—Tu luz es la que hace nacer mi espíritu: tú eres mi sol, mi luna y todas mis estrellas —Julia cerró los ojos al escuchar esas palabras. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Sus mejillas se sonrojaron.
Aditya caminó lentamente detrás de Julia y luego la sostuvo. Rodeó su cintura con sus brazos y la atrajo hacia su pecho.
—¿Me extrañaste? —preguntó Aditya mientras miraba el cielo estrellado.
—¡Hmph! Nunca te extrañé.
—Eres tan tímida como siempre —Esta era la parte de Julia que lo había hecho enamorarse de ella en primer lugar. Disfrutaba más molestarla que cualquier otra cosa. Solo él tenía el derecho de molestarla.
—¡Te mataré cien veces! —Aunque lo estaba amenazando, su cabeza descansaba cómodamente en su pecho, escuchando su latido.
—Princesa, no puedes matar a tu propio esposo. Si me matas, nadie más querrá casarse contigo.
—¡Hmph! Esta princesa es muy popular. Si quisiera, podría casarme con el hombre más fuerte de este continente.
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