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La situación completa era caótica. No era nada como él esperaba cuando vino aquí.
¿No sólo el Santo Caballero no logró matar a Gabriel, sino que también perdió su propia vida en el intento? ¿Y ahora todos sus Caballeros Reales también cambiaron de lealtades? Sin los Caballeros Reales, ¿no estaban todos por su cuenta?
A pesar de que el Emperador Alecton también sabía algo de esgrima, no era tan fuerte como los Caballeros Reales aquí.
—¿Qué están haciendo todos ustedes? ¡No caigan en sus trucos! ¡Necesitan proteger a su emperador! —dijo el Emperador Alecton, dando un paso atrás subconscientemente.
Los Caballeros Reales solo los miraron de reojo pero no respondieron. Ya habían cambiado de parecer y ahora no podían hacer nada. Sus lealtades ya estaban con Gabriel ahora.
—¿Quieren ayudarlo? —preguntó Gabriel al Capitán de los Caballeros Reales.
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