Jeanne

Roy se volvió hacia ella. Jeanne estaba sangrando de la cabeza, pero respiraba con estabilidad, así que Roy consideró su condición como algo que no era gran cosa.

—¿Qué… tienes que decirme?

Roy parecía un hombre razonable, y podría estar dispuesto a escucharla, pero incluso si no lo estuviera, ella habría intentado su suerte de todas formas.

—Eso… es mío —dijo ella, señalando el anillo en su mano—. Salí aquí a tirar la basura cuando estos bastardos… me atacaron. Normalmente podría luchar contra estos matones con él, pero me lo robaron en el primer segundo, dejándome indefensa. Una mano no puede contra dos. Eso es especialmente cierto para una chica. Me derribaron fácilmente y planeaban hacer "eso" cuando tú llegaste. Gracias —sus manos se dirigieron hacia el anillo que él sostenía—. Pero… es el último recuerdo de mi padre. Estoy agradecida contigo por salvarme. Pero por favor devuélvemelo. ¡Trabajaré para ti a cambio!