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Un paso, dos pasos, no fue hasta que Howard casi salió del salón que el dueño del puesto finalmente creyó en las palabras de Howard.
—¡Si realmente estuviera buscando un buen negocio, no sería tan resuelto a la hora de irse! —Con este pensamiento, el dueño del puesto no pudo evitar esbozar una sonrisa, gritando:
— ¡Hermano, vuelve! Dame un equipo de grado Legendario, y tanto el Sello Carmesí como la Piedra Corazón de Dragón son tuyos.
Al oír esto, Howard no pudo evitar suspirar aliviado, pero sabía que no podía bajar la guardia hasta que la Piedra Corazón de Dragón estuviera en sus manos.
Por lo tanto, en lugar de voltear y regresar de inmediato, Howard se detuvo, mantuvo su posición y se burló:
— Mejor que no estés jugando conmigo. Mi tiempo es precioso, y no tengo tiempo para discutir contigo.
Al ver que Howard no tenía prisa incluso después de haber aceptado, el dueño del puesto realmente le creyó y soltó una risa amarga:
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