Los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en quince minutos, pero los ojos de Roberto permanecieron pegados a la puerta. Sin pestañear e inmóviles. Sus ojos forzados, venas rojas reptando por sus pupilas blancas, y la puerta seguía inmóvil.
—¡Basta ya! —espetó Trixie—. No hay nada que podamos hacer excepto esperar nuestro turno. Sacudió la cabeza, desaprobando el comportamiento de su novio.
Pero Roberto parecía no escuchar nada. Toda su atención estaba en la puerta. Nada más importaba en este momento, excepto la notificación emergiendo en el cielo, anunciando que el Grupo de Scar finalmente había conseguido primerasangre.
—Bueno... lo bueno es que el Grupo 1 y 2 ya se han retirado —dijo Vida observando a los grupos que estaban tan contentos de recibir su dinero antes de desconectarse.
Jack hizo una mueca. —Esos imbéciles probablemente no podían esperar a gastar esas míseras sumas. Escupió en el suelo. —Qué falta de clase.
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