Su padre gritaba pidiendo ayuda, gritando —¡Demonios! ¡Demonios! Y cuando sus ojos encontraron a Sarah, su esposa, el hombre gritó —¡Traigan el agua bendita!
Lady Sarah pareció enloquecer en ese instante y de inmediato sacó el frasco que tenía en su bolsillo antes de arrojarlo sobre la cara de Ian. Ian nunca había tocado el agua bendita ya que era un demonio recién nacido, pero sabía que se decía que el efecto del agua bendita era peligroso para los males. Rápidamente se protegió creando un escudo delante de él, reflejando el agua hacia Sarah, quien entonces se dio cuenta de que se había quedado sin otra arma para protegerse.
En ese momento, Lord Ivan se levantó del suelo y empujó a su esposa que estaba en el camino, empujándola hacia Ian antes de escapar él mismo. Lady Sarah, que cayó al suelo, se quedó boquiabierta al ver lo rápido que su esposo la había descartado.
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