—Tropas de la Soberanía de las Dunas, os ordeno a todos que depongáis vuestras armas y os rindáis —Al extenderse su voz, algo extraño sucedió.
Todas las tropas restantes del Imperio de Soberanía de las Dunas comenzaron a soltar sus armas.
Al ver esto, Charles y otros Reyes, Emperadores y poderes ocultos que observaban esta guerra se quedaron atónitos. Parecía que sus ojos iban a salirse de las órbitas.
Charles casi tiene un mini ataque al corazón.
Ver a sus soldados soltar sus armas porque una mujer misteriosa lo dijo casi le hace perderse en la ira y la frustración.
—¿Qué están haciendo j****s idiotas? —rugió Charles a la pantalla transparente.
Pero era inútil. Después de todo, no había función que permitiera que sus soldados escucharan su voz. Por mucho que gritara de rabia o clamara de miedo, nada cambiaba.
Tras soltar todas sus armas, todos los soldados se arrodillaron en el suelo. Las tropas de la fuerza aérea aterrizaron instantáneamente y se unieron a las demás tropas.
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