—¡Quiero luchar contra esta mujer!
—¡Todos quédense atrás! —Roberto ya avanzaba.
Tenía una sonrisa enorme en su rostro.
—Pero, ¡señor! —Kael se veía muy impotente.
—¡Quédense atrás! —Esta vez, Roberto lo dijo con un tono firme.
No queriendo ofender a Roberto, ninguno de los cinco generales ni nadie más dijo nada. Solo intercambiaron miradas desamparadas. Si su Emperador Charles hubiera estado aquí, quizás podrían haberlo detenido.
Lo que los frustraba era el hecho de que un extraño que ni siquiera estaba en su ejército los estaba liderando hacia la guerra más grande en la historia de su Imperio. Y ahora, él estaba acaparando todos los reflectores.
—¿Qué estaría pensando Su Majestad? —Kael se preguntaba en su mente.
Cuando se le informó que Roberto sería el Comandante que los lideraría en esta guerra, Kael casi protesta, pero se quedó callado por respeto y miedo hacia el Emperador.
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