El incidente con la obra de arte cobrando vida hizo que Kaizen y Xisrith fueran más astutos que nunca y empezaron a tener más cuidado mientras exploraban el palacio, que había sido sumergido por el desierto. Sin embargo, ni siquiera la precaución fue suficiente para evitar que se encontraran con más trampas, como placas de presión que activaban lanzadores de flechas o líneas casi invisibles que abrían agujeros en el suelo con caídas que llevaban directamente a espinas extremadamente afiladas.
Con todo, Kaizen y Xisrith continuaron moviéndose con cautela a través del palacio submarino, con sus sentidos alerta ante cualquier señal de peligro inminente.
Cada paso era calculado, cada movimiento estaba siendo escudriñado con sus ojos. Habían aprendido de las trampas anteriores y ahora estaban decididos a evitar cualquier percance.
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