el oscuro paisaje del bosque en el que nos encontrábamos.

—Tom...sabes que es lo correcto.

—Lo correcto es salvarte la vida.

—Aunque logres llevarme...a la base...me habré desangrado para entonces —miré su herida, habían perforado su pata derecha, su costado estaba inundado en sangre, aunado a las heridas que ya tenía por el combate y el escape que hicimos de la base enemiga y a la fatiga por caminar horas en este bosque sabía que tenía razón— No quiero ser...la responsable...de que falles en la misión...los distraeré...te daré tiempo...

—No me obligues a dejarte Paige, por favor.

—Hazlo...no me queda...mucho...hazlo...por mí.

Con las lágrimas empezando a salir de mis ojos y cayendo en el torso de mi compañera, aproveché la poca ventaja que pude sacar de mis perseguidores para postrar levemente a mi compañera en el suelo, en la parte más cómoda que pudiera haber en este maldito bosque, con cuidado la recosté y tomé su mano que iba perdiendo su pulso sanguíneo poco a poco,

—Nunca creí que fuera a terminar así.

—¿Y cómo...te lo...imaginaste?

—Contigo y conmigo por fin teniendo esa cita que me prometiste cuando nos enlistamos.

—Eso suena...lindo....

—Fuiste la mejor compañera que pude haber tenido, Paige.

—Tú también...fuiste...el mejor...Tom...por eso...quiero que...tengas esto —toma las placas con su nombre y su rango que colgaban de su cuello y las pone en mi mano— para que...nunca...me olvides.

La miré por última vez y le planteé un beso en sus lindos labios, acariciando su suave pelaje y sus mejillas, a modo de despedida, para decirle adiós a la mejor amiga que pude pedirle a la vida.

—Te amo Paige.

—Y yo a.…ti...Tom.

Después de separarnos me levanté y emprendí camino, dejándola recostada en ese sendero con el dolor de mi corazón, ahora no podía fallarle a mi especie, al mundo y a Paige, todos ellos contaban conmigo.

Narra Paige

Se ha ido, aunque sé que es lo mejor, me duele que todo termine así, pero sé que logrará cumplir con la misión, es el soldado más valiente que he conocido, el hombre más noble y comprometido que existe, ahora no debo defraudarlo y debo encargarme de estos cabrones. Poco a poco escucho que se acercan, con mis últimas fuerzas empiezo a gritar y hacer ruido para llamar su atención.

—¡AQUÍ!...¡VENGAN...POR MÍ...MALNACIDOS...JURO QUE...ARDERÁN EN EL...INFIERNO JUNTO CON...SU PUTO LÍDER!

De repente oigo que alguien frena en seco, un par de soldados se acerca a mí y empiezan a llamar a su superior.

—¡Jefe! Encontramos a una, es la traidora.

De repente veo a un rostro familiar llegar, es el Coronel del ejército enemigo.

—Vaya vaya, miren que tenemos aquí, la asquerosa traidora, adivino ¿Eres el señuelo?

—Soy más que...eso Wiltord.

—No, eres menos que eso, una vil escoria que decidió apoyar a los humanos, no eres digna siquiera de acabar como comida de los gusanos de este bosque, al igual que tu amigo, no creas que mis hombres lo dejarán llegar a la frontera con vida.

—Lamento decirte...que si...lo hará...solo espero que tus...hombres y.…mi padre...puedan ver...como cae tu maldito...imperio.

—Tal vez, lo que sé es que tu no lo verás.

Al instante que veo como desenfunda su arma hago lo mismo y logro dispararle en medio de la frente, aunque uno de sus soldados logra darme en el pecho y asestarme el golpe final, mi consuelo es que ese imbécil se irá conmigo, y que Tom hará que ganemos esta guerra.

Narra Tom

Por fin, la maldita frontera, oigo la bocina del tren a lo lejos, estoy tan cerca, solo tengo que subir esta colina y treparme a uno de los vagones para ponerme a salvo. Miro atrás para ver si alguien me persigue, afortunadamente parece que los perdí, no veo rastro de esos malditos, ahora solo me queda llegar a la base y ponerle fin a esto.

El tren se acerca, voy subiendo la colina a tropezones, espero a que pase el tren y me subo al primer vagón vacío que veo, por fin, estoy a salvo, caigo rendido en el suelo del vagón, respirando profunda y airadamente, con mi cuerpo casi entumecido alcanzo a sentarme y divisar el paisaje, con todo esto no me había percatado que ya había amanecido, bien dicen que no hay amanecer horrible, es amanecer al fin y al cabo, reviso mi chaleco y confirmo que el paquete se encuentra todavía ahí, aun así, un sabor agridulce inunda mi ser, lo logré, escapé, tengo la clave para terminar con esto, pero ¿a qué costo? ¿Valió la pena realmente? Es incierto saberlo, solo puedo esperar lo mejor de aquí en adelante.

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