El Castillo de Drácula 11

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—¿Quién es ella? —preguntó Evie, curiosamente calmada.

Sonaba compuesta, pero un frío letal y sigiloso hizo que la espina de Ren se estremeciera.

Primero Saya, y luego ella, ¡ahora había otra chica pequeña!

—Parece que realmente te gustan las niñas pequeñas —dijo Evie a Ren con una sonisa en su cabeza inclinada.

—¡No es lo que piensas! —Ren se defendió inmediatamente. ¿Cómo se había metido en esta situación? —¡Pensé que eras tú!

—¿En serio? —Evie habló con falsa sorpresa—. ¿No podías notar la diferencia en absoluto?

Ren conocía el significado oculto detrás de esas palabras sin que su novia se lo explicara. Su punto era que él debería ser capaz de distinguir incluso la textura de sus dedos, el largo de sus uñas y la línea de sus palmas, si realmente le gustaba, eso es.

—... —Esa era la lógica de una mujer, no podía refutarla no importa qué.

—E-eso es... —Ren nunca se había encontrado en un problema tan grande como este, y no sabía cómo salir de ello.