—Bien, chicos, vamos a por ella —uno de los rufianes afirmó antes de lanzarse hacia Celine.
Pero Celine no era fácil. Cuando el primer rufián se abalanzó sobre ella, esquivó hacia el lado y le propinó una patada rápida en la rodilla. Él se derrumbó al suelo y Celine se volvió para enfrentar al siguiente atacante.
La pelea fue larga y brutal. Celine enfrentó a cada rufián uno por uno, esquivando puñetazos y patadas, y devolviendo golpes poderosos. Era una luchadora habilidosa, y su fuerza y agilidad eran incomparables.
Los rufianes no eran rival para Celine, pero también eran tenaces. Seguían viniendo hacia ella, tratando de desgastarla. Pero Celine se negaba a rendirse. Luchó con todo lo que tenía y, poco a poco, empezó a desgastarlos.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el último rufián cayó al suelo, derrotado. Celine se quedó de pie sobre él, respirando un poco pesadamente. Esta vez, debido a su ira, había cometido varios errores durante la pelea.
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