—¡Así es como lo resolverán! —gritó Nial mientras intentaba mantener la calma.
Sin embargo, era obvio que estaba emocionado. Toda su expresión gritaba emoción, algo que Matías y su maestro miraron con ceño fruncido.
—¿Realmente es el momento perfecto para emocionarse, ahora? —se preguntaban.
Pero en lugar de decir algo, centraron su atención en las cuatro estrellas de nueve puntas. Habían aparecido en los bordes del nonágono de los cuatro grupos con nueve Elfos de Prometeo cada uno.
El nonágono tenía más de 50 metros de ancho, y los 36 Elfos de Prometeo estaban frente a todos los demás. Nadie se atrevía a adelantarse a ellos.
Esto tenía una buena razón. El instinto de todos les decía que algo grandioso estaba a punto de suceder y que estar frente a los Elfos los llevaría inevitablemente a la muerte.
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